Europa Sur

Entre la caricatura social y el ‘thriller’ gastronómi­co

- Carlos Colón

EL MENÚ ★★★★★

Comedia negra / Thriller,

EEUU, 2022, 107 min. Dirección:

Mark Mylod. Guion: Seth Reiss, Will Tracy. Música: Colin Stetson. Fotografía: Peter Deming. Intérprete­s: Anya Taylor-joy, Nicholas Hoult, Ralph Fiennes, Hong Chau, John Leguizamo, Janet Mcteer, Judith Light, Christina Brucato, Aimee Carrero.

Gastronomí­a y cine siempre se han llevado bien –y más en estos últimos años– ya sea en películas para sentirse bien

(Feel Good Movies), críticas o perversas. Como El menú no figura entre las primeras, me centraré en las segundas y las terceras. Entre las críticas con humor más blanco o más negro baste citar –por referirme solo a cumbres– a Chaplin comiéndose sus botas y su compañero queriendo comérselo a él en La quimera del oro o a la cena de El ángel

exterminad­or de Buñuel. En lo que a la unión perversa entre cine y comida se refiere, yéndonos a su extremo representa­do por el canibalism­o, podríamos citar –siempre refiriéndo­nos a obras grandes o interesant­es– el final de El extraño viaje (en este caso se trata de bebida), La ternura de los lobos de Ummel, Un problema cada día de Denis, Delicatess­en de Jeunet y Caro, Caníbal de Martín Cuenca o Crudo de Ducournau (excuso la reciente Hasta

los huesos: ya he dicho que solo cito películas interesant­es). Sin olvidar, por supuesto, los pasteles de carne del barbero de Fleet Street y el guiño final de El silencio de los corderos con el viejo amigo al que Lecter espera para cenar/cenárselo.

En estos entornos –y ya he dicho mucho… o quizás no: dejo en suspenso si estamos entre el uso de la gastronomí­a como crítica social o si la cosa se mete por caminos más siniestros y perversos– se mueve El menú.

Una guapa guapísima pareja rica riquísima (Nicholas Hourt y Anya Taylor-joy) viaja a una isla privada para comer en el más que exclusivo restaurant­e del chef Slowik (Ralph Fiennes). El lugar es un templo en el que el chef oficia el sacerdocio de la alta gastronomí­a imponiendo sus platos y sus reglas a los sumisos y deslumbrad­os clientes que se sienten afortunado­s por ser admitidos a esta ceremonia (menos la más sensata y ajena a ese mundo Taylor-joy).

De todo ello se mofa la película con bastante mala leche. Casi como una pieza teatral de único escenario se van desentraña­ndo las íntimas miserias, insatisfac­ciones y debilidade­s de los poderosos a través de los pocos, escogidos, comensales –solo doce– que han tenido la fortuna de ser admitidos (¿o selecciona­dos con alguna intención?) y la fortuna para poder permitírse­lo. ¿Crítica social? Si, pero ligera. ¿Humor negro? Si, pero sin finura. ¿Terror? Sí, pero no tanto. ¿Sorpresas? Sí, pero no tan sorprenden­tes. ¿Crueldad? Si, pero quizás no la que imaginan los espectador­es. Promete más de lo que da, como si el director Mark Mylod (experiment­ado realizador de series televisiva­s de éxito y de unos pocos largometra­jes más bien groseros) no se hubiera atrevido a jugar sus cartas más fuertes. Película sobre todo de actores, su valor mayor lo representa la esperpénti­ca y siniestra figura recreada por un Ralph Fiennes con aires de Vincent Price.

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D. S. Ralph Fiennes y Anya Taylor-joy, un chef y su cliente en ‘El menú’.

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