VEREDICTO
No ha habido forma de escapar de unas atroces condiciones climatológicas. La lluvia nos ha acompañado de forma intermitente durante dos días, dejando una pista mixta con diferentes clases de adherencia. Hubo algunos momentos en los que el asfalto estuvo seco, pero la mayoría del tiempo hemos pasado de húmedo a mojado y viceversa. Sin embargo, en el fondo ha sido una bendición este tiempo, ya que sobre mojado es más difícil esconder los vicios o fallos de un automóvil. Y si eres capaz de disfrutar de un coche cuando el asfalto está resbaladizo, te aseguro que lo harás el resto del tiempo.
Entonces, después de todas las vueltas dadas afrontando un verdadero desafío climático, ¿qué coche gana? Cualquiera de ellos es capaz de provocar sensaciones muy gratificantes, desde el Yaris con su rabioso motor, pasando por el Caterham y su ligereza además de su mecánica conexión con el conductor, o la efectividad del McLaren a la hora de buscar la vuelta perfecta. Cada uno proporciona una experiencia digna de ser vivida con intensidad. Pero ninguno de ellos supera en este sentido al Porsche 911 GT3.
¿Predecible? Quizá, pero no sin buenas razones. El GT3 es un modelo nacido para rodar en circuito, por lo que cada vez que arrancas el glorioso motor atmosférico y enfilas el pitlane, brilla como el que más. Es rápido, y cuando las Michelin Cup 2 cogen temperatura, se agarra tanto al asfalto que te deja sin aliento. Además, es capaz de trasladar por completo al centro de la acción al conductor, y te permite disfrutar de sus cualidades dinámicas sean cuales sean tus habilidades al volante. Sus límites son altísimos, pero te aporta semejante confianza que es relativamente sencillo llegar a ellos y disfrutar como un enano. E incluso cuando lo conduces como si no hubiera un mañana, sigue comunicándose contigo, lo que hace que cada interacción con el acelerador, el freno, el cambio de marchas o la dirección se convierta en algo de lo que disfrutar, y mucho.
Entonces, ¿podemos proclamar al GT3 como el mejor coche para circuito de 2018? Pues bien, sí... y no. Está claro que el 911 es brillante a la par que inaccesible para la mayoría. Además, la llegada de la nueva generación 992 hace que le quede poquita vida comercial –por no decir nula–. Sin embargo, a un Honda Civic Type R no le ocurre lo mismo. Y, encima, de los coches que hemos tenido en esta prueba es que el más nos ha entusiasmado con diferencia. Su amplitud de habilidades es simplemente asombrosa, y su capacidad para rodar en circuito de la manera más eficaz que te puedas imaginar junto con una practicidad impresionante y una suspensión capaz de mostrarse cómoda en tu vuelta a casa, hace que sea un modelo muy completo. Y lo mejor es que si la pista está mojada, el rendimiento sigue siendo extraordinario.
Para añadir la guinda al pastel en el caso del Honda, esta eficacia no está reñida con la diversión, ya que el Type R se mueve cuando actuamos sobre el acelerador o los frenos, con un eje trasero que te ayuda a trazar las curvas de una manera muy entretenida y excitante. Esto quiere decir que se puede conducir de muchas maneras, unas más rápidas que otras, pero todas igual de divertidas.
El 911 es la elección de nuestros sueños, pero en el mundo real el Civic gana sin problemas. Es un logro asombroso y podría decirse que es un compacto que marcará época.
El Civic Type R es un compacto que marcará una época; el 911 GT3, el deportivo de nuestros sueños