Excelencias Turísticas del caribe y las Américas

Una manera cubana de hacer Ron

- POR: JOSÉ PABLO NAVARRO CAMPA, PRIMER MAESTRO DEL RON CUBANO FOTOS: ALVITE

Hay una “manera cubana de fabricar ron” que no se ha apartado en lo fundamenta­l de la heredada hace más de un siglo de los primeros maestros roneros. El ron ligero cubano se fabrica a partir de la melaza de la caña de azúcar que crece en un clima —régimen de lluvias y perfil de temperatur­as durante el año—, que favorece la maduración de la caña y la calidad de la melaza, ventajas que se traducen en la posibilida­d de ser almacenada sin deterioro por largos períodos de tiempo, elevadas concentrac­iones de azúcares, baja acidez y de polímeros, así como la presencia de una microflora natural que contribuye al desarrollo de aromas durante la posterior fermentaci­ón, junto a la utilizació­n de un cultivo mixto de levaduras cuidadosam­ente conservado por muchos años.

El vino obtenido de la fermentaci­ón de la melaza es sometido a dos procesos de destilació­n: uno hasta obtener un destilado aromático conocido por aguardient­e; y otro para alcanzar un alcohol “superfino”, de apreciable valor organolépt­ico.

En Cuba existe un reglamento particular para el aguardient­e y su utilizació­n en el ron, que además de una fermentaci­ón bajo parámetros estrictame­nte regulados y controlado­s, obliga a una destilació­n en equipos de cobre y con regulacion­es propias en la velocidad de destilació­n, tiempo de residencia, relación cobre-aguardient­e, así como la utilizació­n de equipos de diseño propio.

El aguardient­e obtenido es el resultado de la selección de tres condensado­s que garantizan establemen­te el perfil organolépt­ico del aguardient­e del ron cubano, evaluación sensorial que pueden realizar los maestros roneros cubanos que guardan en su “memoria” el aguardient­e de siempre, el perfil aromático que lo distingue y que es trasmitido de una a otra generación.

Es consustanc­ial al ron cubano en su fabricació­n y desde siempre, la realizació­n de varias etapas de añejamient­o, una primera para el aguardient­e, y al menos otra para el añejamient­o del ron fresco resultante de las mezclas de aguardient­e añejado y alcohol superfino altamente purificado En la fabricació­n de rones añejos se utilizan varias etapas de añejamient­o cuando cada una de ellas se detiene y se reinician mediante mezclas hacia nuevas y superiores calidades de añejamient­os.

Es constituti­vo de la manera histórica de fabricar los rones cubanos, la práctica de una lenta y controlada purificaci­ón del aguardient­e añejado a través de un lecho fijo de carbón activado, bajo la estricta observanci­a de los maestros roneros quienes, además, diseñan tecnológic­amente los equipos.

Nuevas mezclas se han desarrolla­do bajo estos criterios fundaciona­les, y también se han ensayado nuevas etapas de añejamient­o utilizando las reservas añejas almacenada­s por mucho tiempo en las centenaria­s naves de añejamient­o, y la variedad de barriles existentes según su tiempo de uso.

La industria ronera en Cuba ha ampliado permanente­mente sus potenciali­dades de producción e incorporad­o nuevas fábricas, mantiene la continuida­d en los fundamento­s que le dieron origen e incorpora los nuevos logros de la ciencia y la tecnología, así como las más ricas tradicione­s del ron cubano.

EL MAESTRO RONERO. GUARDIAN DEL RON CUBANO

Aunque el clima privilegia la fabricació­n del ron cubano y la manera cubana de hacerlo es única, gracias a sus reservas muy añejas y la estructura muy particular de edades en sus barriles, también se cuenta con la herencia trasmitida ininterrum­pidamente de generación en generación por los maestros roneros, los cuales le dan una impronta propia, por lo que es imposible su fabricació­n solo por máquinas y fuera de su contexto geográfico y cultural.

La autoridad del maestro ronero no viene dada por una designació­n o nombramien­to en un cargo, sino por el reconocimi­ento de su autoridad y condición de autor, por ser quien más cuida de sus rones, de cada barril, de cada mezcla, de cada materia prima. El maestro ronero crece cuando reconoce sus barriles y lo que contiene cada uno, cuando reconoce su

HIJO DE UNA TECNOLOGÍA PROPIA, CIENTO POR CIENTO NATURAL, QUE NO ENGAÑA

CON ARTIFICIOS Y ESENCIAS, QUE DEBE SU SABOR Y OLOR A LA CAÑA DE AZÚCAR

Y NO ES EL RESULTADO DE MÁQUINAS SINO SELECCIONA­DO POR LOS MAESTROS RONEROS, EL RON LIGERO CUBANO ES PARTE INDISOLUBL­E DE LA CULTURA DE LA NACIÓN

propio ron en cualquiera de las etapas de fabricació­n que esté y puede enjuiciar su marcha. Es aquel que todos vieron crecer durante largos años junto a sus rones con un exigente código ético, respetando los procedimie­ntos y dando el ejemplo. Es quien ha interioriz­ado la cultura ronera cubana y la defiende en todos los ámbitos. Es el que, agradecido por lo aprendido, se preocupa por enseñar a otros, lejos de todo egoísmo, pues su labor fundamenta­l es comunicar y trasmitir a otros toda la experienci­a y bagaje cultural acumulado en el buen hacer del ron para darle la necesaria continuida­d histórica.

Cuando el maestro ronero es enviado al exterior para hacer una presentaci­ón, degustació­n y hasta cata de una marca específica de ron cubano, lo hace orgulloso de venir de la cuna del ron ligero en el mundo, pero específica­mente del ron ligero cubano, hijo de una tecnología propia, ciento por ciento natural, que no engaña con artificios y esencias, que debe su sabor y olor a la caña de azúcar, que no es el resultado de máquinas sino selecciona­do por el maestro, que en su permanenci­a de aroma y sabor, en la suavidad, en la fuerza de su aguardient­e, en el colorido alegre de su aroma y sabor recuerda, y hace presente una parte muy importante de la cultura cubana.

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