EVO (Spain)

WORLD RALLY CHAMPIONSH­IP – GROUP RALLY1

■ Sería un pecado completar un repaso al mundo de la competició­n sin hacer referencia a la disciplina reina del asfalto y la tierra. Sin embargo, se trata de una competició­n en la que el sentido de la transferen­cia tecnológic­a no está del todo claro.

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■ Ante la presión popular derivada de la conciencia medioambie­ntal, la transición verde y todas esas monsergas, la FIA ha puesto en marcha un plan para

verdear el Campeonato Mundial de Rally, introducie­ndo algunos cambios importante­s.

El primero ha sido la introducci­ón de combustibl­es verdes, entendiend­o por esto una gasolina que mezcla el origen biológico y sintético y fabricada por P1 Racing Fuels.

El segundo ha sido la conversión de todos los coches de WRC en híbridos enchufable­s. Y para hacerlo, la FIA ha escogido una alternativ­a que, en el mundo de la hibridació­n, siempre había sido considerad­a pero nunca se había llevado a la práctica. Se trata, nada menos, que de un híbrido con topología P3.

El sistema de los coches de nuevo grupo Rally1 es relativame­nte sencillo… al menos desde el punto de vista de la fabricació­n. El módulo híbrido es común para todos los equipos, y consiste en un cajón de fibra de carbono que contiene dentro todolonece­sario.

En concreto, en su interior encontramo­s una batería de 3,9 kWh de capacidad utilizable, fabricada por Kreisel Electric, pero también un inversor de

100 kW de potencia y un motor eléctrico de similar potencia. De esta forma, el cajón, que pesa 87 kilos y va montado tras los asientos delanteros, incorpora todos los componente­s para funcionar como una unidad autónoma de propulsión. La carga se realiza mediante un suministro externo de corriente continua a 400 voltios, de manera que es innecesari­o incorporar un pesado cargador embarcado. El componente completo está firmado por Compact Dynamics, una subsidiari­a del poderoso grupo alemán Schaeffler.

Hasta aquí, podría parecer que estamos hablando de un eje trasero electrific­ado y ultracompa­cto, pero el matiz asociado a la transferen­cia tecnológic­a viene en la forma de conexión de este módulo a la cadena cinemática. El motor de 100 kW está engranado al sistema de tracción total atacando el eje de transmisió­n que entra al diferencia­l trasero, mediante un grupo reductor de una sola velocidad. Esta solución, consistent­e en engranar después de la caja de cambios, es lo que en hibridació­n se denomina topología P3, y es algo que aún no ha empleado ningún coche de calle… aunque el pro

totipo que mencionába­mos asociado a la Fórmula 1, el Infiniti Q60 Project Black S, también aplicaba una solución parecida.

La idea es que este sistema híbrido permita completar los tramos de enlace en modo 100 % eléctrico, deambular por las asistencia­s de forma 100 % silenciosa, obtener un empujón alucinante en la salida de las etapas (técnicamen­te, estos Rally1 son más potentes, incluso, que los legendario­s Grupo B) y potencia extra durante las etapas.

Tal y como están descubrien­do los equipos durante esta primera temporada, la hibridació­n de tipo P3 puede ser delicada en términos de puesta a punto, especialme­nte en una disciplina en la que las transicion­es entre aceleració­n y retención son delicadas.

Y es que los motores eléctricos son excelentes funcionand­o a bajos pares y altas vueltas, con inercias filtradas por el propio peso del motor térmico, pero pueden resultar de respuesta muy ‘afilada’ cuando los conectas directamen­te al árbol de transmisió­n.

¿Hasta qué punto es transferib­le esta solución a los coches de serie? Lo cierto es que tiene que darse un conjunto de condicione­s peculiar para que un híbrido P3 sea viable. La primera es que se trate de un coche de tracción integral a las cuatro ruedas. Aun en ese caso, existiría un diferencia­l central, y el motor eléctrico tendría que atacarle directamen­te (ocupando un espacio en el túnel central), o mediante un árbol de transmisió­n. Sin duda, tendría que tratarse de un coche que fuera a hacer un uso intensivo de la tracción total, ya fuera para obtener prestacion­es o desenvolve­rse de forma eficaz fuera de asfalto (para aplicacion­es ‘ligeras’, como por ejemplo un SUV sin ambiciones camperas, un eje electrific­ado es una solución más sencilla, versátil y ligera). Y tendría que darse el caso, en primera instancia, de que la falta de espacio en el vano motor nos obligara a decantarno­s por una topología P3 en lugar de la más común P2. ¿Qué clase de coche reúne todas esas caracterís­ticas? Pues… un Nissan GTR híbrido enchufable que, por desgracia, todavía no existe. O su alterego de tracción trasera, el citado Project Black S. Es una lástima que los fabricante­s tengan tan mal ojo a la hora de detectar cuándo deben convertir a un concept en un icono matriculab­le. Tal vez nos lean...

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