EVO (Spain)

LAS QUíMICAS DEL FUTURO

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Frente a las químicas actuales, basadas en sales de manganeso, cobalto, hierro… todo parece indicar que el futuro pasa por la química del azufre, usando como cátodo óxidos de azufre –es decir, sulfatos–. El azufre presenta muchas ventajas. Primero, es más ligero que metales como el hierro o el cobalto, de manera que puede ofrecer una mejor densidad energética. Además, en el azufre la energía no se almacena debido a que los iones de litio se infiltran entre las moléculas de la sal, sino que el litio reacciona con el azufre, y esto permite almacenar más energía. Actualment­e, las mejores baterías de litio-sulfato ofrecen energías específica­s del orden de los 500 Wh/kg… eso es casi el triple que las baterías de litio actuales. Después, está la ventaja de que el azufre es más barato.

En definitiva… las baterías litio-sulfato lo tienen casi todo para triunfar, salvo por el ‘pequeño’ detalle de que aún no se sabe cómo fabricar baterías de litio-sulfato que resistan muchos ciclos de carga y descarga sin arruinarse. Existen varias problemas. El primero es el cambio en las dimensione­s del ánodo. Estas baterías emplean un ánodo de silicio… y el problema es que, cuando el litio se infiltra en el silicio, este duplica su tamaño. Las continuas entradas y salidas del litio acaban triturando los ánodos. El segundo es el cambio de tamaño del cátodo, que al experiment­ar varias reacciones químicas a medida que se descarga la batería, sufre bastante variación de volumen… y también se tritura. El tercero es la baja conductivi­dad del cátodo, que obliga a emplear un terminal positivo metálico bastante voluminoso, caro y pesado. Y el cuarto es la tendencia del electrolit­o a disolver progresiva­mente el ánodo de silicio. Es decir… todo apunta a que la siguiente generación de baterías emplearán esta química… pero aún no sabemos exactament­e cómo van a fabricarse.

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