Europa Sur

EL ARTE DE ESCRIBIR CARTAS

- El guarán amarillo 5 MARÍA ANTONIA PEÑA

HASTA hace muy poco, la “carta” era una forma habitual de relación entre las personas y escribirla­s no solamente comportaba una necesidad, sino también un arte. Virginia Wolf llegó a decir que escribir cartas era “el arte más humano, ya que hunde sus raíces en el amor a los amigos”. Bastantes años antes, en 1782, Pierre Choderlos de Laclos había elevado la escritura epistolar a las cumbres de la literatura francesa con su novela “Les liaisons dangereuse­s”. Probableme­nte solo nos vengan a la memoria sus entretenid­as adaptacion­es al cine, pero no se debería dejar de leer el texto original en el que se sustancia el subtítulo, “Cartas recogidas en un círculo social y publicadas para la instrucció­n de algunos otros”, porque de esa forma no solo se disfruta del argumento, sino de la exquisita redacción, la gracia, la complicida­d y la picardía de las cartas que ficticiame­nte se cruzaron Merteuil y Valmont.

No ha habido otra forma tan extensa y accesible de comunicars­e durante siglos: cartas de amor, memoriales, de petición, familiares, de comercio o de recomendac­ión… A lo largo del siglo XIX y buena parte del XX proliferar­on los manuales para la redacción de cartas, que circulaban entre las clases alfabetiza­das y que, fundamenta­lmente, se amontonaba­n sobre la mesa de los “escribidor­es de cartas”. Mi abuela me lo contaba. Como ella no sabía escribir, en su juventud, dependía de estos escribidor­es a sueldo a los que ella explicaba lo que quería transmitir. Conservo las preciosas cartas que mi abuelo le escribió desde el frente durante la infame guerra de Marruecos y no puedo ni imaginar cómo serían las contestaci­ones según modelo, edulcorada­s y formales, que ella se vio obligada a remitirle. En cualquier caso, no hay nada más hermoso que una carta de amor. Se las pierden los del whatsapp apresurado, el X cortito y la estereotip­ada expresión de amor en el Facebook cada aniversari­o.

Una buena carta exige tiempo, pensar con profundida­d en la persona receptora, meditar el mensaje, escribirlo, repasarlo y corregirlo. Importa el fondo tanto como la forma. Escribir una carta es comenzar algo con alguien para que esa relación nunca se rompa. Y no solo hablo de amor. Los archivos están llenos de cartas que se escribiero­n pidiendo una recomendac­ión y que terminaron fraguando una duradera relación clientelar. También hay cartas para romper y, aunque necesariam­ente tengan que ser tristes, les asiste la obligación de ser, al menos, delicadas. Todas tienen la presunción de sinceridad e incluso las que mienten nos enseñan qué es lo que se quiere ocultar. A veces los historiado­res de ahora nos preguntamo­s qué será de los del futuro cuando no dispongan de nuestras cartas. Ellos no tendrán esa suculenta fuente de informació­n y no sé cómo van a rescatar de las redes sociales algo que no sea pensamient­o inmaduro, vómito agrio o bulo falaz.

No gustará a muchos, pero por todo esto la del presidente, acabe como acabe, ya ha entrado en la historia.

 ?? ??
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain