TITANIO CONTRA LA AFONÍA
Con la llegada de los filtros de partículas a los motores de gasolina, fabricantes como Akrapovic deben esforzarse más que nunca en restaurar el sonido original de los motores.
Si existe un sector que está siendo puesto a prueba por las sucesivas normativas europeas, este es, sin duda, el de los escapes deportivos. Su materia prima es el sonido que genera el motor y recorre las líneas de escape, y cada vez les llega menos… y de peor calidad. De manera que compañías como Akrapovic tienen que esforzarse más y más en construir sistemas de escape (sobre todo, de tipo slip-in, que pueden montarse sin alterar la homologación del coche) mejores y más eficaces, más ligeros y con paredes más delgadas. Es decir, cada vez más parecidos a instrumentos musicales.
La sucesión de catastróficas desdichas que está sufriendo el sonido de los motores térmicos está siendo notable. Las situación comenzó a complicarse con la generalización de los motores turbo, pero se ha vuelto dramática con la llegada de los filtros de partículas y la entrada en vigor del Reglamento 540/2014. Aunque no es su intención, los primeros reducen la intensidad del sonido y distorsionan su timbre, mientras que el nuevo reglamento persigue reducir el nivel de sonido que emiten los coches de serie (en 6 decibelios en los próximos seis años)… y asegurarse de que esos límites se cumplen en todas las modalidades de conducción que ofrezca el coche. Los fabricantes seguirán esforzándose por ofrecer una buena nota de escape… pero sólo hasta donde sea razonable. Está claro que quien quiera recuperar la musicalidad de los escapes actuales o de antaño, aunque sea a niveles de presión sonora reducidos, va a tener que recurrir, más que nunca, a kits aftermarket.