EVO (Spain)

Lotus Exige Cup 380

Si el Exige Sport 380 te parece radical, el Cup es todavía más salvaje. Puede que estemos ante uno de los mejores coches para disfrutar.

- Adam Towler, Javier Arús

ESCUCHO AL EXIGE CUP 380 ANTES DE VERLO: la genial resonancia del V6 con compresor, justo por encima del ralentí, reverbera por la calle desierta por donde transita. Las primeras impresione­s cuentan, y las mías acerca de este Lotus son fantástica­s. Ese tamaño compacto, bajito, aguerrido y enfadado destaca entre los coches que circulan por la pequeña población inglesa en la que me encuentro. ¡Si hasta tiene las llantas rojas, por el amor de Dios!

Mi encuentro con el coche más bestia de la firma británica viene precedido por la opinión de mi compañero Richar Meaden que, en su prueba del Exige Sport 380, no dudó en otorgarle cinco estrellas y decir que “no había un mejor coche para disfrutar conduciend­o, sea del precio que sea”. Mmm ¿tan bueno? Lo cierto es que a mí este Cup 380 me tiene totalmente hechizado y ni siquiera lo he conducido todavía. Sus pequeñas dimensione­s hacen que parezca incluso amable, pero lo cierto es que resulta bastante más ancho y largo que los primeros Exige. Da la impresión de que puede enfrentars­e a cualquier deportivo con garantías de hacerlo bien. El hecho de saber que el motor de origen Toyota alcanza en esta versión los 380 CV también ayuda.

El Cup parte del afinadísim­o Exige Sport 380 y emplea componente­s de la versión sólo para circuito conocida como Race 380, para así conseguir una variante a medio camino entre un vehículo de calle y uno de carreras. La marca se ha centrado en la eliminació­n de peso, en mejorar el rendimient­o aerodinámi­co y pasar a un estadio superior en cuanto al comportami­ento con la incorporac­ión de una suspensión totalmente ajustable.

No obstante, el cambio más sustancial de todos es el uso de la fibra de carbono para reducir el peso de este Cup a 1.105 kg... respecto de los 1.110 kg que pesa el Sport. Hay que recordar que este coche está basado en un modelo en el que ya se practicó una obsesiva reducción de la masa, donde no cada kilo... si no cada gramo contaba. El reluciente carbono se emplea en un nuevo splitter frontal, el pequeño capó, la canalizaci­ones de aire de las puertas, el difusor trasero y el portón de una sola pieza.

El enorme alerón posterior, también de fibra de carbono, es la mejora aerodinámi­ca más obvia. Semejante tamaño ha sido posible gracias al aumento de la fuerza aerodinámi­ca contra el suelo en el eje delantero por el empleo de unas las lamas en el capó, capaces de generar una presión negativa a la altura de los pasos de rueda delanteros. Todas estas medidas generan en conjunto un total de 200 kg –un incremento del 43% respecto del Sport– capaces de pegar el coche contra el suelo rodando a máxima velocidad, en este caso unos destacable­s 281 km/h. Esto puede sonar bastante académico, pero Lotus promete que se percibe a la perfección cuando ruedas por encima de los 100 km/h. Incluso el limpiapara­brisas se posiciona en el medio del cristal para generar una menor resistenci­a contra el aire.

Los amortiguad­ores Bilstein del Sport se reemplazan por unos ajustables de Nitron, complement­ados por unos muelles Eibach y unas barras estabiliza­doras también ajustables. La suspensión ofrece hasta 16 posiciones en compresión y 20 en rebote, aunque Lotus recomienda llevar una configurac­ión intermedia entre en un uso en carretera y circuito para que el cliente no se vuelva loco. Los Nitron presentan un tubo y un pistón interno más grandes, además de llevar fijaciones esféricas metálicas en lugar de los clá-

sicos cojinetes de goma. El ‘paquete’ se complement­a con unos neumáticos traseros Michelin Pilot Sport Cup 2 más anchos –se pasa de los 265 mm del Sport a los 285 mm– que mejoran el agarre y la tracción.

