HIDRÓGENO: EL COMPLEMENTO
Tan cierto es que ningún fabricante descarta que el hidrógeno sea el futuro, como que algunos fabricantes apuestan por él de forma más vehemente que otros. A la cabeza de los entusiastas se encuentran los asiáticos. Y, de entre ellos, el paladín es la japonesa Toyota. Sin embargo, incluso Toyota está de acuerdo en que, a medio plazo, el hidrógeno no es un sustituto, sino un complemento de las baterías. Y la razón es que el hidrógeno es un combustible con unas características peculiares, que lo dotan de un montón de inconvenientes, muchos de los cuales aún no están resueltos del todo.
Las ventajas del hidrógeno
Entre sus virtudes destaca el hecho de que se puede producir a partir de electricidad renovable y se puede almacenar con relativa facilidad. Además, cada kilo de hidrógeno contiene mucha energía (el consumo de un Toyota Mirai ronda el kilo por cada 100 km), el repostaje es muy rápido y el producto de la reacción sólo es vapor de agua. Actualmente, las pilas de combustible son caras... pero también lo eran las baterías hace diez años; el secreto para que bajen de precio es fabricar muchas.
El inconveniente del hidrógeno
El principal problema con el hidrógeno no es su producción o su consumo... sino su logística. Y no porque sea peligroso, sino porque es muy liviano.
5 kilos de hidrógeno a 700 bares de presión (lo habitual para coches) ocupan 200 litros, y requieren ser almacenados en bombonas mucho más voluminosas y bastante caras. Un camión con hidrógeno a 200 bares sólo puede transportar unos 500 kilos... suficiente para repostar 100 coches. Licuarlo no mejora las cosas: la operación consume un montón de energía, y el volumen sólo se reduce a un tercio. De manera que el hidrógeno puede tener un futuro brillante, pero sólo si alguien resuelve su distribución de manera ingeniosa.