Europa Sur

La reorganiza­ción en la posguerra civil (XXXV)

● El capitán de Carabinero­s Federico Pérez Padilla tuvo que hacerse cargo del Primer Tabor del Tercer Grupo de Fuerzas Regulares Indígenas de Ceuta

- JESÚS NÚÑEZ Coronel de la Guardia Civil (R) y doctor en Historia

DESDE el 2 de mayo de 1937 hasta el día 18 siguiente, el capitán de Carabinero­s Federico Pérez Padilla, que al alcanzar el empleo de teniente coronel se le concedería el mando de la 134ª Comandanci­a de Costas de la Guardia Civil (Algeciras), tuvo que hacerse cargo de una importante columna de operacione­s, siendo jefe accidental del Primer Tabor del Tercer Grupo de Fuerzas Regulares Indígenas de Ceuta.

Mientras tanto hay que precisar que para el gobierno de la Segunda República era un rebelde pendiente de ser sometido a consejo de guerra. Tal y como se especifica­ba a renglón seguido en su hoja de servicios, y bajo la anotación específica de ser hecha por “el Ejército rojo”, la orden circular de 10 de agosto de 1936, publicada en la Gaceta de Madrid núm. 225, le había dado de baja definitiva, conforme a lo dispuesto en el decreto de 31 de julio anterior, publicado en la Gaceta de Madrid núm. 214, por el que se hacía aplicación al personal de Carabinero­s, de los preceptos del decreto de la presidenci­a del Consejo de Ministros de 21 del mismo mes (Gaceta de Madrid núm. 204).

Sin embargo, en virtud de lo dispuesto en el artículo 1º del decreto núm. 56 de 1 de noviembre de 1936, publicado en el BOE núm. 22, quedaba sin efecto la medida anterior tomada contra dicho oficial por el gobierno de la República. Al iniciarse la sublevació­n militar el 18 de julio de 1936, el capitán Pérez se encontraba mandando en la población granadina de Motril, la 2ª Compañía de la 8ª Comandanci­a de Carabinero­s (Almería). Como se quedó aislado de dicha jefatura, y por lo tanto de su teniente coronel, al declararse dos días después el estado de guerra proclamado por los sublevados, se unió muy activament­e con su compañía de carabinero­s a dicho alzamiento militar.

A comienzos del mes de mayo de 1937 y encontránd­ose en la provincia de Córdoba, concretame­nte en el Cerro de la Chimorra, al mando accidental del mentado Tabor de Regulares de Ceuta, se le unió como refuerzo dos compañías de Infantería, una batería de Artillería a pie, un pelotón de Infantería con un cañón de acompañami­ento, una sección de Ingenieros zapadores, un grupo de Transmisio­nes, una ambulancia a lomo y cuatro enlaces de Caballería. Estuvo al mando de todo ello hasta el citado día 18 del mentado mes, “teniendo en este tiempo que efectuar un relevo de fuerzas en difíciles circunstan­cias por el lugar que ocupaban y rechazando un intento de ataque nocturno del enemigo, haciéndole­s bastantes bajas y cogiéndole algún armamento”.

Sin embargo, no tuvo mucha suerte ya que dos días después de dejar dicho mando por incorporac­ión de su titular, se hallaba al frente de su compañía así como de otra más de dicho Tabor, cuando resultó herido, “de bala enemiga clasificad­a de grave”, siendo evacuado al hospital de Córdoba donde permaneció hasta el 23 de julio siguiente, siendo dado de alta y “cura ambulatori­a”. Además de serle concedida la medalla de sufrimient­os por la patria, la orden general del Ejército del Sur, de 18 de noviembre de dicho año, le citó como “distinguid­o” con la expresión siguiente: “Capitán de Carabinero­s D. Federico Pérez Padilla, con gran valor y espíritu consiguió con su Compañía el objetivo

Para la II República era un rebelde pendiente de ser sometido a consejo de guerra

señalado, resultando herido”.

Por orden de la Subsecreta­ría del Ejército, fechada el 30 de abril de 1938, fue promovido al empleo de comandante por antigüedad, siendo destinado por otra orden del mismo centro, fechada el 24 de mayo, a propuesta del inspector general de Carabinero­s, general de división Gonzalo Queipo de Llano Sierra, que simultánea­mente mandaba el Ejército del Sur, a la 13ª Comandanci­a (Badajoz) de dicho Instituto.

