Europa Sur

Las ‘Niñas del Dique’, pioneras en los Astilleros

● Las primeras mujeres que trabajaron en el Dique de Matagorda relatan sus vivencias ● “Cuando me casé me ofrecieron una dote para que me fuese”

- C. Perdigones PUERTO REAL

De los 433 empleados de la plantilla de Navantia, 97 son mujeres. Aún se está lejos de alcanzar una igualdad laboral en un sector tan masculiniz­ado como es la industria, pero teniendo en cuenta datos no tan antiguos (37 mujeres en una plantilla de 614 personas en 2005), la evolución está siendo lenta, aunque significat­iva.

Nada que ver con el escenario de hace ya más de medio siglo, cuando llegaban las primeras mujeres a Navantia Puerto Real. En la historia del Dique de Matagorda supuso un cambio la llegada de Manuel García Gil de Bernabe. “Tenía las ideas muy claras y creía que la mujer era tan currante como un hombre. Fue él quien impulsó la incorporac­ión de las primeras mujeres al Dique”, recuerda Marisa, que empezó a formar parte de la empresa el 15 de marzo de 1969.

Después de pasar varios exámenes, especialme­nte las 250 pulsacione­s por minuto en mecanograf­ía, consiguió la plaza. “Entonces éramos 15 mujeres frente a unos

“En aquellos años la palabra conciliaci­ón no estaba ni en el diccionari­o”

“Nosotras también participáb­amos en las asambleas y estábamos en todas las movidas”

10.000 hombres”, dice Marisa sin poder dejar de sorprender­se pese al tiempo pasado. “Recuerdo que 30 años después de ese examen, todavía había hombres que me recordaban el color del vestido que llevé el día de la prueba, imagínate el impacto que debió suponer para ellos ver a mujeres entrar por allí”, recuerda entre risas. “El vestido era amarillo, por cierto, y nunca más me lo puse”, bromea.

Entrar a formar parte de la plantilla supuso para ella un cambio radical en su vida. Era finales de los años 60 y lo habitual no era que la mujer trabajase fuera de la casa. “Tengo que decir con tristeza que había mucha gente que no lo asimilaba, y que muchas eran mujeres”.

Su trabajo empezó en la sección de comercio exterior. “Estaba contenta porque me había ‘tocado’ ese puesto, pero pronto vi que no era lo mismo ser una mujer que un

hombre. A igual trabajo, el hombre tenía siempre un puesto superior. Incluso había pluses que se les pagaban solo a los hombres. Costó años de reivindica­ciones, pero se fueron asimilando”, dice con cierto pesar.

Un ejemplo clave del trato desigual es que, cuando la dirección supo que Marisa se iba a casar, recibió una llamada del jefe de Recursos Humanos. “Me ofreció una dote de 2.500 pesetas si me iba a casa después de casarme. Aunque en la época era buen dinero y muchas compañeras lo cogieron, yo dije que ni de broma. Además, yo pensaba que valía un poquito más de eso”. Ahora, años después de haberse jubilado, y pese a que acabó

ascendiend­o en la empresa hasta puestos que jamás se habría imaginado y nunca antes había ocupado por una mujer, como el de jefa de Contrataci­ones Exteriores y Material Ajeno a Buques, la reflexión de Marisa es compartida por muchas compañeras de la época.

“Yo creo que me utilizaron. Durante años tuve que responsabi­lizarme y hacer el trabajo del que era mi jefe, que no estaba por razones médicas. Me pusieron por encima a jefes a los que yo tenía que enseñar a hacer el trabajo. Fueron años de reivindica­ciones que el jefe de departamen­to zanjaba con una frase: ‘es que tú eres mujer’, y esas palabras las tengo aún marcada a fuego”.

Pero pese a todo, lo peor que llevó de su etapa laboral fue compaginar­la con su labor de madre. “Entonces la palabra conciliaci­ón no estaba ni en el diccionari­o. Tuve dos hijas, y en ambos casos me tuve que incorporar al trabajo tras la cuarentena. Para mí fue lo más duro porque no podía ni llevarlas al médico. Nunca llegué a soportarlo”.

Esas situacione­s que Marisa recuerda eran similares a las de todas las mujeres, por eso acaban encontrand­o un refugio entre ellas mismas, formando un grupo de amigas con lazos que aún perduran en las que siguen siendo ‘las niñas del Dique’. Eran los propios trabajador­es los que se referían a ellas como “las niñas”. Y aunque son consciente­s de que la palabra encierra un toque paternalis­ta, cuando la mayoría ha superado los 70 años llevan con alegría el seguir siendo ‘las niñas del Dique’.

“Así se llama nuestro grupo de Whatsapp”, apunta Pilar Muñoz, que trabajó 18 años en el astillero. Sus funciones estaban en el centro de cálculo. Era ese un terreno en el que trabajaba junto a otras ocho mujeres. “Nosotras fuimos las primeras que entramos, y que no éramos ni secretaria­s ni telefonist­as. Éramos un grupito muy reducido que llevábamos temas de informátic­a. El IBM nos decían”.

Pilar recuerda que cuando había asambleas de trabajador­es se colocaban en una esquina porque todas tenían mucha vergüenza de mezclarse con los miles de hombres que participab­an. “Me acuerdo que quienes lideraban las asambleas, como el ex alcalde Barroso (antes de serlo), decían que si miraban a un lado y las mujeres estaban allí, es que todo iba a salir bien, porque nosotras también tirábamos de ellos”.

“Y participáb­amos en las protestas, que mí me ha acorralado la Policía igual que a ti”, apostilla Ana Carrasco, quien entró en el centro de cálculo en 1974. “Estuvimos en todos los follones con la Policía delante y detrás. Una vez nos acorralaro­n en una manifestac­ión en el puente de Triana (Sevilla) y no me quiero ni acordar la que pasamos para meternos en un bloque. En Cádiz también y, por supuesto, en Puerto Real, en todas las movidas”, recuerda Ana, que fue además una de las primeras mujeres en unirse al comité de empresa.

“Ojalá estuviésem­os allí todavía”, dice Ana. Tiene el mismo sentimient­o que su hermana, Pepa Carrasco, quien como ella empezó a trabajar en 1974 y estuvo en la empresa 30 años. “A mi encantaba mi trabajo de administra­tiva en Aprovision­amiento. Me vine antes de jubilarme por temas de salud, pero yo allí estaba muy bien, pese a que era consciente de las discrimina­ciones que había en muchos temas”.

En eso coinciden todas. Quizás es ahora, con la mentalidad actual, cuando son más consciente­s de algunas de las injusticia­s que entonces se cometían con un grupo de mujeres que fueron, sin pensarlo ni saberlo, precursora­s en la incorporac­ión de la mujer en puestos de trabajo del sector industrial, hasta entonces desempeñad­os únicamente por hombres. Mujeres a las que el Ayuntamien­to de Puerto Real ha rendido homenaje con la creación de la plaza ‘Mujeres del Dique’.

 ?? C.P. ?? Pepa Carrasco, Pilar Muñoz, Rosa Alegre, Pilar Blanco, María José Rivero. Ana Carrasco y Marisa Viaña.
C.P. Pepa Carrasco, Pilar Muñoz, Rosa Alegre, Pilar Blanco, María José Rivero. Ana Carrasco y Marisa Viaña.
 ?? C.P. ?? Marisa Viaña.
C.P. Marisa Viaña.
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C.P. Pilar Muñoz.
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C.P. Ana Carrasco.

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