LA DIRECCIÓN TRASERA APLICA LAS SIGUIENTES ESTRATEGIAS:
1.- A muy baja velocidad, replica el giro de las ruedas delanteras, pero en sentido contrario. Esto mejora la maniobrabilidad del vehículo, reduciendo el radio de giro y permitiendo emplear una dirección delantera con menos vueltas de volante (generalmente, 2 en lugar de 3), lo que mejora el confort para el conductor.
2.- A baja velocidad (hasta unos 60 km/ h), la dirección trasera sigue efectuando giros en la dirección contraria que las delanteras, aunque cada vez menos acentuados a medida que se incrementa la velocidad. Esto mejora la agilidad del coche, que cambia de dirección con más rapidez y menos esfuerzo. También mejora el tacto de la dirección, que se percibe como más incisiva (eficaz durante los primeros grados de giro del volante) y precisa (ya que prácticamente se anula el subviraje natural del coche). 3.- A media velocidad (entre 60 y
100 km/h), la dirección trasera se queda centrada y entra en un estado de reposo del que sólo sale cuando, durante un giro, y mientras se practica una conducción rápida o deportiva, las ruedas delanteras se aproximan de forma progresiva al límite de adherencia y comienza un subviraje.
4.- A alta velocidad (a partir de los 100 km/h), la dirección trasera comienza a girar igual que la delantera, induciendo un desplazamiento lateral que acompaña al giro. Esto genera un efecto estabilizador en el vehículo (gana menos inercia de giro y las ruedas traseras tienen que ejercer menos fuerza en el sentido transversal) y provoca en el conductor la sensación de tener una dirección más lenta (hacen falta movimientos de volante más grandes para, por ejemplo, cambiar de carril en autopista, lo que incrementa la sensación de control y la confianza).