LA INVASIÓN DE LOS ELÉCTRICOS
Para conseguir una cuota del 40 % de modelos eléctricos en el mercado europeo, sólo existe una alternativa: que bajen de precio. Actualmente, comprar un eléctrico supone pagar un sobreprecio de, al menos, unos 10.000 euros. Esa cantidad se puede acabar recuperando gracias al menor coste por kilómetro (es decir, mientras la electricidad siga siendo razonablemente barata y suponiendo que el coche se utiliza para recorrer más de 15.000 km al año) pero, si el cliente no puede obtener financiación para el importe inicial del vehículo... no puede comprarlo.
El primer paso para fabricar eléctricos asequibles ya lo ha dado el mercado, y es reducir el número de grupos automovilísticos. Alianzas como la de Stellantis responden al hecho de que un pequeño fabricante generalista no puede asumir los costes de desarrollar vehículos eléctricos a precios competitivos.
El segundo paso es desarrollar plataformas específicas y extremadamente versátiles para eléctricos. Stellantis vuelve a ser un buen ejemplo: el grupo franco-italo-germano-americano está integrado por más de una decena de marcas, pero todos sus modelos eléctricos futuros se van a basar en cuatro plataformas, tres grupos propulsores y dos tecnologías de batería.
El tercer paso es abaratar. Hasta ahora, los coches eléctricos estaban fabricados con los mejores motores (de imanes permanentes) y las baterías más caras. Ahora, muchos fabricantes (desde BMW a Renault, y pasando por Audi) están dejando de usar carísimos imanes permanentes en los rotores, y se están abriendo paso tecnologías de batería como el hierrofosfato. Son soluciones más pesadas... pero también más baratas.