Helechos relictos en las comunidades riparias aljíbicas (y II)
● Este trabajo analiza distintos tipos de albinas y plantea la problemática que sufren estos frágiles enclaves, una circunstancia que pone en riesgo su viabilidad futura
SI observamos la lámina 6, en la parte izquierda de la imagen se observan los estratos de areniscas del Aljibe, casi verticales, que, en esta zona descansan sobre un paquete arcilloso impermeable de menor pendiente. El agua de la lluvia y de la condensación de las nieblas, recogidas por los estratos de las cumbres, surge en esa zona de contacto (areniscas y arcillas), centenares de metros ladera abajo, empapando las arcillas como si se trataran de una esponja. Por saturación, el agua brota del suelo, mansa y constante, formando minúsculos manantiales que convergen en pequeños cauces que se deslizan por la ladera.
Es prácticamente un riego por goteo, que permite el desarrollo de auténticos oasis de vegetación selvática, una bóveda densa de ojaranzos, acompañados por otras especies lauroides de gran porte (especialmente avellanillos, acebos y laureles), que sobresalen por encima del dosel del ojaranzal. En el interior de este túnel de sombra, que a su vez se encuentra bajo el amparo sombrío del quejigar circundante, crecen importantes núcleos poblacionales, en ocasiones ocupando todo el espacio disponible, de las especies de helechos relictos mencionadas, en un ambiente muy favorable para su desarrollo y con excelentes oportunidades de regeneración. Esa es la razón de que exista una relación numérica equilibrada entre las diferentes generaciones de individuos, con un alto número de adultos fértiles, una buena provisión de ejemplares juveniles y un adecuado porcentaje de reclutamiento.
Todo ello ha mantenido hasta ahora las poblaciones estables o incluso ha favorecido cierta expansión en algunas localidades, si bien en un ámbito territorial pequeño, reducido a escasos valles de las sierras de Ojén y Saladavieja, donde aparecen tres o cuatro de las especies en casi todas las albinas. En las sierras del Niño, de Luna y de Fates, solo encontramos una o dos en la mayor parte de las localidades censadas. Tanto unas como otras son sierras muy cercanas a la costa del Estrecho, las de mayor inf luencia de las nieblas. Desde ahí hacia el norte, exceptuando las cumbres de la sierra del Aljibe, donde perduran algunos ojaranzales con la única presencia de Vandenboschia speciosa, y un pequeño arroyo de la sierra de Montecoche, con Culcita macrocarpa y gametofitos de Vandenboschia speciosa, en el resto de las sierras del parque esta comunidad de ojaranzales con helechos relictos (exceptuando el helecho de cristal en su fase gametofítica) es prácticamente inexistente.
3.1. ALBINAS ESCALONADAS Y TALUDES REZUMANTES
La mayor cantidad y variedad de albinas se localiza en las laderas donde el contacto del material permeable e impermeable es más o menos paralelo a las curvas de nivel y donde, a lo largo de dicho contacto, van apareciendo estas pequeñas surgencias. La repetición en la vertical de este fenómeno, debido a la alternancia de estratos de areniscas y de arcillas, da lugar a una serie de terrazas topográficas en las laderas de las sierras, con albinas en cada una de ellas, que es lo que hemos denominado albinas escalonadas.
