DIXIT
Nuestra opinión personal sobre los modos de conducción
Creo que en los vehículos donde priman las emociones y las sensaciones de conducción, los modos de conducción deben de estar puestos a punto para ayudar al conductor a sacar el máximo partido del coche sin menoscabar en ningún momento la diversión y entretenimiento al volante. ¿Algún ejemplo? Lo hacen realmente bien firmas como Porsche, BMW M, Mercedes-AMG o Ferrari. Sus modelos deportivos cuentan con modos de conducción muy permisivos que permiten disfrutar de las capacidades dinámicas del vehículo en cuestión, poniendo al alcance de la mayoría la posibilidad de llevarlos al límite. Ahora bien, estos modos de conducción no deben de enmascarar en ningún momento un rendimiento mejorable a nivel chasis, ya que al final se verá afectada la seguridad. Javier Arús, director Este tipo de mandos se dividen en dos grupos: los que de verdad sirven para algo y los que son un simple elemento de marketing. En estos últimos, las diferencias entre los diversos programas son casi inapreciables, así que su utilidad se reduce a que puedas venderle humo a algún amigo contándole una milonga con que tu coche tiene un mando que es la bomba y blablablablabla... Entre los primeros, esos que de verdad modifican parámetros del coche, nos encontramos los que ofrecen marcas como Porsche, Ferrari, BMW... En la mayoría de estos casos, las diferencias son palpables, y eso ayuda a que todo un deportivo de pura raza sea un vehículo dócil como un corderito en las posiciones más tranquilas... o una auténtica bestia en las más radicales. Miguel Tineo, jefe de Pruebas A uno de estos mandos sólo le pido tres cosas. La primera, que sea fácil de utilizar sin apartar la vista o la atención de la carretera. Los botones M de BMW o los manettino de Ferrari, Porsche y, por ejemplo, el Audi R8 son buenos ejemplos. Lo segundo, que sea capaz de hacer algo perceptible y con propósito, y no meramente aumentar la cantidad de ruido falso que sale de los altavoces o concentrar el 70% de la respuesta del motor en los dos primeros centímetros de recorrido del pedal. Por ejemplo, en el modo Sport+ de Porsche, la caja reduce por sistema a la marcha que ofrece la máxima aceleración. Finalmente, creo que es fundamental que ofrezcan un modo del control de estabilidad realmente laxo, como por ejemplo el MDM de BMW. Álvaro Sauras, jefe Técnico Nunca he sido muy partidario de los modos de conducción. Siento que recurrir a la artificiosa electrónica para alterar elementos básicos del coche, de algún modo corrompe la esencia de la conducción. Pero, siendo realista, son del todo necesarios si pretendemos que los coches más rápidos puedan ser conducidos por personas con distintos niveles de habilidad y exigencia al volante. Un ejemplo extremo es el BMW M5. Con 600 CV, simplemente necesita ofrecer un abanico de diferentes personalidades para adaptarse a distintos tipos de uso. Poder ajustar elementos como la transmisión, la suspensión o los controles de tracción y estabilidad, resulta no sólo fundamental, sino también muy provechoso si los distintos modos de conducción se calibran de forma que presenten personalidades claramente diferenciadas. Eduardo Alonso, probador Hay dos tipos de selectores de modos de conducción: los que realmente cumplen lo que prometen y los que están como un mero elemento ornamental. El del Porsche 911 es el mejor ejemplo de los primeros. ¿Quieres desplazarte al trabajo gastando lo menos posible? No tocas nada. ¿Te apetece sentir que llevas uno de los mejores deportivos del mundo? Pulsas el Sport Plus. Mención especial, con tono nostálgico, para la suspensión variable del Volvo S60 R y sus tres botones mágicos. Entre los que no funcionan, se me ocurren unos cuantos. Nombraré el del BMW –exceptuando el de los M–, porque cada vez importa menos qué botón acciones. Rogelio Camargo, probador