ANTONIO TORREMOCHA
/ Doctor en Historia Medieval de Turrus, Lawra (Castellar), Fayy Wasim (Gaucín) y Sas (Casares).
El geógrafo al-udri refiere que en la cora algecireña se localizaban los distritos agrícolas de Aruh (Hisn al-lawra-castellar), Labtib, Maqrún, Banu Hizmaz y Utaba (Oba-jimena) y los ayza’ o tierras comunales de al-barbar, Masalis, Maysar (¿Almarchal, cerca de Tahivilla?) y Jusayn (Ojén). También se documentan el distrito de al-hadira o de la capital, constituido por el alfoz de Algeciras, el castillo de Tarifa y Gibraltar.
De acuerdo con las fuentes árabes, Algeciras era el lugar más céntrico de al-andalus y el punto de donde partían los principales caminos que conducían a Jerezsevilla, Córdoba, Ronda y Málaga, así como de las rutas marítimas que enlazaban el sur peninsular con el Magreb (con Ceuta y Tánger). De igual manera, en su puerto embarcaban los peregrinos que se dirigían a puertos de Oriente para hacer la obligada Peregrinación a La Meca.
A principios del siglo X, Algeciras y sus distritos, castillos y aldeas se hallaban en poder del rebelde Omar ben Hafsún. El emir Abderramán III acudió en persona al frente de un ejército para someter a los algecireños sediciosos, enemigos de los omeyas. El día 1 de junio del año 914 entró el emir en la capital de la cora, después de que su gobernador se rindiera y le abriera las puertas de la ciudad. En su puerto estaban fondeados los navíos que los rebeldes utilizaban para abastecerse de lo necesario desde el norte de África. Abderramán III los mandó quemar, lo que fue visto -escribe el cronista Ibn Hayyán- por la gente de Sas (Casares), Wasim (Gaucín) y Castellar y otros rebeldes de los alfoces de Algeciras, provocando la desilusión y el que se inclinasen a la sumisión. Desde entonces, en la cora de Algeciras, sometida a la autoridad de los omeyas de Córdoba, reinó la paz y el orden, hasta que se disgregó el Califato y surgieron los reinos de Taifas.