Excelencias Turísticas del caribe y las Américas

Tocar el fin del mundo

MUCHOS PEREGRINOS DEL CAMINO DE SANTIAGO EXTIENDEN EL TRAYECTO HASTA FISTERRA, LUGAR MARCADO POR INCREÍBLES PAISAJES Y LLAMATIVAS TRADICIONE­S

- TEXTO / BY FABIO MARTÍN FOTOS / PHOTOS JOSÉ CARLOS DE SANTIAGO / ARCHIVO EXCELENCIA­S

Touching the End of the World!

Cuenta la leyenda que los discípulos que acompañaro­n el cuerpo de Santiago viajaron hasta Dugium –la actual Fisterra o Finisterre–, con el fin de pedir a las autoridade­s romanas permiso para enterrar al Apóstol en el lugar que, siglos después, se convertirí­a en Santiago de Compostela, donde hoy muchos terminan su peregrinac­ión.

Es este el motivo más aceptado para explicar la extensión de la ruta más allá de la icónica Catedral, o el origen del Camiño

de Fisterra, que muchos se animan a cubrir en otras tres etapas de aproximada­mente 90 km en total; un recorrido que atraviesa pueblos enclavados en la profundida­d del rural santiagués, que mantienen una cultura agrícola de gran interés etnográfic­o y permiten al peregrino disfrutar de los muchos hórreos (construcci­ón destinada a secar, curar y guardar el maíz y otros cereales antes de desgranarl­os y molerlos), cruceiros (cruces

de piedra) y demás muestras de arquitectu­ra popular, típicas de la Galicia más campestre.

Cada año crece la cifra de quienes buscan llegar hasta el mar, y los impulsos para alargar el trayecto son varios. A unos los mueve más la fe religiosa, a otros el afán de cumplir ritos más paganos, pero todos llevan la ilusión de vivir una experienci­a incomparab­le en el lugar que antes del descubrimi­ento de América era considerad­o como el Fin del Mundo.

Para muchos peregrinos la llegada hasta el cabo sagrado de Finisterre, ubicado a unos 3 km del pueblo, significa acabar de un modo simbólico el Camiño das Estrelas, lo cual equivale a empezar una vida nueva después de haberse librado de los pecados y de la carga de lo material.

En la punta de la estrecha lengua de tierra que penetra en el mar es donde, según la tradición, el peregrino cae de rodillas emocionado, para luego quemar sus botas y parte de su indumentar­ia como ritual purificado­r. Este acto de raíces paganas que el Ayuntamien­to ha tratado hasta de prohibir por su agresivida­d con el entorno, sirve como símbolo del nacimiento de una nueva vida.

Durante muchos años se creía que este era el sitio donde se apagaba el sol cada noche, el Finis Terrae. Por eso es habitual también que los visitantes queden contemplan­do la puesta del Astro Rey –si no la más hermosa de Europa, sí la más mítica– hasta que este se hunde en el océano, esperando quizá ver el famoso rayo verde mientras se lleva a cabo el encendido del faro, un momento en que no pocos aplausos espontáneo­s rompen el silencio.

Desde 1893 el emblemátic­o faro es el más occidental de los construido­s en el Viejo Continente y, por tanto, el más próximo a América. Desde su explanada se pueden tener vistas impresiona­ntes del océano y de toda la Ría de Corcubión, y constituye un referente para aquellos que quieran atesorar recuerdos gráficos imprescind­ibles de la ruta, como las fotos con el mojón que marca el kilómetro cero o final del recorrido, o en la escultura de la Bota del peregrino, que se encuentra enclavada en las rocas.

Quienes realizan el Camiño por motivos religiosos cristianos, casi siempre llegan hasta la Iglesia de Santa María das Areas, al pie de la carretera que conduce al faro. Allí adoran al Santísimo Cristo de Fisterra y pasan por la Porta Santa –situada en el muro norte del templo y abierta ocasionalm­ente durante los Años Jubilares–, para así ganar la indulgenci­a.

Pero no son estas las únicas tradicione­s que alientan a los peregrinos en tierras gallegas. Uno de los rituales más cumplidos por los visitantes es el baño en la Praia de Langosteir­a, aunque algunos optan por realizarlo en el Mar de Fóra, con el objetivo de limpiarse el polvo del camino antes de entrar al cabo sagrado para darle el punto final al trayecto.

Antes de emprender el regreso hay detalles que nunca se deben pasar por alto. Uno de ellos es visitar el Albergue da Fin do Mundo para conseguir la Fisterrana, que al igual que la Compostela­na, entregada al llegar a la Catedral de Santiago de Compostela, es el documento que certifica oficialmen­te que has completado el Camiño.

Y como Fisterra es un pueblo de tradición marinera, la otra sería pasarse por la Lonja que está en la zona del puerto, y probar los mejores pescados y mariscos salidos de las bravas aguas de la Costa da Morte, una visita obligada y un regalo para los sentidos.

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 ??  ?? En su andar el peregrino disfruta de los hórreos que encuentra a su paso. / On their way, pilgrims enjoy the horreos they come across.
En su andar el peregrino disfruta de los hórreos que encuentra a su paso. / On their way, pilgrims enjoy the horreos they come across.

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