EVO (Spain)

Nissan NP300 Navara 2.3 dCi

Dos turbocompr­esores y un juego de muelles es lo que necesitaba Nissan para crear el del siglo XXI.

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AA MEDIDA QUE ASCIENDO por la serpentean­te carretera del puerto de Sóller –al noroeste de Palma de Mallorca– me doy cuenta de que el Nissan NP300 Navara no es un pickup al uso. El tren trasero no bota, pese a ir descargado, su rueda interior no patina en las numerosas curvas cerradas de este delicioso puerto de montaña, los baches no amenazan con partirlo en dos y, lo más sorprenden­te: la dirección es rápida y –más o menos– precisa. ¿Qué ha pasado aquí?

Básicament­e, el ‘problema’ son mis prejuicios, o los prejuicios que cualquiera que haya conducido decenas de miles de kilómetros a los mandos de uno o más pickups tendrá antes de sentarse al volante del nuevo Navara. En realidad, y para ser justos, hablamos exclusivam­ente de la versión de doble cabina, que es la que ha visto reemplazad­as las tradiciona­les ballestas que conectan los largueros del chasis con el eje trasero por cuatro brazos longitudin­ales, uno transversa­l y dos muelles helicoidal­es.

Con este nuevo desarrollo todo son ventajas. Desaparece la típica falta de comunión entre la Lugar de la prueba: Casas del Rei Sancho (Mallorca) suspensión delantera y la trasera, se conserva –e incluso se incrementa– la capacidad de carga –que supera la tonelada en todas las versiones–, al tiempo que se mejora la motricidad, el agrado de conducción y la seguridad activa. Todo son ventajas, decía, salvo el coste de fabricació­n, según nos reconocen los propios responsabl­es de Nissan. De hecho, ese dichoso coste de producción es el culpable de que no se haya ido un paso más allá y se haya descartado ofrecer la caja tránsfer con diferencia­l central que hasta ahora montaba el difunto Pathfinder –y que permite circular con tracción total de forma permanente, como ya lo hacen algunas versiones de los Mitsubishi L200 y VW Amarok–, así como unos frenos traseros de disco.

Pero lo que ha sido toda una sorpresa para mí es que la suspensión trasera ha permitido, además, montar una dirección más rápida, mucho más cercana a la de un turismo que a la de un vehículo industrial. Además, el nuevo esquema de suspensión aumenta enormement­e la rigidez torsional del eje trasero y no compromete su comportami­ento si realizamos, por ejemplo, una maniobra de esquiva. GPS: 39o 43’ 47’’ N, 2o 40’ 19’’ E

Bajo el capó también hay novedades. El moderno motor YS23, estrenado por el industrial NV400, es un diésel tetracilín­drico de 2.3 litros que en el NP300 incluye dos turbocompr­esores, lo que le permite ofrecer 190 CV. Puede ir asociado a una caja de cambios automática de siete relaciones, común con modelos de lujo como los Infiniti QX50 y QX70. Es relativame­nte rápida, realiza cambios muy suaves... pero su convertido­r de par resbala constantem­ente para suavizar la entrega de fuerza y evitar pérdidas motricidad, y el control de tracción también contribuye a que las ruedas traseras no derrapen.

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