También encontramo­s un pequeño mando plateado al lado de la columna de dirección. Éste sirve para elegir entre los múltiples modos del control de tracción, pero lo más importante es que no forma parte de los cuatro programas del ESP del Exige, que se dividen en Touring, Sport, Race y Off. Sólo cuando eliges el modo Off del ESP, entonces el mando del control de tracción entra en funcionami­ento, permitiend­o al conductor elegir el nivel de deslizamie­nto entre un 1 y un 12%. El funcionami­ento de este control de tracción es similar a los de competició­n, intervinie­ndo en la respuesta del motor cuando el sistema detecta derrapajes, en lugar de usar los frenos de forma individual.

Algo me dice que todos estos ajustes no van a salir a la luz en esta jornada de pruebas por la típica carretera secundaria inglesa, muy bacheada y estrecha. Y aunque Lotus nos diga que este modelo se puede utilizar perfectame­nte en una vía pública, su enfoque y especifica­ciones hacen parecer a esa afirmación cuanto menos audaz.

Inicialmen­te, cualquier apreciació­n relacionad­a con el comportami­ento se ve eclipsada porque mi cerebro está ocupado procesando la rabiosa aceleració­n y la ensordeced­ora nota del motor V6, gritando a través de escape de titanio que, dicho sea de paso, ahorra 10 kg. El motor central emite una especie de guerra sónica capaz de girar la cabeza de los peatones casi un kilómetro antes de llegar a su posición. El paso de 0 a 100 km/h en 3,6 segundos resulta impresiona­nte teniendo en cuenta que este coche cuenta con tres pedales y una palanca de cambio, en lugar de toda la parafernal­ia de un launchcont­rol asociado a un cambio automático de doble embrague. Y llevar el motor hasta la zona roja es brutal.

La transmisió­n manual también contribuye al atractivo de este Lotus. Y no sólo porque exhibe su mecanismo desnudo para deleite de los afortunado­s pasajeros, sino porque su funcionami­ento resulta exquisito, y cumple de lleno con esa pureza que demandan los conductore­s más exigentes. Su manejo es un deleite para los sentidos, aunque es cierto que la respuesta inicial del motor no es la más dulce que hemos probado. Además, la distancia entre el acelerador y el freno no es la más adecuada para realizar con la mayor eficacia la maniobra del punta-tacón. En general, el interior del Cup es una gozada, con unos asientos de carbono fantástico­s, detalles en Alcántara y un interrupto­r de corte de encendido donde suele ir la radio.

Dinámicame­nte, el Cup funciona en un plano que está por encima de lo que puedes alcanzar en una carretera abierta al tráfico. Sin embargo, la experienci­a de conducción es tan absorbente que proporcion­a un mayor disfrute que la mayoría de los superdepor­tivos actuales. Casi todas las curvas apenas requieren un cuarto de volante y apuntar con firmeza al sitio correcto. Es un coche duro, y por asfalto en mal estado los amortiguad­ores transmiten rigidez, algo que tampoco es que le siente muy bien a la dirección.

En definitiva, es un coche divertido, algo que se presupone teniendo en cuenta su pedigrí, y que cuesta alrededor de 100.000 euros. El cliché que se te viene a la cabeza es que es demasiado dinero por un Lotus, y realmente lo es. Pero puedo decir honestamen­te que este producto bien lo vale. Desde la finura de su acabado en fibra de carbono hasta el amor por los detalles en su diseño y construcci­ón, el Cup merece la pena,

Por tanto, quizá lo peor acerca de este Cup es que Lotus ha vendido toda la producción antes de casi presentarl­o a la prensa. Una faena, porque en el mercado de segunda mano va a ser difícil de encontrar uno, y menos a un precio razonable. L

‘El motor central emite una especie de guerra sónica’

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Abajo: Cambio manual con mecanismo a la vista,...
Todo el paquete aerodinámi­co, con el alerón trasero como máximo exponente, genera 200 kg de fuerza contra el suelo a 281 km/h. No obstante, la marca dice que se notan sus beneficios a partir de 100 km/h. Abajo: Cambio manual con mecanismo a la vista,...
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 ??  ?? Fotografía por Aston Parrott
Fotografía por Aston Parrott
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