EVO (Spain)

El negocio del pánico

- Te x to: Antonio Rodr í gue z ‘ Toñe jo’ R R 23

En la península de Miami, junto a otros países del mar Caribe, hemos vivido el devastador paso del huracán Irma, uno de los peores y más destructor­es de la historia. Pero lo más penoso de esta catástrofe natural es el interés de muchos por hacer negocio de este tipo de situacione­s. ¿Por qué digo esto? Os voy a contar mi experienci­a, vivida en primera persona los días previos a la llegada del temido huracán.

Con el bagaje que da haber vivido anteriores huracanes, las autoridade­s comenzaron a alertar a la población una semana antes del posible efecto devastador que tendría Irma, para que fueran tomando medidas preventiva­s y así disminuir los posibles daños materiales y personales. Hasta ese momento, todo correcto. Nunca pensé que vería en directo un fenómeno natural de estas magnitudes pero, desde el aviso, entre incredulid­ad y buen humor, los días pasaron rápido y a veinte horas de que Irma entrara con toda su fuerza y malicia por las costas de Florida, el huracán ya estaba azotando a nuestra querida Cuba.

Durante esos días, viví en persona el miedo y el horror que provoca una noticia así entre la población, pero también experiment­é situacione­s impensable­s en momentos de pánico, no sé si a causa de la irresponsa­bilidad de la gente o del afán de beneficiar­se del mal ajeno para sacar partido.

Yo no sé si es parte de mi personalid­ad, pero siempre intento hacer las cosas bien y ayudar a los demás en la medida de mis posibilida­des sin buscar beneficio extra, pero hay cosas que se me van de las manos como las que he vivido aquí. Os voy a poner algunos ejemplos.

Mi moto de agua está en una marina, de las muchas que hay por estos lares, cerca de casa, y tengo muy buena relación con todas las personas que trabajan allí (marineros, mecánicos, técnicos...). Pues bien, me llamaron para decirme si podía sacar la moto y llevarla a un sitio donde estuviera más protegida, pues el seguro no cubre daños por huracanes, así que me puse manos a la obra y llamé a la persona que se encarga de llevar la moto al taller para que fuera a buscarla y transporta­rla a un sitio seguro. Normalment­e, pago la cantidad de 50 $ por llevarla y traerla.

Tras contactar con él me dijo que estaba liado pero que me contestaba en breve. A los cinco minutos recibí su llamada indicándom­e que por lo que antes me cobraba 50 ahora son 1.000 $. Mil dólares por traerme la moto y, después, llevarla otra vez a la marina… lo que supone un máximo de 10 kilómetros. Se me paró hasta el reloj. No os tengo que decir que le pedí a un amigo el coche con bola de remolque, enganché el carro y yo mismo fui a buscar la moto para guardarla en el garaje de casa.

Otro ejemplo se produjo en la isla de Key Biscayne, una zona residencia­l de reconocido prestigio en Miami. Hubo que evacuar la isla, y bastante gente buscó sitios en garajes cubiertos para dejar sus vehículos, y el caso es que muchos lugares subieron sus precios de estancia diaria hasta los 300 $ por día. Además, otras tantas estaciones de combustibl­e incrementa­ron más de un dólar el precio por galón.

Cierto es que en USA el mercado es libre, pero lo peor es que el miedo y el pánico que estas situacione­s genera hace que la gente pague cantidades desorbitad­as por servicios que no lo valen, y menos en momentos en los que todos nos tendríamos que ayudar de manera altruista.

El pánico ha terminado con la gasolina, el agua envasada es escasa y está por las nubes… y así muchas más cosas, pero lo triste es que estas situacione­s son habituales en muchos sitios del mundo donde hay personas sin escrúpulos que abusan de otras que están necesitada­s, por lo que no me extraña que en las guerras se hagan verdaderas fortunas. En Estados Unidos está muy penado todo este tipo de conductas, y si demuestras que alguien se beneficia por este tipo de mala praxis, puede tener un gran problema; a pesar de ello, siguen haciéndolo, increíble pero cierto.

No digo que cuando hay una catástrofe de tales magnitudes los medios y los servicios del gobierno no se pongan en marcha rápidament­e junto a multitud de voluntario­s para que todo y todos estén a salvo, al contrario, hacen una labor encomiable y digna de alabar. Lo que quiero plasmar aquí es la bajeza de aquellos que, cuando sienten que estás necesitado, abusan de ti y te hacen pagar cantidades inaceptabl­es de dinero por cosas que no lo valen.

Justo ahora me acaban de comunicar que tienen que desconecta­r los ascensores, así que no puedo salir del edificio. La verdad, cómo somos los humanos, me dicen que no puedo salir y ahora tengo más ganas que nunca de irme a dar una vuelta… jajajaja. A pesar de todo, puedo asegurar que existe mucha más gente solidaria que interesada y contar que “yo sobreviví al huracán Irma”.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain