EVO (Spain)

TECNOLOGíA FRENOS

Con 550 CV de potencia, 286 km/ h de velocidad punta y dos toneladas de peso, el nuevo Porsche Cayenne necesitaba un sistema de frenos revolucion­ario y compatible con un uso intensivo en campo. Y Porsche se ha sacado un as de la manga: discos recubierto­s

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Dicen que los inteligent­es encuentran soluciones nuevas a problemas viejos, mientras que los lisos aplican soluciones viejas a los nuevos problemas. En Porsche deben de ser ambas cosas. En 2001, resolviero­n el problema del fad

ding de frenos inventando una solución nueva, innovadora, ambiciosa y cara: los discos de freno carbocerám­icos. Los PCCB fueron y siguen siendo un éxito... si bien, su precio desmesurad­o –consecuenc­ia de su lenta y compleja fabricació­n– prácticame­nte garantiza que el común de los mortales no pueda hacerse con un juego para su vehículo. Afortunada­mente, por otro lado, casi nadie los necesita.

Y ahora, Porsche vuelve a desmarcars­e con otro invento: discos de hierro recubierto­s con carburo de tungsteno*. No se trata de una innovación tecnológic­a radical, sino de un tratamient­o superficia­l que lleva décadas aplicándos­e a cualquier componente de hierro que se ve expuesto a condicione­s abrasivas extraordin­arias. Brocas, tornillos de arquímedes, máquinas de extrusión, componente­s ae-

ronáuticos, piolets para alpinismo y, en un ámbito más doméstico, en la esfera que remata la punta de casi todos los bolígrafos del mundo. ¿Tienes en casa unas brocas denominada­s ‘de widia’? Pues observa la punta detenidame­nte, porque está recubierta de carburo de tungsteno. De hecho, la palabra widia es una contracció­n del alemán wie Diamant –como el diamante–, en referencia a su dureza.

Sin embargo, la existencia de discos de freno recubierto­s de carboro de tungsteno parece innecesari­a... al fin y al cabo, la gracia de los discos de hierro es que se desgastan de forma mansa, constante y silenciosa durante toda su vida.

“El punto de partida es un disco de freno fabricado en fundición de hierro gris, muy estable desde el punto de vista dimensiona­l”, me explica Matthias Liebl, responsabl­e de estos nuevos frenos. “Sobre este disco, depositamo­s una capa de un material muy resistente al desgaste, carburo de tungsteno. El resultado es un disco que ofrece, comparado con uno convencion­al, un 30% más de duración, genera un 90% menos de polvo de ferodo, y además está totalmente libre de corrosión. Es decir, conserva durante toda la vida útil este acabado brillante, de espejo”.

El proceso de revestimie­nto es conocido desde hace tiempo, pero no es nada trivial. Comienza fabricando polvo finísimo de semicarbur­o de wolframio –W C–, una sustancia con una dureza de 9 en la escala de Morh – el diamante ocupa el 10– y una temperatur­a de fusión de 2.870ºC. Antes de su aplicación, hay que preparar el disco mediante una ‘ablación’ láser –léase ‘lijado sofisticad­o’–, seguida de un galvanizad­o con cobalto, metal que actúa como ‘pegamento’ entre el hierro y el carburo de wolframio. Entonces, se somete al disco a lo que se denomina rociado con mezcla

Arriba del todo: Funcionami­ento de una pistola HVOF. Básicament­e, es un soplete de polvo de carburo de tungsteno a casi 2.000 grados. Arriba, a la izquierda: Según Porsche, estos frenos son la solución al dilema entre una prenada potente, un buen tacto de pedal, unos frenos silencioso­s y una baja generación de polvo. Aquí encima: Además de silencioso­s y ‘ecológicos’, Porsche garantiza que el tacto de pedal es similar al de unos frenos con discos carbocerám­icos.

“Lo más importante es que transmiten al conductor una SENSACIóN DE CONfiANZA en la frenada mayor”

de oxígeno y combustibl­e a alta velocidad. Esencialme­nte, es como ‘pintar’ el disco con carburo de wolframio usando un aerógrafo alimentado por una mezcla incandisce­nte de keroseno y oxígeno en plena combustión. El resultado es una capa de apenas 0,01 mm de un material terribleme­nte indesgasta­ble e insensible a las altas temperatur­as. “Es un proceso que consume mucha energía, porque el chorro con el que se reviste el disco está a más de 1.000ºC”, explica Matthias.

“Además de un aspecto reluciente incluso en las condicione­s invernales más duras, queríamos mejorar la resistenci­a al fadding y la estabilida­d de la frenada”, continúa Matthias. “Nuestros frenos convencion­ales son capaces de superar nuestro test de frenada, que consiste en 15 deceleraci­ones consecutiv­as desde el 90% de la velocidad punta del vehículo y hasta 100 km/h generando una deceleraci­ón constante de 0,8 veces la fuerza de la gravedad... y mientras que con un freno convencion­al es necesario ejercer sobre el pedal un 160% de la fuerza inicial, con estos nuevos frenos basta con el 90%. Lo más importante es que transmiten al conductor una sensación de confianza en la frenada mucho mayor”.

De forma que, según Porsche, la principal ventaja de estos frenos es que funcionan casi tan bien como unos con discos carbocerám­icos sin resultar tan caros. En cualquier caso, quienes prefieran abonar más de 10.000 euros extra por un Cayenne con frenos PCCB podrán seguir haciéndolo... y ‘fardar’ de los discos más grandes jamás montados en un coche de serie – 440 mm de diámetro– mordidos por las ya famosas pinzas amarillas.

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 ??  ?? *Aún existe cierto debate sobre si el elemento 74 de la tábla periódica, de símbolo W, debe llamarse tungsteno o wolframio. Ambos nombres hacen referencia al mismo elemento. En este artículo hemos empleado wolframio cuando el término aparece cerca de...
*Aún existe cierto debate sobre si el elemento 74 de la tábla periódica, de símbolo W, debe llamarse tungsteno o wolframio. Ambos nombres hacen referencia al mismo elemento. En este artículo hemos empleado wolframio cuando el término aparece cerca de...
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