LISTOS PARA EL CINCUENTA Y CINCO
Para la industria europea, el trabalenguas “Fit for fifty five” no tiene tanta gracia.
EDITORIAL LUIKE
Fitfor55, el paquete de propuestas de ley de la Comisión Europea para el sector de la automoción, dibuja el escenario en el que tendrán que moverse los fabricantes y compradores de coches durante las próximas dos décadas. Será la contribución del sector para llegar a 2050 con un continente absolutamente limpio de emisiones, tal como ambiciona el Pacto Verde Europeo.
La primera meta volante de 2030 contempla una reducción en la media de emisiones del 55 % sobre el total de ventas de coches. Y sólo cinco años después, en 2035, toda la oferta de vehículos nuevos (turismos y comerciales ligeros) deberá ser de cero emisiones. Es decir, sin presencia en el mercado de automóviles movidos por motor térmico.
Los constructores y sus proveedores tecnológicos, desde luego, ya asumieron el desafío y llevan años trabajando en la electrificación de sus gamas, aunque su representante, la Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles (ACEA), no ve tan fácil la viabilidad del nuevo proyecto. Para cumplir los objetivos en los plazos fijados, habría que vender muchos coches “cero” en un tiempo récord mediante una motivación del mercado que va más allá de la presión a la industria y la mentalización de los usuarios.
La Comisión Europea reconoce además que no habrá infraestructura suficiente para atender la demanda energética pues, según sus propios cálculos, en 2030 serán necesarios alrededor de seis millones de puntos de carga públicos, mientras que las previsiones de instalación hasta esa fecha apenas llegan a los tres millones y medio.
Para resolver esta discrepancia, ACEA razona: si la causa de las emisiones de gases de efecto invernadero es de los hidrocarburos fósiles, ¿por qué echarle la culpa a los motores? ¿Por qué penalizar a esas tecnologías? ¿Por qué no favorecer, en cambio, la producción de combustibles alternativos, limpios y eficientes? Esta solución no sólo propiciaría una transición más natural y llevadera hacia una Europa limpia; también permitiría acelerar el proceso gracias a la utilización generalizada de esos combustibles por los vehículos del parque “clásico”, que continuará vivo mientras tanto. El propietario de este tipo de automóviles estará encantando de contribuir de esa manera a la idea de una Europa limpia.
El futuro de la movilidad está claro, y, aunque aún persiste el recelo a las autonomías limitadas, que se resolverá con la aplicación de nuevas soluciones como la pila de combustible y la utilización de baterías más eficientes, todo el mundo reconoce ya las bondades del coche eléctrico –o electrificado– como concepto. Que deportivos puros y hasta vehículos todoterreno extremos empleen con éxito esta tecnología capaz, incluso, de multiplicar la capacidad prestacional de esas máquinas, ha contribuido a disipar cualquier duda.