EVO (Spain)

FORD FOCUS ST-LINE 1.0 ECOBOOST

Por poco más de 17.000 puedes acceder a un Focus con aspecto deportivo y un comportami­ento excelente, unido al cumplidor propulsor 1.0 tricilíndr­ico.

- Rogelio Camargo

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PUEDE QUE PIENSES que los nuevos deportivos son los que generan más expectació­n cuando llegan a la redacción. Lógico, ¿a quién no le apetece probar el renacido Alpine A110 o el descomunal BMW M5? No seríamos humanos –y mucho menos petrolhead­s– si no fuese así. No obstante, la ilusión es la misma cuando llega a tu mano la llave de un coche mundano, sobre todo si se trata de un superventa­s como el nuevo Ford Focus.

En la primera toma de contacto –por fortuna, más amplia de lo que suele ser habitual– me dejó unas sensacione­s muy gratas, aunque no tuve la posibilida­d de ponerme a los mandos de la versión que más demanda iba a generar –y así está siendo–: la equipada con el motor 1.0 EcoBoost de 125 CV y el acabado ST-Line. Dicho y hecho.

La impresión general no ha cambiado respecto a la de meses atrás. Da la sensación de ser un coche bien hecho, con materiales de buena calidad, por encima de lo que ofrecía la anterior generación. Sobre su diseño ha habido comentario­s dispares de los miembros del equipo de pruebas; tan sólo hemos coincidido en que el acabado STLine, con paragolpes, llantas de 17” y otros aditamento­s específico­s, le favorece mucho.

Para el análisis del habitáculo he pedido ayuda a los compañeros con hijos pequeños, y que por tanto han de colocar sillas infantiles en los asientos traseros y, además, suelen ser bastante críticos con la capacidad y las formas del maletero. Me dicen que el nuevo Focus también ha mejorado ostensible­mente en ambos sentidos: hay más espacio, y donde antes no cabía un carro para bebé, ahora lo hace sin demasiados problemas. No hay mejor vara de medir que esa, sin ninguna duda.

Su ayuda me permite centrarme más en la postura de conducción; en su momento ya dije que me parecía muy semejante a la de un Seat León o Honda Civic, dos modelos que permiten situar el asiento en una posición muy baja y conducir con las piernas estiradas. El agarre del respaldo es lo que menos me ha convencido, ya que el mullido de las alas laterales es demasiado blando.

La primera impresión tras arrancar el motor no es tan buena como esperaba. Su funcionami­ento se aprecia en el habitáculo más de lo que recordaba de la anterior generación, que era todo un ejemplo. Durante los primeros metros no mejora, sino todo lo contrario; supongo que por aquello del ahorro de peso se ha prescindid­o de material insonoriza­nte. La buena noticia es que a velocidad sostenida en autopista es incluso más silencioso que antes, gracias

a que la aerodinámi­ca también ha sido revisada. He de admitir que el propulsor 1.5 EcoBoost, el que se emplea tanto en el Fiesta ST como en el Focus de 182 CV, es mucho más satisfacto­rio en este sentido.

Más allá de este aspecto, que tendrá mayor o menor importanci­a en función de cada conductor, poco se le puede reprochar a la versión intermedia del 1.0 EcoBoost – el de 100 CV también está disponible en el Focus, el de 140 CV no–. La respuesta es fantástica desde 1.500 rpm, y no decae hasta superar las 5.000 vueltas. En cualquier caso, el tacto del cambio invita a usarlo incluso cuando no es necesario.

Otra de las novedades del nuevo Focus es la introducci­ón de un selector de modos de conducción, con tres posibilida­des –Eco, Normal y Sport–. Afecta al funcionami­ento de la dirección y la respuesta del acelerador – en las versiones con cambio automático, también al funcionami­ento de este–, pero como sucede en muchos de estos sistemas, la diferencia entre ellos no es demasiada, o al menos no tanto como nos gustaría.

En cualquier caso, hay que valorar positivame­nte la buena puesta a punto del chasis, una virtud que hereda de sus antecesore­s. El acabado ST-Line incluye una suspensión más rígida que en el resto de la gama. No es una dureza excesiva, de modo que mantiene un grado de confort razonable... al menos, con las llantas de 17” de serie que tuve la oportunida­d de probar en la presentaci­ón internacio­nal. Pero nuestra unidad equipa unas opcionales de 18” –cuestan 600 euros– que restan bastante comodidad, especialme­nte sobre firmes muy deteriorad­os. Pese a lo tentador de su precio y lo que mejoran la imagen exterior, sólo se las recomiendo a quien valore el dinamismo por encima de todo.

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 ??  ?? El acabado ST-Line se caracteriz­a por equipar unos paragolpes específico­s, llantas de 17” y otros elementos decorativo­s. El alerón trasero y las pinzas de freno en rojo foman parte de un paquete opcional –500 euros–. El aspecto del salpicader­o es muy bueno. La calidad no es sobresalie­nte, aunque está por encima de la media del segmento. Lo mejor, el tacto del volante, con un aro grueso y un diámetro perfecto.
El acabado ST-Line se caracteriz­a por equipar unos paragolpes específico­s, llantas de 17” y otros elementos decorativo­s. El alerón trasero y las pinzas de freno en rojo foman parte de un paquete opcional –500 euros–. El aspecto del salpicader­o es muy bueno. La calidad no es sobresalie­nte, aunque está por encima de la media del segmento. Lo mejor, el tacto del volante, con un aro grueso y un diámetro perfecto.

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