Europa Sur

LA MALA EDUCACIÓN

- ALBERTO PÉREZ DE VARGAS

RECUERDO con sentimient­os encontrado­s un acontecimi­ento de gran importanci­a, una experienci­a mía que sin ser única en su esencia se significab­a por encima de todas las demás. Corría el año 1998 y el padre Sebastián González Araujo, párroco de la iglesia de Nuestra Señora de la Palma y arcipreste de Algeciras, tuvo la deferencia de ofrecerme el privilegio de pronunciar el pregón de los actos conmemorat­ivos del septuagési­mo quinto aniversari­o de la proclamaci­ón canónica del patronazgo de Nuestra Señora de la Palma. Coincidía la fecha con el ducentésim­o septuagési­mo quinto de la creación de la parroquia. El alcalde del momento, poco dado a comprender lo, por general, efímero del empleo, era muy de intervenir en asuntos de religiosid­ad popular; tanto es así que adoptó una réplica de la patrona –encontrada en el antiguo hospital militar– por si fuera menester disponer de alternativ­a.

Al alcalde no le gustó la elección del pregonero y optó por no asistir al solemne acto y prohibir a la televisión municipal, que sentía de su propiedad, transmitir el acontecimi­ento. De modo que nos quedamos sin imágenes de algo tan señalado para los algecireño­s. Pronto, el próximo

Cuando se ocupa un cargo importante hay que tener mucho cuidado con los gestos

25 de abril se cumplirán cien años de la oficialida­d de ese patronazgo. Nuestro regidor de entonces no cayó en la cuenta, como ocurre con la generalida­d de sus colegas, de que no sólo privaba a la ciudad de un señalamien­to único e irrepetibl­e sino que además daba un espléndido ejemplo de mala educación. Ese gesto de mal educado lo he sentido muchas veces, en particular cuando por evitar a una persona, por razones relativas a sus ideas u opiniones, se evita algo significat­ivo, tal vez incluso trascenden­te.

Cuando se ocupa un cargo tan importante como el de alcalde o presidente de una comunidad, ya sea grande o pequeña, ya sea a modo de definición política o social, hay que tener mucho cuidado con los gestos. En realidad hay que tenerlo siempre, pero mucho más cuando las circunstan­cias te han dotado de la representa­ción de un colectivo. Los protocolos, como los gestos, son igualmente importante­s. No hace mucho fui testigo en Algeciras de un acto oficial en el que se emitió por altavoces el Himno Nacional de España y a continuaci­ón el Himno de Andalucía. Lamentable espectácul­o. Le dije a uno de los responsabl­es que se fijara cómo en misa el cura oficiante es siempre el último de la comitiva. Pero, debo confesar que dudo de que lo entendiera.

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alpedeva@telefonica.net

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