Estos afloramientos escalonados suelen situarse a lo largo de una pequeña hondonada o valle poco profundo ocupado por diferentes terrazas comunicadas entre sí y situadas unas por debajo de las otras. Generalmente, entre estas estructuras aterrazadas se forma un pequeño cauce o canal de desagüe que las une, aportando cada surgencia su caudal correspondiente, que contribuye a aumentar el aforo del arroyo conforme va descendiendo de cota, hasta llegar a formarse un canuto. La diferencia de altura sumada a la exuberancia de la vegetación y al carácter permanente del caudal produce paisajes de gran belleza, con cascadas que salvan los obstáculos y frecuentes taludes rezumantes anexos a ellas, siempre húmedos, en los que las plantas propias de estos ecosistemas refugio, en especial los musgos y los helechos relictos encuentran un hábitat estable, idóneo para su desarrollo. Estos taludes aparecen en una posición casi vertical. En ellos el agua chorrea o mantiene húmedas las paredes durante todo el año. En el mismo talud o en sus cercanías, aprovechando las grietas rocosas o los acúmulos de tierra, crecen poblaciones con muchos ejemplares de las cuatro especies de helechos, incluyendo Vandenboschia speciosa, que, aunque pueda competir mejor que las demás especies en los canutos, es en las albinas y los taludes donde encuentra mayores posibilidades para su desarrollo. En algunas de ellas se encuentran ejemplares adultos que tapizan tajos enteros, rellenando superficies que pueden llegar a superar varios metros cuadrados. Valga como ejemplo la albina de Ojén Chico, donde existe una zona cercana a los 30 m2 en la que todas las rocas están cubiertas de ejemplares adultos y fértiles de este helecho, rellenando prácticamente todo el espacio. Localidades de este tipo son las albinas del Pino o las del Utreras, en el municipio de Los Barrios, las albinas de las Chorreras, en la sierra tarifeña, o las albinas del Tajo del Águila, en las sierras de Algeciras. En esta última los taludes rezumantes forman bellas cortinas de agua que mantienen una interesante comunidad briofítica siempreverde y una de las poblaciones de Culcita macrocarpa más importantes de la zona.
En ocasiones todo o parte del caudal de estas albinas escalonadas acaba nutriendo una amplia charca o trampal situado en una zona inferior llana, que suele estar cubierta por una extensa aliseda. Así sucede en las albinas del Pino (Los Barrios) y en las albinas de las Chorreras (Tarifa).
La mayor cantidad y variedad de albinas se localiza en las laderas
En ocasiones todo o parte del caudal de las albinas escalonadas nutre una amplia charca
3.2. ALBINAS SOTERRADAS
La mayor pendiente de los paquetes de areniscas, favorece la caída de bloques y de derrubios de este tipo de roca sobre el contacto entre las areniscas y las arcillas y sobre las terrazas erosivas antes citadas, originando lo que denominamos albinas soterradas. En ellas el agua de la surgencia discurre por debajo de dichos derrubios, pudiendo af lorar en el borde del desprendimiento, varias decenas de metros más abajo.
En este caso la vegetación riparia aparece sobre estos desprendimientos de ladera, camuf lados por el paso del tiempo, sin que el agua esté a la vista. Sobre estas albinas ocultas los potentes rizomas de los helechos relictos y las raíces de los árboles se nutren, de un modo constante y sin apenas estiaje, de estos caudales subterráneos, alcanzando, tanto unos como otros, los mayores portes documentados por nuestro equipo en todo el territorio, con individuos de Culcita macrocarpa, por poner un ejemplo, cuyas frondes superan los 4 metros de longitud y ejemplares de especies arbóreas, como el avellanillo o el laurel, con más de 25 metros de altura en algunos casos. Es en la albina soterrada de la Junta de los Arroyos, en el valle del río de la Miel, donde encontramos los ejemplares más grandes de Pteris incompleta y lo mismo ocurre con Diplazium caudatum en la parte alta,
también soterrada, de las albinas de Pepe Ayala, en la sierra de Ojén.
Aunque el catálogo florístico de las albinas suele coincidir con el de los canutos y ojaranzales de niebla, en las orlas de las albinas suelen aparecer céspedes, más o menos continuos, de varias especies singulares que en los canutos son raras o aparecen de forma dispersa. Se trata de un tapiz herbáceo o frutescente formado por Lamium flexuosum, Scrophularia laxiflora, Mercurialis reverchonii, Arisarum proboscideum, Ruscus hypophyllum, Daphne laureola subsp. latifolia y el helecho de sotobosque, Polystichum setiferum, que solo aparece en contados lugares.
