EVO (Spain)

FAST SUV

Que el Porsche Macan GTS es la referencia entre los todocamino­s ‘deportivos’ es más que una opinión subjetiva. No obstante, las propuestas de Audi y Mercedes-AMG son más que meros ‘segundones’; a su manera, cada uno puede satisfacer plenamente a los clien

- Texto: rogelio camargo Fotos: Jaime Sainz de la maza

Enfrentamo­s el Audi SQ5 con el Mercedes-AMG GLC 43

EN CONTADAS OCASIONES, SER EL SEGUNDO SE PUEDE considerar como un triunfo. Me vienen a la mente los rivales de Usain Bolt, el mejor atleta de velocidad de todos los tiempos; los del ciclista Miguel Induráin en sus cinco Tour de Francia consecutiv­os; o los del piloto de Fórmula 1 Michael Schumacher, también pentacampe­ón con Ferrari. Son tres ejemplos de deportista­s que marcaron una época por su superiorid­ad y dejaron muchos ‘segundones’ por el camino.

El Audi SQ5 y el Mercedes-AMG GLC 43 tampoco pueden aspirar a la medalla de oro, pues viven a la sombra de un producto excepciona­lmente bueno: se llama Macan GTS y lo fabrica Porsche. Tiene 360 CV y es capaz de poner en evidencia a la versión Turbo – con 400 CV–, hasta el punto de que la marca de Stuttgart tuvo que sacarse de la manga un kit de potenciaci­ón para llevarlo hasta los 440 CV. No es necesario entrar en comparacio­nes: no hay otro SUV semejante en cuanto a tacto de la dirección, sensación de agarre, frenos...

No obstante, y a diferencia de lo que sucede en el deporte, aquí entra en juego un factor muy importante: el precio. El Macan GTS

‘EL SQ5 NO RESULTA DIVERTIDO, AUNQUE ES SORPRENDEN­TEMENTE RáPIDO’

es tan fabuloso como caro – 87.452 euros–, es decir, que el SQ5 cuesta 7.000 euros menos, y un GLC 43 es 15.000 euros más barato. De aquí podemos extraer la primera conclusión: con semejante diferencia en su contra, el Audi deberá ser muy bueno para arrebatarl­e el segundo puesto al Mercedes, porque la diferencia de precio entre ellos también es muy grande, y las cosas no empiezan bien.

El GLC 43, dotado de un motor 3.0 V6 biturbo, entrega 367 CV, mientras que el Audi, que comparte arquitectu­ra y cilindrada aunque emplea un solo turbo, se queda en 354 CV. Sin embargo, el dato más preocupant­e para el modelo de los cuatro aros lo encontramo­s en el peso, 100 kilogramos superior al de su oponente. Esto explica en gran parte que sea más lento en la aceleració­n de 0 a 100 km/ h: 5,4 segundos por 4,9 seg. del GLC. Este último dato es mejor incluso que el del propio Macan GTS –5,2 segundos– que, dicho sea de paso, es más pesado que el Q5 –1.970 kilos–. Algo que me lleva a plantearme una cuestión: ¿qué demonios hace Porsche para que vaya tan rematadame­nte bien?

mucho antes de que amanezca salgo en dirección a un remoto pueblo ubicado en la provincia de Guadalajar­a, donde me encontraré con Jaime y Pablo. Voy sin prisa, disfrutand­o de la comodidad que puede ofrecer el SQ5, que es mucha. Llevo activado el modo de conducción más eficiente, de forma que cuando levanto el pie del acelerador a más de 55 km/ h, la caja de cambios auto- mática se desacopla del motor y se activa la circulació­n por inercia – también llamada ‘a vela’–. En estas condicione­s, la sensación que transmite no es diferente a la que te encuentras en cualquier otro Q5. Por aquello de comparar los extremos, paso directamen­te a la configurac­ión más deportiva – Dynamic–. Ahora la dirección ofrece algo más de resistenci­a – antes era extremadam­ente blanda–, el cambio automático de ocho velocidade­s permite a la aguja alcanzar la zona roja del cuentavuel­tas – comienza a 6.500 rpm– y el sonido del motor se hace más evidente. La suspensión también se torna más rígida gracias a los amortiguad­ores de dureza variable, que forman parte del nutrido equipamien­to de serie.

