NOVENTA AÑOS FELICES COMO PERIODISTA DEL MOTOR
EMPIEZO MI CARTA A LOS LECTORES DE ESTA REVISTA CUANDO ESTOY A PUNTO DE CUMPLIR LOS NOVENTA, en la creencia de haber colaborado con respeto a la divulgación de noticias del Motor en apoyo del mejor conocimiento de sus permanentes adelantos.
Y en mi cabeza se agolpan, otra vez, los recuerdos. Desde niño me apasionó la información de la verdad y me inicié en ella como encargado por el Rector de los Escolapios, Padre Moisés Rodríguez, del periódico mural titulado por él “Los que dicen y hacen”. Aquel mural me abrió la puerta de un miniperiodismo.
El progenitor de mi compañero Manuel Chacón, propietario de una imprenta, me ofreció colaboración “literaria” para un programa de Semana Santa y quedó bien. Al año siguiente edité por mi cuenta una pequeña revista titulada “Lágrimas y Claveles” con detalles históricos de las cofradías, horario exacto durante el recorrido, estrenos y letras para cantar saetas. Llevaba suficiente publicidad para pagar gastos y obtener beneficios. Convencí a Emilio Guichot para ser mi agente de publicidad, y yo mismo obtuve la contraportada de “Bella Aurora”, previo el regalo a su jefe, el señor Cabadas, de un eslogan muy difundido por Radio Sevilla: “Señora, el niño llora porque se quiere lavar con el jabón ‘ Bella Aurora’”. Mantuvo su colaboración durante los ocho años de vida de aquella revista.
Un buen día, el diario “Sevilla” me entrevistó con el título de “Un joven polifacético” por mis distintas actividades: Editor, poeta de canciones, fabricante de sacudidores o zorros (una especie de fregona en seco para limpiar el polvo), además de estudiante de Bachillerato y de dibujo en Bellas Artes. Al finalizar la entrevista le regalé su caricatura al periodista Manuel Borbujo, quien me recomendó para sustituirle inmediatamente. Así, con 17 años, me inicié en un periodismo auténtico y divertido.
La cercanía con la información taurina me inspiró editar un “diario de ocho días”, para información previa de cada corrida de Feria en la plaza de la Maestranza: Orden de lidia de los toros, según el sorteo tradicional de cada mañana, a las doce, sus nombres, su peso y características de pelo y cuernos. Además, color del traje de luces de los toreros y subalternos, dando también los nombres de todos los miembros de la cuadrilla, incluidos los picadores, cuando era normal para ellos trabajar de incóg- nito. A veces, anticipaba las intenciones artísticas de cada torero, como, por ejemplo, recibir al animal a portagayola, de rodillas ante el chiquero.
Cada día regalaba la edición completa a Curro, el quiosquero de la plaza de La Campana, quien ponía vendedores en las calles de acceso a La Maestranza. Una vez en la plaza era gratificante ver el programa en los tendidos, en manos de casi todo el público, excelente control de difusión, estimulante para la publicidad en los días siguientes.
La colaboración en el periódico favoreció enseguida mis inicios en el Motor al ayudar a Julio González Cabañas, editor de “Moto Récord”, y Pedro Rodríguez Alfaro, a resucitar el Moto Club de Andalucía –derivado del Automóvil Club– y a colaborar en la organización de la única carrera de motos celebrada en el Parque de María Luisa. Por cierto, ganada por Jesús Ferrero, a las órdenes de Juan López Antón, director deportivo de la marca Rondine Sport.
Estos fueron mis inicios en Sevilla, antes de viajar a Madrid a obtener el título de Periodismo, entrar en “Pueblo” con sección diaria del Motor, crear la agencia de noticias “Motor Press”, y ser editor de la revista “Motociclismo”, de Manuel Cantó, quien me la vendió, previo aval de él mismo ante los bancos Central y Bilbao. A partir de aquí, todo está recogido en el libro “LUIKE, Historia del Motor en España desde 1956” con nuestra vida como ambiciosos editores en España, Portugal, México, Argentina y Brasil. Un tomo complementado con información de los coches y motos del mercado español, ya fabricados en nuestro país o importados.
Contar la modestia de los inicios supone una satisfacción íntima cuando hemos tenido la suerte de poder ser útiles a tantas empresas y personas.
Y recuerdo una última curiosidad en mis escritos, iniciada en mis intentos poéticos desde niño: No suelo utilizar el relativo “que”. Algo sin importancia, pues no pasa de ser una sencilla diversión literaria. Gracias por comprobarlo. Y, como colofón, un nuevo soneto compuesto para la ocasión y dedicado a María, mi esposa.