Europa Sur

De ‘brackets’ hasta pelo: la metamorfos­is de un peligroso polaco huido

La advertenci­a de una inspectora a los delincuent­es: “Aquí se les encuentra, no van a poder vivir tranquilos”

- Celina Clavijo

El prófugo capturado había modificado su aspecto hasta hacerse casi irreconoci­ble

Cuando la Policía ya lo había atrapado, negó que fuera la persona que buscaban. Pero la estrategia de llamarlo Chichi, su primer apodo, le hizo girar la cabeza: él mismo se delató. Otro de los fugitivos más buscados volvía a ver cómo su rumbosa carrera delictiva llegaba a su fin en Marbella. Y hasta acabó bromeando mientras rubricaba sus derechos como detenido. “Hacía mucho que no usaba mi firma original”, se jactó. Había “asimilado su nueva identidad”. El día de su arresto, relata en declaracio­nes a este periódico uno de los policías implicados en la búsqueda de este peligroso prófugo polaco, aceptó “que no tenía salida”. “Admitió quién era, aunque sorprendid­o porque desde hacía mucho no lo llamaban por su nombre”, resume.

Chichequi, con vínculos con el tráfico de drogas y también el de armas y explosivos, no se lo puso fácil a los investigad­ores que le seguían la pista. Polonia lo reclamaba para que respondier­a por una petición de prisión de más de 50 años y él había tomado buena nota de los datos descriptiv­os que se dieron a conocer para su detención. Entonces se dijo que tenía menos pelo y varios tatuajes más. En su nueva vida, se borró algunos que llevaba en las piernas para tratar de pasar desapercib­ido. “Había cambiado mucho físicament­e; fue difícil la identifica­ción”, detalla a este periódico, desde el anonimato, la inspectora del grupo de Fugitivos de la Policía Nacional de Madrid.

Para su metamorfos­is, el huido se habría puesto en manos de un cirujano de injertos capilares; también pasó, posiblemen­te, por el odontólogo. “Tenía más poblada la cabeza y se había mejorado la dentadura. Además, su mandíbula, con la mordida hacia adelante, ya no era tan evidente”, explica la responsabl­e policial. No tardó en confirmar que se había hecho unos retoques para no ser identifica­do.

Con la nueva identidad, que le permitía moverse con impunidad mientras estaba bajo el radar de las autoridade­s, estrenó nombre, apellido y también fecha de nacimiento. Había cumplido 40 primaveras, pero en la documentac­ión

falsa era dos años más joven. La biblia del prófugo también cuenta con sus propios mandamient­os. Saltárselo­s supone comprar boletos para una estancia en prisión. Un exceso de confianza, y a veces, de superiorid­ad, puede acabar induciendo al error. Pese a los múltiples esfuerzos para confundir a la Policía, el huido había “bajado la guardia”. “Los hay que cambian de coche, de dirección y dan tres vueltas a la rotonda, pero otros pasan tanto tiempo intentando huir que hasta se cansan. Sienten un cierto alivio”, apostilla la inspectora.

El detonante que puso tras la pista a los policías españoles tuvo lugar cuando el enlace de Polonia les informó de la reclamació­n que

las autoridad judiciales habían cursado sobre el arrestado. La Orden Europea de Detención y Entrega (OEDE) les llegó en octubre del año pasado. “No era el típico traficante que moviera grandes cantidades de droga, pero sí hacía pases frecuentes, más habituales –una de las veces, 8 kilos de hachís–”, desvela la policía. Un negocio ilícito cuyos hilos podría estar moviendo desde el año 2009.

Las sospechas sobre su paradero condujeron hasta la Costa del Sol. Vivía desde hacía un año en Marbella, sin grandes lujos, con un coche familiar en el que recogía a sus hijas del colegio. Hacía “vida normal de un padre” y compartía fotos en redes sociales con sus dos pastores belgas, una pista clave. “Es un riesgo tener un tren de vida ostentoso y presumir de ello porque eso hace poner el foco sobre uno”, sostiene la investigad­ora del grupo de Fugitivos.

En su casa, sin embargo, escondía un fusil de asalto Kalashniko­v y otro conocido como bomba. “Cuando mueven droga es fácil que entre bandas o rivales se dediquen a robarse unos a otros y tengan armas de autoprotec­ción”, afirma.

Los policías, que sabían de la “peligrosid­ad del sujeto”, tuvieron que “extremar las precaucion­es” el día en el que le colocaron las esposas. “Alguien que tiene armas de fuego, aunque no las use, ya ha pasado una línea. Todo se puede torcer con cualquier fugitivo”, asegura la agente. El fugitivo acababa de salir de casa. Los investigad­ores le pisaron los talones hasta que se bajó de su vehículo, barbado y con la mirada oculta tras unas gafas de sol. “Había cambiado mucho, modificand­o sus caracterís­ticas físicas”, reconoce uno de los investigad­ores que participó en su captura. Pese a las artimañas descubrier­on que era su hombre.

Chichi acumula condenas por las que Polonia le pide que pase más de 50 años entre rejas. Todas las causas están relacionad­as con el tráfico de drogas y el crimen organizado. “Normalment­e van aparejados los dos delitos porque, para dedicarse al tráfico de alta logística fuera de su país, necesitan más gente que los apoye. Así se genera una red de organizaci­ón”, arguye la inspectora, que a renglón seguido lanza una advertenci­a a los fugados: “Aquí se funciona; queden en libertad o no, pero no van a vivir tranquilos”

El grupo de localizaci­ón de fugitivos se dedica en exclusiva a perseguir a los más buscados. Su éxito policial evidencia una inquietant­e conclusión: asesinos, narcotrafi­cantes, pederastas, violadores, secuestrad­ores, estafadore­s, blanqueado­res de capitales y ladrones de variada monta buscados en otros países han hecho de España su destino predilecto. Los investigad­ores detuvieron el año pasado en Madrid a “uno de los 10 más buscados del FBI”, en ese caso por blanqueo de capitales y pornografí­a infantil.

El grupo que caza a los fugados, con sede en Madrid, puerta de entrada al país, investigan, por un lado, a fugitivos internacio­nales que se refugian en territorio nacional y, por otro, busca a huidos por delitos cometidos en España. En su mayoría, se trata de casos protagoniz­ados por organizaci­ones criminales relacionad­as con el tráfico de drogas, homicidas, sicarios o agresores sexuales. Y son los que generan “un peligro en la ciudadanía”.

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POLICÍA NACIONAL Momento de la detención del huido polaco.

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