EL CAZADOR CAZADO
Víctor Amela (Barcelona, 1960) es uno de los entrevistadores de cabecera –en este caso de contraportada– de La Vanguardia. Más de 3.000 ha publicado en su dilatada trayectoria . Aquí, por tanto, es el entrevistador entrevistado, el cazador cazado no por sus méritos innegables en el género que encumbró (a) Oriana Fallaci, sino por ser autor de Si yo me pierdo (Destino), un libro en el que persiguió las huellas de Lorca durante los 98 días que pasó en Cuba. “Pegue los hachazos que quiera al texto”, me dice. A sus órdenes, colega. lesbiana, intelectuales, mulatos, negros, baile, comida... Se perdió para bien porque de alguna manera se encontró a sí mismo, encontró su auténtica voz íntima. –“Iré a Santiago de Cuba en un coche de agua negra”, escribió en
¿Qué quiere decir?
Son de negros.
un sabor. Sus poemas están llenos de conexiones de imágenes, sonidos, sabores. Un coche de agua negra suena a un tren en la oscuridad de la noche húmeda. –Gitanos, mujeres estériles, negros... ¿Hoy escribiría
kellys,
de las los trans y los subsaharianos?
–¿De quién es Lorca?
–Es de la vida. ¿De quién? De la bondad, porque para mí era un santo, civil pero un santo, y de la belleza. –¿Percibió paralelismos entre la España del 36, de rojos y azules, y la Cataluña de2017,conindependentistas y constitucionalistas? ¿Oesexagerado?
–No lo es. En Cuba me dijo Ciro Bianchi, historiador experto en Lorca, una frase que es verdad: “En España, la sangre siempre llega al río”. Aquí, por desgracia, siempre habrá banderías, facciones, trincheras... Federico era ejemplar porque se llevaba bien con todo el mundo: era íntimo de Neruda y de Luis Rosales. No hacía distingos. ¿Qué hay detrás de esa amalgama? Bondad, comprensión humana y belleza. Así era Federico, pero los demás no y acabamos pegándonos bastonazos.
Él pare obras, poemas, pero hubiera querido ser mujer y parir; por eso empatizaba con la mujer estéril”