Excelencias Turísticas del caribe y las Américas
Vino bueno y en abundancia
LA HISTORIA DEL VINO EN AMÉRICA SE INICIÓ HACE 422 AÑOS EN PARRAS DE LA FUENTE, PUEBLO MÁGICO DE IMPRESIONANTE BELLEZA, QUE PERTENECE A COAHUILA, EN MÉXICO, Y QUE ACABA DE RECIBIR EL PREMIO EXCELENCIAS 2018*
Siete Pueblos Mágicos hacen enorgullecer a Coahuila: Arteaga, Viesca, Candela, Cuatro Ciénegas, Guerrero, Múzquiz y Parras de la Fuente. Pero es a este último al cual los enólogos del mundo le hacen reverencia.
Tal vez por la abundante y silvestre población de plantas de la vid que siempre lo colmaron, es que decidieron nombrar «Valle de Parras» al sitio que acoge, desde 1597, al viñedo más centenario de América, motivo por el cual se le otorgó en la más reciente edición de FITUR, el Premio Excelencias. Cuenta ya 422 años y se localiza, con exactitud, en la hoy Casa Madero, en Parras de la Fuente, a dos horas y media en auto si se viaja desde Monterrey, en el vecino estado de Nuevo León, a donde se puede llegar en avión.
La añeja hacienda, nombrada en los inicios San Lorenzo, permite realizar un muy interesante recorrido por la historia vitivinícola de México. En los inicios, fueron los primeros colonos españoles en la zona quienes establecieron el inmueble, gracias a una subvención real que posibilitaba, ya desde el siglo XVI, la producción de esta bebida. Cierto que las uvas locales eran ácidas, pero los propietarios se las agenciaron para traer otras mucho mejores de su país. Hoy su calidad es más que probada y se exporta a cerca de 30 países.
Con un museo en el que se pueden admirar antiguos equipos y barriles utilizados en la vinificación, Casa Madero, a 8 km de Parras, no es, sin embargo, la única bodega de la zona, aunque no existe una que le gane en prestigio. De cualquier manera, los visitantes no se niegan a degustar las diez clases de vino que se obtienen en la mucho más moderna Rivero González a partir de las uvas locales, por lo que se vende como un producto verdaderamente coahuilense.
Igual, a una hora de Parras y a 2000 m.s.n.m. (para clasificar entre los más altos del mundo), se ubica el viñedo de Don Leo, que regala una vista envidiable del desierto de Coahuila. Allí, donde se desarrolla un ambicioso proyecto de sostenibilidad, se trabaja con uvas importadas de Francia. De ese modo se que ha conseguido fabricar el único vino kosher certificado de la tierra azteca.
OTROS ENCANTOS
Pero la designación de Parras de la Fuente como Pueblo Mágico, en 2004, pone de manifiesto que esta ciudad posee muchos otros atributos que completan su impresionante belleza. Edificaciones civiles y religiosas como la ya mencionada Casa de Madero, la Iglesia de Santo Madero, la de San Ignacio de Loyola, la Capilla de San Lorenzo, el Palacio Municipal, la Plaza del Reloj y la Casa de la Cultura, dan fe del esplendor de su arquitectura.
Quizá la máxima expresión de lo anterior esté en la Iglesia de Santo Madero, que impresiona desde la altura, en la cumbre del cerro de Sombreretillo, desde donde se puede admirar la ciudad toda y el extenso desierto coahuilense. Otro templo que llama poderosamente la atención es el que edificaron los jesuitas con adobe y ladrillo. La Iglesia San Ignacio de Loyola se sirve además de un museo que exhibe objetos de culto, libros y documentos antiguos.
Muy semejante al de Saltillo, con sus dos plantas y su línea neoclásica, el elegante Palacio Municipal permite que el visitante se adentre en la historia del territorio a través de un magnífico mural que recoge los principales hechos acaecidos en Parras de la Fuente.
La añeja hacienda, nombrada en los inicios San Lorenzo (hoy Casa Madero), permite realizar un muy interesante recorrido por la historia vitivinícola de México y de América. En los inicios fueron los primeros colonos españoles en la zona quienes establecieron el inmueble, gracias a una subvención real