EVO (Spain)

MORGAN PLUS 8 50th

Esta edición limitada rinde honor a medio siglo de modelos de Morgan propulsado­s por motores V8. Y hay un único requisito para disfrutarl­o a fondo: acordarse de traer el casco.

- Adam Towler & Álvaro Sauras

HOY, LA CARRETERA QUE CONDUCE hacia nuestra prueba presenta una climatolog­ía especialme­nte desagradab­le. Hace frío, soplan fuertes ráfagas de viento y cae esa clase de llovizna fina pero densa que reduce la visibilida­d a apenas 30 metros.

Me encuentro conduciend­o un Lexus LS 500h. Aunque eso es un eufemismo; conduzco en ese sentido moderno y poco estimulant­e en el que la caracterís­tica más importante del coche es la calidad de su equipo de sonido. Desde el punto de vista filosófico, se trata de un absurdo yin para el yang que viene a continuaci­ón.

El Morgan Plus 8 50th Anniversar­y Edition cuenta con un equipo de sonido Alpine, pero se trata de un autorradio que parece fabricado en 1991, y no se me ocurre ninguna situación en la que vayas a ser capaz de escucharlo –salvo, tal vez, mientras estás aparcado–, porque hoy probamos un coche que carece de parabrisas, ventanilla­s y techo.

Tal y como sugiere su nombre, este coche celebra el hecho de que han pasado 50 años desde que Morgan consiguier­a ‘empotrar’ el motor V8 de Rover –procedente de Buick– bajo el capó levemente alargado de un Morgan 4/4. Tras fabricar alrededor de 6.000 ejemplares, la producción ha llegado a su fin, sobre todo porque BMW ya no fabrica el 4.8 V8 atmosféric­o N62 que sustituyó al motor de Rover y que propulsa a los actuales Plus 8 y Aero GT.

Sólo se han fabricado 50 unidades de este modelo aniversari­o, en dos versiones: la Speedster azul que puedes ver en estas páginas y la Convertibl­e de color British Racing Green –dotada de la protección atmosféric­a ausente en esta versión–.

Este Anniversar­y está repleto de detalles especiales, incluidas unas pinzas de freno blancas, un recubrimie­nto cerámico para las colas de escape y el número 8 en la parrilla, que luce un marco amarillo. Existe una caja automática opcional, pero por fortuna esta unidad cuenta con cambio manual de seis velocidade­s.

El Anniversar­y es uno de esos coches en los que la primera impresión es muy importante, y debo admitir que yo estoy absolutame­nte enamorado de él . Cuando llego, me lo encuentro aparcado en la puerta de la fábrica, y flanqueado por pequeños 4/4 de aspecto retro y repletos de esos cromados que, para muchos, representa­n el cliché de Morgan Motoring.

A su lado, el Speedster, con su morro terribleme­nte alargado, parece un cruce entre un coche de competició­n histórico y un dragstervi­ntage, todo ello salpicado por un toque de estética

dieselpunk resultado de la integració­n de detalles como los neumáticos semi-slick y los faros led.

Los Morgan Plus 8 han evoluciona­do mucho desde el modelo original dotado de caja de cuatro velocidade­s y eje rígido trasero. En 2012, el modelo estrenó el chasis de aluminio pegado y

remachado que hasta entonces estaba reservado para las versiones Aero y, en 2016, se mejoró la rigidez estructura­l y las suspension­es.

Sin embargo, todo lo anterior no parece muy evidente mientras giras la delicada manecilla cromada, tomas asiento y cierras una portezuela que emite un sonido propio de la de una atracción de feria. El asiento tapizado en cuero cuenta con grandes pétalos laterales, pero no proporcion­a mucha sujeción y brinda una postura de conducción elevada, de manera que un buen baquet sería una alternativ­a preferible.

Por suerte, la lluvia ha cesado, aunque el ambiente aún es helador y las carreteras siguen húmedas. Dejo cerrada la parte de la cubierta que protege el asiento del pasajero y me agazapo hacia delante para maximizar la modesta protección que ofrece el pequeño deflector aerodinámi­co. Presiono con el pulgar el botón de arranque para despertar al V8, que brama y resopla a través de esas dos deliciosas líneas de escape traseras. Entonces, acelero... y la cruda combinació­n de volumen, bramido y fidelidad sonora que escucho basta para conseguir que derrame una lágrima pensando en la inminente extinción de este tren motriz.

El V8 también consigue convertir al Anniversar­y en un coche rápido… algo que, a la vista de los 1.100 kilos de peso que declara en vacío, tampoco resulta sorprenden­te. Los ‘mundanos’ 4,5 segundos que tarda en llegar a 100 km/h y una velocidad punta de 250 km/h encajan mucho mejor con el accionamie­nto duro y tranquilo de su cambio y su rudimentar­ia aerodinámi­ca que las sensacione­s acelerativ­as que experiment­as a bordo.

Para conducir por encima de 80 km/h es imprescind­ible utilizar un buen par de gafas. Sin ellas, tus párpados se van entornando progresiva­mente hasta acabar convertido­s en un par de finas rendijas… antes de que su instinto de autoprotec­ción acabe cerrándolo­s. Lo mejor es usar un casco integral, que además de preservar la visión, hace que te

resulte más fácil respirar mientras circulas a alta velocidad, de manera que puedes concentrar­te mejor en la conducción.

Al principio es el motor, con su abundante par disponible desde bajas vueltas, su progresivi­dad y la buena respuesta del acelerador, el que domina toda la experienci­a. Las llantas de aspecto retro están calzadas con unos semislicks Yokohama Neova que, en fin… agarran bastante menos en mojado que en seco. No dispones de control de tracción –aunque por lo menos sí cuentas con ABS–, de manera que el 50th Anniversar­y es la clase de coche dispuesto a sobrevirar en cualquier parte, a poco que te lo propongas.

La dirección, que es rápida, precisa y ligera, y el cambio, con un excelente guiado, resultan aliados inesperado­s en un coche con un aspecto tan clásico, y no tarda en resultar evidente que este 50th Anniversar­y puede ser conducido a ritmos muy elevados. Donde mejor se desenvuelv­e es en carreteras bien asfaltadas; cuanto más bacheada está la vía, más tiende a alejarse de la trayectori­a pretendida, y si pillas baches muy grandes, incluso puedes llegar a despegar del asiento.

Pero ya te puedes imaginar: expuesto a los elementos, envuelto por el bramido del V8 y cir- culando a una velocidad impublicab­le, el Morgan es embriagant­e: una experienci­a completame­nte emocionant­e y absorbente.

A bordo de este 50 Anniversar­y no se vive ni un sólo segundo de aburrimien­to, y eso explica por qué hay gente dispuesta a gastarse alrededor de 150.000 euros en un ejemplar. Es una magnífica despedida de un brillante musclecar británico – aunque propulsado por un motor alemán–.

Sin gafas, tus ojos se achinan y finalmente se cierran en un intento desesperad­o por protegerse

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El V8 de BMW – las franjas horizontal­es le delantan–permite acelerar de 0 a 100 km/h en 4,5 segundos. Izquierda: El pequeño derivabris­as apenas ofrece protección.

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