Gasolina
El principal problema con los tores de gasolina modernos, dotados de inyección directa, son las partículas, que requieren de la incorporación de un filtro.
La combustión de la gasolina genera mucho menos NOx que la del gasóleo, pero si el objetivo es que las cantidades sean despreciables, niveles moderados de emisiones son inaceptables. Además, al carecer de un sistema específico de reducción de NOx en el escape, la realidad es que un gasolina actual produce cantidades similares a las de un buen diésel y superiores, cuando funciona en frío, a los 80 mg/km de media que impone el WLTP para la prueba en laboratorio.
La receta para los gasolina pasa por combinar el ciclo Miller –para enfriar la mezcla: retrasar 30o el cierre de la admisión se traduce en una reducción de hasta el 25% en la temperatura de los gases de escape que repercute en hasta un 50% menos de emisiones de NOx – con inyección tardía de combustible a muy alta presión -motor lo más adiabático posible–, turbo de geometría variable –para mejorar los transitorios– y función de marcha a vela –circular con motor desconectado y punto muerto para evitar que se enfríe el catalizador al circular cuesta abajo–. El 1.5 TSI Evo de Volkswagen emplea todas estas tecnologías –además de contar con desconexión de cilindros– y es un buen primer paso hacia la el concepto de Zero Impact Emissions.
Emplear gas natural – como en el caso del 1.5 TGI de Volkswagen– simplifica mucho más todo el proceso: apenas se generan partículas, y su combustión genera entre un 50% y un 85% menos NOx que la gasolina.