CENTRO AUTÓNOMOS
Hace menos de una década la conducción 100% autónoma parecía cosa del futuro lejano, pero ya existen prototipos de vehículos que pueden circular sin un conductor a sus mandos. Te contamos cómo, y en qué entorno, se ponen a prueba.
EN 1994, DOS VEHÍCULOS GEMELOS de Daimler-Benz y el ingeniero Ernst Dickmans condujeron de forma autónoma a lo largo de más de 1.000 kilómetros por una autopista de París con tres carriles, en días laborables y con tráfico intenso, a velocidades de hasta 130 km/h. Ambos modelos, denominados VaMP y Vita-2, sólo necesitaron pequeñas intervenciones humanas y demostraron que la conducción autónoma era viable. Tanto antes de ello como después, otros fabricantes y equipos de investigación realizaron pruebas similares que sirvieron para dar un paso adelante en este terreno, pero la conducción completamente autónoma ha sido prácticamente una utopía hasta hace muy poco.
En la última década, los avances en esta materia han permitido que coches con un nivel 2 de autonomía rueden por nuestras carreteras de forma habitual, sin embargo, los próximos años serán cruciales para lograr que los vehículos con nivel 5 de autonomía –conducción 100% autónoma– lleguen al mercado. Esta escala con cinco niveles determina el grado de autonomía de cada automóvil; el primero abarca sistemas de conducción automáticos, como el control de crucero, y el último supone una autonomía total, por lo que se prescinde de cualquier intervención humana y dejan de ser necesarios elementos como los pedales o el volan- te. En la actualidad, los fabricantes han alcanzando el nivel 2 gracias a los sistemas de asistencia a la conducción, aunque la responsabilidad de la conducción recae únicamente en la persona que se encuentra al volante.
El objetivo es alcanzar, cuanto antes, el nivel 5. Varios fabricantes ya han dejado clara su intención de conseguirlo a comienzos de la próxima década, pero antes deben realizar todo tipo de pruebas para asegurar el buen funcionamiento de su tecnología y, sobre todo, para garantizar la seguridad de los ocupantes del vehículo y del resto de usuarios de la carretera. Además de realizar una fuerte inversión en investigación y desarrollo, es necesario modificar el marco legal para contemplar esta nueva forma de movilidad y permitir que las infraestructuras evolucionen de forma paralela al sector de la automoción. Y es que, al menos por ahora, los coches autónomos deberán convivir con el resto de vehículos y, más allá del reto técnico y tecnológico, este es el mayor de los problemas. Por este motivo, algunas de las pruebas necesarias para aumentar el nivel de autonomía se desarrollan de manera virtual –simulación– o en centros específicamente creados para este fin, pero el desarrollo en carretera abierta es imprescindible y, como verás en la siguiente página, los tres tipos de pruebas están estrechamente relacionados.