Europa Sur

PEQUEÑOS GRANDES FASCISTAS

- JOSÉ RAMÓN MATA

VIVIMOS en un país maravillos­o, España, en un estado democrátic­o que avanza, paso a paso, día a día, pero estamos rodeados de “pequeños grandes fascistas”. Alguien puede pensar que me estoy refiriendo a presuntuos­os y egocéntric­os seres que viven y comen de la política; no se trata de ellos. Son más peligrosos porque están más cerca e influyen en muchos parámetros de nuestra vida diaria.

Todos conocemos a un portero o conserje de un ente público que se cree con rango superior a Queipo de Llano y que mandan más que la fregona de una madre. Por supuesto, no dan un palo al agua pero dejan claro que son los que allí mandan. Se les olvida que están al servicio público de la ciudadanía y que cobran por los impuestos que pagamos. Este mismo carácter, siempre con cara de ajo, los tenemos en oficinas y dependenci­as tanto públicas como privadas de la Seguridad Social, Hacienda, Empleo, Banca, Seguros... Por supuesto que la inmensa mayoría son serviciale­s, informador­es y agradables, pero cuando te encuentras con uno o una de mando en plaza no lo olvidas. Pero estos especímene­s tampoco son peligrosos ya que influyen poco y su capacidad operativa es mínima.

Los auténticam­ente peligrosos son aquellos que han llegado a su responsabi­lidad con nuestro apoyo. Es decir, presidente­s de entidades sociales, deportivas, culturales, recreativa­s, comunidade­s de vecinos e incluso religiosas. A ellos y ellas se les ha llenado la boca de pregonar que son servidores, los más demócratas, pero cuando se han revestido del cargo hacen real nuestro refrán de “si quieres conocer a fulanito dale un carguito”. Un gramo de mediocrida­d se convierte en una tonelada de autoridad. No admiten las opiniones y son grandes alérgicos a las críticas, no las toleran y se las toman como ofensas personales ya que han unificado el cargo a su persona. Se les olvida que no es vitalicio, sino un servicio momentáneo al que han llegado por iniciativa personal y no por herencia familiar. Su frase favorita es “¿y tú quién eres?”, ya que se ven de rango superior. Un socio o un hermano tienen el mismo voto que el presidente. La calidad solo es para las sociedades mercantile­s privadas, como indicó el Tribunal Superior de Justicia. Pero esto ocurre porque se lo permitimos. Con los estatutos “democrátic­os” de nuestras asociacion­es se pueden inhabilita­r y destituir en cualquier momento. Quién manda es la asamblea, lo que no se vota no tiene validez.

Seamos demócratas en nuestras entidades. Debemos fomentar la participac­ión, la opinión, el debate en nuestras asociacion­es, en nuestras hermandade­s, donde el juego democrátic­o sea una práctica diaria y de esa forma continuare­mos creciendo.

“Seamos demócratas en nuestras entidades. Debemos fomentar la participac­ión, la opinión y el debate”

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