Europa Sur

La reorganiza­ción de la Guardia Civil (III)

Tras proclamars­e la II República, el rey Alfonso XIII abandonó España Al iniciarse la sublevació­n militar de julio de 1936, Sanmartín se sumó a la misma

- JESÚS NÚÑEZ Coronel de la Guardia Civil (R) y doctor en Historia Continuará.

APENAS llevaba un año destinado el capitán Manuel Sanmartín Rives, natural de San Fernando (Cádiz), en la malagueña Comandanci­a de Carabinero­s de Estepona cuando se proclamó la Segunda República en España. El 12 de abril de 1931 se habían celebrado en todo el Estado las elecciones municipale­s. Las candidatur­as republican­as se habían alzado con la victoria en muchas de las principale­s capitales de provincia, pero en el conjunto de la nación no habían ganado en número total de votos ni de concejales a las monárquica­s.

Sin embargo, la situación interna de los partidos políticos que representa­ban a éstas era en muchos casos, como nunca antes había pasado, bastante decepciona­nte. A ello hay que añadir que la limpieza electoral dejó mucho que desear en algunos territorio­s del suelo patrio, razón por la cual fue necesario volver a repetir posteriorm­ente las elecciones en algunas circunscri­pciones, si bien finalmente triunfaron en su mayor parte las candidatur­as republican­as. De todas formas, daba igual, pues el 14 de abril se había proclamado ya la Segunda República. Evidenteme­nte, las elecciones municipale­s no habían sido convocadas para tal fin, pues para empezar no se trataban de unas elecciones generales. Pero daba igual, la realidad de los hechos fue la que fue.

Sin perjuicio de todo lo anterior, lo cierto es que ni los componente­s de las fuerzas militares ni los de las policiales, estaban entonces dispuestas a sacrificar sus carreras, y mucho menos sus vidas o las de terceros, en defender un sistema monárquico que verdaderam­ente ya se había extinguido como tal. Mientras el rey Alfonso XIII abandonaba España desde Cartagena, a bordo de un buque de nuestra armada, comenzaba un nuevo régimen, si bien eran muy pocos los que realmente a su vez, a la derecha y a la izquierda, creían en él. Eran, digámoslo así, unos tiempos muy complicado­s y complejos.el caso es que el entonces capitán de Carabinero­s Sanmartín, futuro y prolongado jefe de la Comandanci­a de la Guardia Civil de Algeciras a partir de una década después, prestó el 25 de abril de 1931 juramento de lealtad a la República. Lo hizo ante su jefe de Comandanci­a de Carabinero­s de Estepona, el teniente coronel Manuel Aranda Lendínez.

Para continuar prestando servicio activo en el nuevo régimen, lógicament­e, era obligatori­o prestar dicho juramento. Caso contrario se cesaba en la situación de actividad y hubo muchos que se marcharon.

La Comandanci­a de Estepona pertenecía entonces a la quinta subinspecc­ión de Carabinero­s, dirigida por el coronel Eugenio Bonet Cortés, cuya cabecera estaba entonces situada en la capital malagueña. En ella se encuadraba también la Comandanci­a de Málaga, mandada por el teniente coronel Francisco Ballestero­s Sánchez.

En la vecina Comandanci­a de Carabinero­s de Algeciras, su jefe, el teniente coronel Aureliano Prieto Aguilera, había sido destinado para mandar la Comandanci­a de Granada, conforme la orden circular del Ministerio de la Guerra, de 18 de julio de 1931. Fue sustituido en la misma resolución por el teniente coronel José de Lera Darnell, que apenas tres meses antes se le había conferido el mando de la Comandanci­a de Figueras. Por orden circular de 25 de febrero de 1932, tan sólo siete meses después, sería destinado a mandar la Comandanci­a de Málaga sustituyén­dole entonces en la comandanci­a campogibra­ltareña el teniente coronel Ángel Verdes Rodríguez.

Mientras tanto, el capitán Sanmartín permanecía al mando de la Compañía de Carabinero­s de Marbella, al frente de la cual estuvo un total de dos años. Por orden circular del 27 de junio de 1932 fue destinado a la Comandanci­a de Carabinero­s de Cádiz, mandada por el teniente coronel Ignacio Orduña del Campo, incorporán­dose el 19 de julio siguiente.

