Excelencias Turísticas del caribe y las Américas
Oporto...
POR SEGUNDO AÑO CONSECUTIVO, PORTUGAL OBTUVO EL PREMIO WORLD TRAVEL AWARDS AL MEJOR DESTINO TURÍSTICO DEL MUNDO. LA CIUDAD DE OPORTO ES UNA DE SUS PRINCIPALES CARTAS DE PRESENTACIÓN
Se la conoce como la ciudad de los puentes: tiene seis, unos antiguos y otros modernos, pero siempre muy grandes porque deben salvar el río Duero casi en su desembocadura bastante ancha. La necesidad obliga, en este caso para conectar a Oporto con su núcleo histórico ubicado a lo largo de los cerros de la margen derecha, con el municipio de enfrente, Vila Nova de Gaia,
donde están las mundialmente famosas bodegas del vino que llevan su nombre.
¿Por qué las bodegas se ubican a un lado diferente de la ciudad que da nombre a su célebre vino? Estrictamente hablando, este vino no debería llamarse de Oporto sino de Gaia, donde están las bodegas, o de Douro, a lo largo de cuyas riveras se crían las uvas. Había dos razones para esta ubicación: la orientación norte de la parte de Gaia proporcionaba un clima más fresco para envejecer este néctar. Otra, que los impuestos eran mucho más baratos que en Oporto, la ciudad amurallada de enfrente donde los obispos ostentaban el poder. De modo que los empresarios se decidieron por el lugar donde tenían mejor tratamiento fiscal.
Su nombre lo dice todo: Oporto... El Puerto. Porque este río dorado (Douro) es navegable desde su desembocadura hasta la frontera española. Así que la ciudad se fue levantando en un enclave privilegiado con puerto natural y vía fluvial para transporte de productos, como las barricas de vino proveniente del Alto Duero hasta Vila Nova de Gaia, donde era almacenado, envejecido, embotellado y comercializado.
Actualmente estas tradicionales bodegas son visitables. De modo que, durante el viaje a Oporto todos los visitantes cruzarán en algún momento los 174 m del puente D. Luis I que, construido en 1886, tiene el mérito de poseer uno de los mayores arcos de hierro forjado del mundo. Además del apasionante encuentro con las bodegas, la ribera de Gaia proporciona la mejor vista panorámica de la ciudad, cuyo centro histórico ha sido clasificado como Patrimonio Mundial por la UNESCO.
Es una vista espectacular, pues Oporto se fue desarrollando a diferentes niveles sobre los cerros, por lo que vemos en primer término un frente de casas coloreadas que se alinean a lo largo de calles coronadas en la cumbre por grandes edificios religiosos, entre los que destaca su catedral románica del siglo XII.
LA CIUDAD DE LAS CUESTAS
Visitar Oporto es un buen ejercicio para las piernas. Aunque solo en su parte más antigua, es un sube y baja continuo, a través de escaleras de peldaños de granito y callejuelas en cuesta desde la zona alta de alrededor de la Catedral hasta las más baja de la Ribeira, junto al Duero. Callejear así tiene la ventaja de descubrir magníficos miradores.
De su parte monumental podemos destacar, en primer lugar, la Iglesia de San Francisco, un ejemplo sorprendente de templo gótico revestido totalmente por dentro del más intenso barroco que pueda imaginarse. Su convento franciscano anexo sufrió un gran incendio y sobre sus ruinas se edificó el Palacio de la Bolsa (1834), cuya austera fachada neoclásica contrasta con el deslumbrante Salón Árabe (hay visitas guiadas). En su panorámica, sobresale el soberbio campanario en
Se le conoce como la ciudad de los puentes, pues tiene seis, mientras que los muchos peldaños de granito y callejuelas en cuesta que se hallan en su parte más antigua, permiten descubrir magníficos miradores. Además del apasionante encuentro con las bodegas del famoso vino de Oporto, la ribera de Gaia proporciona la mejor vista panorámica de la ciudad, cuyo centro histórico ha sido clasificado como Patrimonio Mundial por la UNESCO
granito de la Torre de los Clérigos (1754) de 75 m de altura, convertido en uno de los principales iconos de la urbe, de esos que figuran en los imanes-recuerdo no solo por su belleza barroca, sino también por el material en que está construida, el granito, presente en casi todo lo que ha pervivido en los siglos.
Ir al Mercado de Bolhao es muy interesante porque vemos la oferta de sus productos frescos. La zona tiene el encanto del comercio tradicional con su atención personalizada. También están por aquí los cafés tradicionales, al estilo del Majestic con su decoración art decó (atiende al público desde 1923), en la calle Santa Caterina. Muy cercana se halla la Avenida dos Aliados, que más parece una enorme plaza presidida por el Ayuntamiento y rodeada de elegantes edificios a la manera parisina de los años 20.
Otro inmueble reseñable es la Estación de Sao Bento, de allí salen trenes que bordeando la orilla del Duero, nos adentran hacia su valle, donde se cultivan las vides para el vino de Oporto, todas plantadas en laderas de montañas, lo que hace que los campos sean largos y estrechos. Este terreno escarpado obliga a que toda la actividad agrícola se tenga que hacer a mano. Es una excursión que recomiendo sin dudar, por su paisaje excepcional. La estación ferroviaria, de principios del siglo XX, está decorada con más de 20 000 azulejos y considerada una de las más bellas del orbe.
Otros dos lugares culturales merecen ser conocidos: la Librería Lello (1906), que ha saltado a la fama porque la escritora de Harry
Potter se inspiró en ella a la hora de describir la Flourish and Blotts; y la Casa de la Música, erigida a raíz de que Oporto fue nombrada Capital Europea de la Cultura 2001. Su peculiar edificio que forma un poliedro de 17 lados, pronto se convirtió en un icono de la ciudad (visitas guiadas).
Y para reponer fuerzas de forma placentera queda la enorme oferta gastronómica, en la que destaca el bacalao tratado en gran diversidad de formas culinarias.
De su parte monumental, varias son las edificaciones que no se deben dejar de visitar, entre ellos, la Iglesia de San Francisco, el Palacio de la Bolsa, la Torre de los Clérigos, el Mercado de Bolhao, la Estación de Sao Bento, la Librería Lello y la Casa de la Música