Ford Ranger 3.2 Wildtrak
Si al leer ‘3.2’ piensas en un Porsche 930, sáltate esta página. Hoy toca divertirse ‘de otra manera’.
CCUANDO FORD LANZÓ la actual generación del Ranger, sus responsables estaban realmente orgullosos, y no era para menos. Estamos hablando de finales de 2011 y de un ‘coche’ que, planteado en el centro de desarrollo australiano de Victoria, exhibía un diseño mucho más atractivo que el de anteriores generaciones.
Pero el tiempo pasa y, si bien el Ranger seguía siendo el mejor pick up del mercado desde el punto de vista puramente todoterrenero, los gadgets, las ayudas a la conducción y las pantallas TFT en los salpicaderos de sus rivales lo habían avejentado. Para solucionarlo, en Ford han tirado de ‘banco de órganos’ y han dotado al Ranger de control de crucero adaptativo, dirección asistida eléctrica –hasta ahora era hidráulica– de intensidad variable, Stop-Start, sistema multimedia Sync 2 con control por voz, navegador y una enorme Lugar de la prueba: Astún (Huesca) GPS: 42o 48’ 35’’ N, 0o 30’ 27’’ O pantalla de ocho pulgadas que da servicio, de paso, a una práctica cámara de visión trasera.
Para ser justos, implementar algunos de estos ‘cacharros’ en el Ranger no es tan sencillo como hacerlo en un Focus, ya que este pick up mantiene sus 80 centímetros de capacidad de vadeo y sigue siendo capaz de hacer girar sus enormes ruedas cuando maniobra en medio de una rampa de piedras –algo que es posible gracias al reposicionamiento en el vano motor de elementos como el motor de arranque–.
Y dado que está enfocado a dar lo mejor en el campo, tampoco es justo que le pidamos en carretera mucho más que llevarnos de un punto a otro con un grado razonable de comodidad y al mismo ritmo que el resto del tráfico. Si bien es cierto que su motor de 200 CV se sitúa como el más potente de entre todos sus rivales –una vez desaparecido el 3.0 V6 dCi de la anterior generación del Nissan Navara–, las prestaciones en asfalto no son el fuerte de este Wildtrak. Y el confort es sólo ‘razonable’, especialmente en las plazas traseras, debido a que las ballestas del eje posterior transmiten sacudidas a sus ocupantes al pasar por la mayor parte de irregularidades. No obstante, los firmes muelles que monta en el eje delantero hace que se muestre más equilibrado que rivales como el Toyota Hilux. Además, el respaldo de las plazas posteriores presenta un grado