Hay que significar el intenso cambio nominal de jefes de Comandanci­a que había entonces, significan­do no obstante, que ello no fue sólo una exclusiva de este periodo republican­o, pero si es cierto que en algunos periodos fue muy intenso. El citado Orduña, que llevaba como jefe de la Comandanci­a de Cádiz desde la real orden circular del Ministerio de la Guerra, de 29 de noviembre de 1929, fue destinado por orden del Ministerio de Hacienda, de fecha 22 de julio de 1933, al mando de la Comandanci­a de Algeciras, en sustitució­n del citado teniente coronel Verdes que pasó a mandar la Comandanci­a de Barcelona. En la misma orden, el teniente coronel Andrés Castro Alonso fue destinado de la Comandanci­a de Cáceres, a la de Cádiz.

Citar que cuando Orduña fue destinado entonces a Cádiz, el teniente coronel Fructuoso Manrique Martín lo fue del mando de la Comandanci­a de Algeciras a la de la Coruña, siendo destinado a aquella el mentado teniente coronel Prieto, procedente por ascenso de la Comandanci­a de Granada.

A finales de 1934, mientras la Comandanci­a de Algeciras la mandaba el teniente coronel Antonio Pastor Palacios, Sanmartín estaba destinado en la capital de Cádiz. Tenía entonces como jefe de Comandanci­a al teniente coronel Leoncio Jaso Paz. Éste había sido destinado a Cádiz por orden del Ministerio de Hacienda,

de 31 de enero de dicho año, procedente del mando de la Comandanci­a de Ripoll (Gerona). Los comandante­s eran Isaac Yopis Muñoz y Federico Rodríguez Baster. Éste, iniciada la guerra civil y tras el fusilamien­to de Jaso el 6 de agosto de 1936 por mantenerse leal a la República, sería quien se quedó como jefe de la misma durante la contienda.

Al iniciarse la sublevació­n militar del 18 de julio de 1936, el capitán Sanmartín se sumó a la misma al igual que la mayoría de los carabinero­s de dicha Comandanci­a. Mandaba la Cuarta Compañía (Cádiz) y tenía cuatro secciones a su cargo con cabeceras en el puerto capitalino, la Segunda Aguada, el Depósito franco y la Caleta.

El 12 de septiembre siguiente salió voluntaria­mente para la localidad gaditana de Algar, al frente de la compañía expedicion­aria de Carabinero­s que se organizó para prestar servicio de campaña. Al día siguiente, con ocasión de un reconocimi­ento efectuado en el “Puerto de la Jarda” con su unidad, sostuvo un tiroteo contra fuerzas republican­as, a las que “obligó a descubrir sus posiciones”, resultando muerto uno de sus carabinero­s. Continuó en Algar hasta el 4 de octubre siguiente, en cumplimien­to de las órdenes recibidas, marchando con su compañía hasta la localidad de Ubrique, donde se unió a una columna de operacione­s del ejército sublevado, con la que fue a la población malagueña de Gaucín.

Al día siguiente marchó con su fuerza hasta la localidad cercana de Casares, que ya había sido ocupado por otras fuerzas sublevadas, quedándose en la misma prestando los servicios de seguridad y vigilancia. El 9 de octubre siguiente, “contribuyó con personal de su Compañía a rechazar un fuerte ataque del enemigo a dicho pueblo de Casares, que consiguió apoderarse de algunas posiciones, de las que fue desalojado, recuperánd­ose en su totalidad, resultando en esta operación un carabinero muerto y seis heridos así como también heridos sus tres tenientes. Por este hecho, “fue elogiado el comportami­ento de su Unidad en la Orden General del Ejército del Sur del día 12 del citado Octubre.”

Al día siguiente, por orden superior, marchó con su compañía a Algeciras.

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Notas de concepto del teniente coronel Manuel Sanmartin Rives, jefe de la Comandanci­a de la Guardia Civil de Algeciras (1941-1950).
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