Sin embargo, no se incorporó a su destino ya que continuand­o en Córdoba de cura ambulatori­a, se había hecho voluntaria­mente, a petición propia y desde el 30 de agosto de 1937, cargo de la jefatura de la 4ª Sección de Estado Mayor del gobierno militar de Granada. Según certificad­o expedido por el comandante jefe de dicho Estado Mayor, Gonzalo Bellod Keller, el comandante Pérez continuó así hasta el 11 de junio de 1938, “en que por acuerdo del Tribunal Militar de aquella plaza fue evacuado al Hospital Militar de Lanjarón (Granada) para seguir su curación por considerar serle perjudicia­l su permanenci­a en Córdoba durante los meses de estío”.

Posteriorm­ente, y según otro certificad­o expedido por el coronel Luis Molina Rodríguez, jefe de Estado Mayor del Cuerpo de Ejército de Córdoba, el comandante Pérez había prestado, a petición propia por hallarse en cura ambulatori­a por herido, servicio en la jefatura de la 1ª Sección de dicho Estado Mayor, desde el 29 de octubre de 1938 hasta el 28 de mayo de 1939.

Tras serle concedidos seguidamen­te cuatro meses de licencia por herido para la localidad de Motril y comenzar a disfrutarl­os, causó baja en la 13ª Comandanci­a (Badajoz) y alta, posterior y nuevamente, en la 8ª Comandanci­a (Almería). El 2 de octubre de 1939 se incorporó a la misma, siéndose otorgada la jefatura de servicios de la misma. El 3 de febrero siguiente se hizo cargo de la jefatura del Detall de dicha Comandanci­a, cesando el día 29 de dicho mes. Ello fue debido a que el día anterior había sido destinado a prestar sus servicios en la provincia de Granada, pertenecie­nte a la misma Comandanci­a, haciéndose cargo al mes siguiente de su jefatura de servicios.

Tras serle concedidas la medalla de la Campaña, una cruz roja del mérito militar y una cruz de guerra, le fue de cumplimien­to la ley de 15 de marzo de 1940, en la que el Cuerpo de Carabinero­s fue absorbido por el de la Guardia Civil. Pasó por lo tanto, conforme a la ley de presupuest­os de 4 de junio siguiente, primero a la 64ª Comandanci­a Administra­tiva de la Guardia Civil (Almería-granada), reconverti­da seguidamen­te, conforme a la Instrucció­n General núm. 3, de 20 de febrero de 1941, en la nueva 133ª Comandanci­a de Costas de la Guardia Civil (Almeríagra­nada), pertenecie­nte al 33º Tercio de Costas (Málaga), también de nueva creación.

Por orden del Ministerio del Ejército, de 17 de marzo siguiente, Federico Pérez fue declarado apto para el ascenso, concediénd­osele el empleo de teniente coronel de la Guardia Civil, en propuesta ordinaria por antigüedad. Diez días después, como consecuenc­ia de que el teniente coronel Joaquín Moreno Lara había sido destinado para el mando de la 334ª Comandanci­a de Costas (Huelva), aquél fue destinado para mandar la 134ª Comandanci­a de Costas (Algeciras), dependient­e del 34º Tercio de Costas (Cádiz).

Así, el teniente coronel Federico Pérez Padilla, tras causar baja a fin de marzo de 1941 de la 133ª Comandanci­a de Costas (Almería-granada), dependient­e del 33º Tercio de Costas (Málaga), causó alta en la mentada 134ª Comandanci­a de Costas (Algeciras), haciéndose cargo del mando de la misma el 3 de mayo siguiente. Sin embargo, por orden del Ministerio del Ejército dictada tan sólo dieciséis días después, fue destinado a la plana mayor del 39º Tercio de Fronteras (Pamplona), donde causó alta al mes siguiente.

(Continuará)

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Reseña de ‘El noticiero gaditano’ donde se menciona al capitán de Carabinero­s Federico Pérez Padilla en un viaje a Algeciras (1929).
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