EL MILAGRO DE LAS ALBINAS
El hecho de que la mayor parte de las albinas que permanecen con agua durante el verano (en las cuales sobrevive la representación más importante de f lora lauroide terciaria (ojaranzales con acebo, avellanillo, laureles y helechos relictos) se encuentre en la zona más meridional del sector aljíbico, la más cercana al Estrecho, nos plantea que el aporte de la precipitación horizontal provocada por las nieblas estivales puede explicar ese carácter de humedal permanente propio de estas albinas. El proceso de recogida de la humedad de las brumas por parte de las plantas del bosque, su transporte hacia zonas más bajas entre los estratos de areniscas y su posterior salida al exterior en las áreas de contacto entre areniscas y arcillas, contribuiría a explicar la pervivencia de la flora relicta en nuestra zona y el carácter de refugio de las montañas sudorientales gaditanas.
EL RETO DE LA CONSERVACIÓN
Nos equivocaríamos profundamente al pensar que el origen terciario de los helechos que ocupan nuestras albinas les confiere una fortaleza capaz de afrontar cualquier tipo de inconveniente para su supervivencia. Tanto estas especies como el cortejo lauroide que las acompaña ocupan refugios climáticos que se muestran altamente sensibles. La dependencia extrema de las nieblas originadas en las sierras más cercanas al Estrecho nos hace suponer que los cambios en los procesos climáticos pueden afectarles de forma directa, especialmente por el alargamiento del periodo estival y por la cada vez más frecuente concentración de las precipitaciones anuales en lluvias torrenciales primaverales.
La elevadísima mortandad del arbolado que está teniendo lugar durante las últimas décadas en muchos de los alcornocales aledaños a las albinas conlleva un claro aumento de temperatura y disminución de la humedad relativa que también pueden poner en peligro el carácter de refugio climático que tienen.
Los seguimientos de las localidades conocidas de helechos amenazados y la prospección de territorios potenciales llevadas a cabo de forma intensa desde la puesta en marcha del PRCHA han permitido determinar con exactitud el número de localidades y ejemplares de cada una de las especies de helechos amenazados: Culcita macrocarpa, Diplazium caudatum, Pteris incompleta y Vandenboschia speciosa. A la vez ha sido posible definir las amenazas que presentan tanto las especies como los hábitats que ocupan. Sorprendentemente las amenazas directas más importantes en la actualidad proceden del exceso de cargas ganaderas y cinegéticas que soportan los montes en los que se localizan estas comunidades vegetales. Ciervos y gamos se alimentan de la vegetación ocasionando importantes daños por herbivoría, sobre todo a finales de verano, cuando la comida escasea en los montes. Los cerdos asilvestrados, cuyas poblaciones han aumentado de forma notable durante los últimos años, causan importantes daños tanto a la vegetación como al suelo y provocan grandes destrozos con su tránsito continuado, con sus hozaduras, bañas y rascaduras sobre árboles y rocas.
Desde el PRCHA se establecen convenios de colaboración con propietarios de terrenos particulares en materia de conservación en cuyo ámbito se plantean, entre otras cuestiones, actuaciones de emergencia en forma de vallados perimetrales de protección que impidan el acceso de los animales a estos enclaves privilegiados.
Sin duda, la instalación de estas protecciones constituye la actuación más importante a llevar a cabo de la forma más rápida posible. Se trabaja también en la localización de hábitats potenciales cuyas características permitan realizar la introducción benigna de algunas de estas especies de helechos y el refuerzo de algunas poblaciones que actualmente presentan problemas para su conservación.
A modo de conclusión, resulta paradójico que especies presentes en estas sierras desde hace millones de años, refugiadas en minúsculos enclaves cuya particular geología y climatología han permitido su supervivencia, se vean seriamente amenazas por desequilibrios naturales de clarísimo origen antrópico y relativamente sencillos de solucionar. La declaración de espacios naturales protegidos y la actual normativa ambiental nos proporcionan las herramientas básicas para su conservación. Es imprescindible que se activen de forma efectiva los mecanismos administrativos y económicos necesarios para garantizar que el milagro de las albinas siga siendo posible.
Artículo publicado en el número 57 de Almoraima. Revista de Estudios Campogibraltareños. Octubre de 2022.