s Diversión concentrada
JAVIER ARÚS Director
oY Un Gran SeGUiDor De loS Mini. Desde el primer modelo creado por Alec Issigonis en 1959, hasta los modelos resultantes del renacimiento de la marca hace ya 20 años de la mano de BMW.
Tanto es así, que soy el orgulloso propietario de un Mini Cooper S de 2003, perteneciente a la primera generación de BMW (más conocida como R50, R53 en el caso de la versión Cooper S). Un pequeño gran coche con un propulsor 1.6 de cuatro cilindros que, ayudado por un voluntarioso compresor volumétrico, consigue una potencia de 163 CV, cifra más que aceptable teniendo en cuenta que pesa 1.215 kg.
Sin embargo, de los modelos de la era BMW lo que más destacaría es que ofrecen un comportamiento de esos que engancha, enfocado a proporcionar diversión al conductor en cualquier escenario.
Y como fan de la marca y de la saga moderna, los John Cooper Works GP representan el summum de todo lo que son capaces de ofrecer los Mini de BMW. Son la expresión más radical, exclusiva y deportiva de cada una de las generaciones surgidas desde el año 2001.
Por eso hemos querido aprovechar la llegada de un nuevo Mini JCW GP al mercado (con toda la expectativa que ha generado debido a su impactante estética y sus 306 CV) para enfrentarlo a sus predecesores (puedes leer el reportaje a partir de la página 48). Dos modelos que, por su producción limitada y su rendimiento, se han ganado a pulso la consideración de coches de culto entre los aficionados al mundo del automóvil (no hay más que ver de qué manera se han revalorizado en los últimos años).
Pero sobre todo queríamos averiguar si el nuevo modelo consigue superar, o al menos igualar, la enorme satisfacción que nos provoca conducir sus antepasados. Sensaciones relacionadas con una fantástica agilidad que hace que afrontar una carretera de curvas resulte un ejercicio terapéutico.