PORSCHE 911 TURBO CABRIO VS MCLAREN 720S CABRIO
Los descapotables ganan peso, pierden rigidez y, aunque pueden ser muy seductores, ¿tienen sentido con prestaciones de superdeportivo? Estos dos modelos deberían darnos la respuesta.
Los descapotables ganan peso, pierden rigidez y, aunque pueden ser muy seductores, ¿tienen sentido con prestaciones de superdeportivo? El McLaren 720S Spider y el Porsche 911 Turbo S Cabrio deberían darnos la respuesta.
ERA UN CARRERA S CABRIOLET (997.1) y lo conduje aquel año hasta las 24 Horas de Le Mans y de vuelta (lo siento). El tiempo fue abrasador durante todos aquellos días, la competición emocionante y el ambiente genial. Mi tienda de campaña cabía en el maletero frontal y el resto de mis cosas fueron apiñadas en los asientos traseros (el apreciado 911 ponía las cosas muy fáciles). Cogí la ruta turística durante parte del viaje de ida pero, además, pasear tranquilamente por la campiña francesa para visitar diferentes zonas del circuito durante la carrera fue soberbio, especialmente de noche, cuando el aire caliente del atardecer recorría dulcemente el habitáculo, con el ‘tap, tap, tap’ de los insectos suicidas franceses estampándose contra el parabrisas como banda sonora. Me encantó. ¿Me podréis perdonar algún día?
Y es que esta es la clave de los descapotables, ¿no? En particular la de aquellos basados en un chasis monocasco. Los cabrios tienen sus limitaciones. Son más pesados, menos rígidos, tienen una peor base para que trabaje la suspensión y, en definitiva, que te gusten significa admitir que conducir no está en lo alto de tu lista de prioridades. Para los que comulgamos con todo lo que representa esta revista, se trata de una verdad incómoda que no necesariamente queremos admitir. ¿Qué otra cosa que no sea conducir podría encabezar la lista? ¿Que otros te miren para hacer crecer tu ego? La mayoría de factores que atraen a la gente a los descapotables son cosas que normalmente no queremos admitir. Ya sabes cómo funciona: estás buceando en los anuncios de coches de segunda mano, buscando un viejo BMW M3 (otra vez). Los E46 te dan la sensación de que se han ido de precio, los E36 confirman que hace ya mucho tiempo que se fueron, y lo primero que cribas con los filtros son los cabrios porque, ya sabes, no son M3 de verdad, ¿no? Son cabriolet, no coches para gente como tú y como yo...
Pero lo cierto es que los descapotables tienen un claro atractivo, incluso en climas famosos por sus días grises y lluviosos. Para ayudarnos a garantizar dicho atractivo, tenemos dos excelentes ejemplos de esta estirpe, el McLaren 720S Spider y el Porsche 911 Turbo S Cabriolet 992. No hay muchos superdeportivos descapotables más potentes, opulentos y ostentosos que estos dos, ni más dispares dentro del mismo nicho.
Sí, podríamos compararlos, y siento la obligación de hacerlo en algún momento de esta prueba, pero en realidad es un propósito bastante infructuoso. Incluso tú podrías escribir la conclusión por mí, pero en caso de que no puedas, aquí va un breve resumen de lo que creo que va a pasar: el McLaren tiene toda la teatralidad de un supercoche y su monocasco ofrece el placer del aire libre sin apenas inconvenientes, pero el Porsche es más fiable, más práctico y casi igual de rápido, por menos dinero. Veremos...
Sin duda, es cierto que algunos coches encajan mejor como descapotables que otros. No querrías necesariamente un 911 GT3 descapotable para dar vueltas en Nürburgring o Spa (aunque los que han conducido un 911 Speedster 991 me dicen que es muy bueno), pero hay coches concretos en los que, debido a su carácter, la transformación a una experiencia sin techo resulta muy natural. Un ejemplo es el Lamborghini Huracán Evo Spyder. A primera vista parecía reunir todo lo que está mal en los supercoches modernos, aunque perfectamente adornado en un conjunto vestido con una pintura naranja opcional de aproximadamente 14.000 euros. Pesaba 120 kilos más que la versión coupé, así que 1.542 kilos ‘en vacío’, la clásica táctica de los fabricantes italianos de superdeportivos para encubrir el peso realmente comparable de sus coches. Quién te dice que equipando algunas opciones uno de estos Lambo ‘ junior’ no pese 1,7 toneladas...
De hecho, acabé conduciendo el Huracán en lluvia y con la capota bajada, disfrutando de cada segundo. Seguro que parecía un absoluto imbécil, pero el funcionamiento de ese increíble V10 se sentía tan cerca que parecía que cada golpe de pistón era una de mis pulsaciones. Mientras tanto, una tormenta de verano mejoró el característico aroma de la hierba recién cortada y de las praderas de la campiña, y la emoción del momento hizo que el Spyder se sintiera un 50 % más rápido que la velocidad a la que circulaba, y por tanto un 50 % menos ilegal que las velocidades a las que, de otra forma, habría estado tentado de conducir, aunque esto también habría ayudado a que las gotas de agua pasaran de largo sobre mi cabeza. Fue una experiencia sensorial completa, de 360 grados, inmersiva hasta el extremo, que me abstrajo por completo de todo lo que había pasado aquel día. Fue escapismo puro, a pesar de que el Spyder se sintiera un poco corpulento y algo blando a veces, y probablemente una porquería en un trackday.
Pero, más que nada, eso es lo que nos ofrecen los descapotables: una oportunidad de estar más cerca del entorno por el que pasamos, esté donde esté y sea cuando sea. Cuando conduces un coche expuesto a los elementos, es asombroso lo que escuchas, y que de otra manera te perderías. El crujido de una rama bajo el neumático, los gritos en un parque, el canto diferenciado de diferentes pájaros...
Cuando viajas en el 720S, a decir verdad, semejante proyectil de 720 CV acelera tanto que ese tipo de detalles suelen perderse en un envolvente bramido. Si eres lo suficientemente valiente o estúpido (y persistente) para desactivar el ESP, sentir la inmensa y desbocada fuerza del V8 biturbo te recuerda de forma urgente que coches como este son demasiado rápidos para la carretera, aunque suene ya a tópico. El V8 necesita un lapso de tiempo para subir de vueltas y darlo todo, pero la zona alta del cuentavueltas es completamente brutal, generando un cóctel de miedo y excitación que a veces sobrepasa la línea entre el disfrute y el comportamiento antisocial. La caja de