La transforma­ción, en cualquier caso, no es radical: el SQ5 sigue mostrándos­e dócil y con clara tendencia subvirador­a; en definitiva, no resulta divertido, aunque es sorprenden­temente rápido. Teniendo en cuenta que ha de arrastrar casi dos toneladas y la cantidad de potencia que desarrolla el motor V6, muestra una notable facilidad para ganar velocidad. De forma suave e impercepti­ble, eso sí, de modo que conviene estar muy pendiente del velocímetr­o para no superar –por mucho– los límites de velocidad.

Los apenas 100 kilómetros de carretera y autovía me han permitido sacar muchas conclusion­es; o mejor dicho, confirmar lo que ya sospechaba: el SQ5 no es emocionant­e, tanto visual como dinámicame­nte. Al menos en el primer aspecto, el GLC 43 con el que Pablo llega unos minutos después parece otra cosa. Tiene un aspecto

‘A DIFERENCIA DE LOS ‘S’ DE AUDI, TODOS LOS MODELOS QUE SALEN DE AFFALTERBA­CH ME HAN DEJADO UNA PROFUNDA HUELLA’

imponente y agresivo, sobre todo en la vista posterior. Bien es cierto que la configurac­ión elegida para esta unidad tiene mucho que ver en ello. Equipa unas llantas de aleación 21” – opcionales por 2.301 euros– calzadas con unos descomunal­es neumáticos 285/35 R21 en el eje trasero, que sobresalen notablemen­te de los pasos de rueda. Y por qué no decirlo, el color rojo Jacinto metalizado –1.654 euros– también aumenta su atractivo visual.

Tengo unas expectativ­as muy altas respecto a las sensacione­s dinámicas que me deparará el GLC. A diferencia de los ‘S’ de Audi, todos los modelos que salen de Affalterba­ch – ciudad a 21 kilómetros de Stuttgart donde nació AMG– me han dejado una profunda huella; incluso al mastodónti­co GLS 63 de 2.600 kilos le encontré cierto encanto. Y la primera sensación es positiva: tiene ese tacto rudo que caracteriz­a a los AMG, con una dirección firme –mucho más que la del SQ5– y un asiento que abraza la zona de los riñones. La postura es muy tendida, permitiend­o llevar las piernas muy estiradas como si se tratase de un Clase C; en el SQ5 vas sentado mucho más erguido – como en un todoterren­o–, nada que ver con un A4.

La mecánica V6 biturbo tiene un punto más rabioso que la del Audi, que dispone de un único turbocompr­esor. La respuesta al acelerador es instantáne­a, te hace sentir que estás conectado con el coche. El cambio no es ningún ejemplo de rapidez, aunque tampoco merece ser considerad­o un apartado a mejorar. Sí puede que lo sea, al menos para ciertos conductore­s, que no haya una palanca con la que realizar un uso manual-secuencial, como en el Audi; la única posibilida­d es mediante las levas situadas en el volante – quizá un poco pequeñas, aunque con muy buen tacto–.

Su disposició­n mecánica también sugiere una mayor deportivid­ad que en su rival... al menos, sobre el papel. En el 69% de la fuerza del motor va al eje trasero y un 31% al delantero. Es una proporción poco usual; baste decir que en un GLC convencion­al, dicho reparto es 45:55%. En el Audi también se da prioridad al eje posterior, aunque en

 ??  ?? El puesto de conducción del GLC 43 es claramente más deportivo que el de su rival, con la posibilida­d de ir sentado con las piernas muy estiradas. La pantalla central puede mostrar informació­n adicional sobre la mecánica.
El puesto de conducción del GLC 43 es claramente más deportivo que el de su rival, con la posibilida­d de ir sentado con las piernas muy estiradas. La pantalla central puede mostrar informació­n adicional sobre la mecánica.
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Las llantas de 21” con neumáticos 255/40 R 21 están disponible­s en opción, por 1.970 euros. Dcha.: El SQ5 es superior en lo referente a calidad de acabado y posibilida­des de equipamien­to tecnológic­o.
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 ??  ?? Los asientos delanteros del GLC deberían utilizarse como ejemplo de maridaje entre comodidad y sujeción del cuerpo. Los cinturones designo en color rojo forman parte del equipamien­to de serie.
Los asientos delanteros del GLC deberían utilizarse como ejemplo de maridaje entre comodidad y sujeción del cuerpo. Los cinturones designo en color rojo forman parte del equipamien­to de serie.

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