Jaguar F-Pace 3.0 V6 Supercharged

El Jaguar F-Pace es al F-Type lo que el Porsche Macan al 911. Habitable, dotado de una amplia gama, agradable de ver y conducir, resulta fácil presagiarle una próspera vida comercial.

DDIECISIETE HORQUILLAS se interponen entre nuestro destino –el aeropuerto de la costera población de Tivat– y el punto de partida de nuestro último tramo de ruta, situado en el parque nacional de Lovćen, a 1.749 metros de altura. Llevamos dos días sin parar de conducir por todo tipo de carreteras y caminos de Montenegro, y estos escasos 15 kilómetros no deberían tener apenas peso en el cómputo total, o eso es al menos lo que yo pensaba antes de recorrerlos y antes de descubrir que la conocida como serpentineroad es una de esas carreteras que no olvidarás jamás.

Sacar todo el partido posible al F-Pace con motor V6 sobrealimentado de 380 CV en este escenario no es fácil. Si te decides a hacerlo sin tocar ningún botón, pronto descubrirás que los controles electrónicos de tracción y estabilidad son bastante precavidos, y no te dejarán salir de forma fluida si aceleras antes de tiempo o más de lo que deberías a la salida de cualquiera de las paellas de esta deliciosa carretera. Antes de nada, conviene aclarar que el F-Pace envía todo el par disponible, en condiciones normales, a las ruedas traseras. Sólo cuando aparecen las pérdidas de motricidad se conecta, automáticamente y de forma progresiva, el tren delantero, mediante un embrague de discos bañados en aceite y una cadena de reenvío integrados en una caja tránsfer que conecta el semi-eje de transmisión encargado de enviar hasta el 50% del par disponible a las ruedas delanteras. Esta