Renault Mégane GT
Una versión que, sin renunciar a un tacto deportivo, resulta ideal para hacer kilómetros sin parar.
Ruta de la prueba: Madrid- Galicia-Portugal-Madrid.
NNO TE VOY A mentir. Como buen petrolhead, no tendría ningún problema en irme con cualquier generación del Mégane RS a viajar por toda España. Pasaría el verano con mi familia recorriendo las mejores carreteras secundarias con el objetivo de disfrutar al máximo en mi camino a mi destino vacacional. Pero reconozco que, a medida que pasaran los días, la sombra del divorcio se cernería sobre mí.
¿Alguna solución? Versiones intermedias como este Renault Mégane GT –o el propio Peugeot 308 GT de la siguiente página–. Motor 1.6 turbo de 205 CV, cambio automático de doble embrague, un chasis con un equilibrio perfecto entre comodidad/ efectividad, y una estética deportiva... pero sin estridencias. Si a esto le sumas un práctico
Lhabitáculo y un buen maletero, tienes el ‘arma’ perfecta para que tu ‘santa’ no proteste... y tú disfrutes al máximo.
Y es que el Mégane va muy bien en carreteras reviradas – el chasis con ruedas traseras directrices le aporta un plus de agilidad sorprendente– y, en autopista, la suspensión filtra con eficacia las irregularidades y los kilómetros ‘caen’ sin esfuerzo. Además, el empuje del motor es contundente y constante... aunque hay que esperar hasta las 2.200 rpm –por debajo le falta un poco de ‘garra’–.
¿Consumo? En casi 2.000 km, el gasto medio ha sido de 7,8 l/100 km. ¿Alguna pega? Unas levas mal situadas –quedan lejos de los dedos con el volante girado–, una dirección con mejor tacto –resulta un poco artificial– y un cambio automático algo más efectivo.