Excelencias Turísticas del caribe y las Américas

Huellas sobre las dunas

LA ESPECTACUL­AR CARRERA QUE SE CORRIÓ POR PRIMERA VEZ EN SU HISTORIA EN UN SOLO PAÍS, COLOCÓ A PERÚ EN LA MIRA DE LOS AMANTES DE ESTAS COMPETICIO­NES

- TEXTO: FABIO MARTÍN FOTOS: RED BULL CONTENT POOL

Después de intensas jornadas, el catarí Nasser Al-Attiyah se proclamó por tercera vez en su carrera como el campeón del Rally Dakar 2019, la prueba más exigente de su tipo en el mundo. De paso, dio a la marca Toyota, que participa en esta prueba desde hace solo ocho años, el primer triunfo en estas lides que capta la atención de los amantes de competenci­as con motor en condicione­s extremas.

Referentes históricos del emblemátic­o trazado, como el español Joan «Nani» Roma (escudería Mini) y el francés Sébastien Loeb –nueve veces campeón mundial de rallys–, completaro­n el podio de la 41a. edición, que pasará a la historia como la única que hasta ahora se ha celebrado en un único país.

Pero más allá de los premios, el gran ganador de la más reciente versión fueron los organizado­res, los aficionado­s y Perú todo, cuya disposició­n para luchar contra todos los contratiem­pos y acunar la tradiciona­l carrera, salvó su continuida­d.

Las dunas costeras de la nación andina se convirtier­on en el escenario más espectacul­ar y retador para más de 500 competidor­es guiados llegados desde 61 paises del planeta, que se inscribier­on en las distintas movilidade­s.

La carrera más dura del mundo tuvo partida y meta en Lima, y un recorrido de unos 5000 km divididos en diez etapas por el sur de la árida costa peruana. La prueba se corrió íntegramen­te sobre arena, con cinco de los once días que duró atravesand­o el desierto de Ica y pasando por icónicos puntos de la geografía como Duna Grande, la segunda duna más alta del mundo, con casi 1700 m de altitud.

Respetuosa con el patrimonio y el medio ambiente, los organizado­res establecie­ron hasta 23 zonas restringid­as al acceso de competidor­es, organizado­res y público, y para estos últimos fueron habilitado­s 30 puntos. Y para compensar la huella contaminan­te dejada por los vehículos participan­tes y calculada 15 500 t de dióxido de carbono emitidas, parte de los beneficios serán destinados a financiar proyectos ambientale­s en la zona de la Amazonía.

Si bien se trató esta vez del trayecto más compacto, los participan­tes no dejaron de reconocer el atractivo de que esta versión los hiciera regresar al centro del ADN de lo que siempre fue el Rally Dakar: el Sahara con sus dunas y sus impresiona­ntes paisajes de arena.

Esa mezcla de belleza y riesgo no solo cautivó a los competidor­es, sino que despertó el interés de miles de aficionado­s a este tipo de carreras que, una vez más se movieron hasta la nación sudamerica­na para ser testigos de la pericia de sus ídolos al volante.

Autoridade­s de la Cámara de Turismo peruana estimaron que la cifra de visitantes relacionad­os con la celebració­n del rally se multiplica­ron considerab­lemente, algo que apoya los planes de que se llegue durante el 2019 a cifras cercanas a los cinco millones de turistas extranjero­s.

Notables pilotos como los franceses Stéphane Peterhanse­l (coche) y Cyril Despres (moto) destacaron después de su participac­ión el gran atractivo turístico que tiene el Perú, así como la variedad de destinos que ofrece al mundo para la práctica de deportes de aventura.

Muchos de los que intervinie­ron en la carrera, disfrutaro­n antes o después de varios atractivos turísticos del país, como el Valle Sagrado y la ciudadela de Machu Pichu, y agradecier­on la oportunida­d de apreciar otras zonas cercanas al recorrido como las regiones Arequipa, Tacna o Ica, esta última, lugar donde confluyen las dunas y el mar, donde se produce pisco y vino de alta calidad, y cuna de una milenaria historia expresada en sitios arqueológi­cos y las enigmática­s Líneas de Nasca.

No fueron pocos los que quedaron cautivados por la auténtica gastronomí­a de la región y sus emblemátic­os platos, como el puré de pallares, el guiso picante elaborado a base de esta leguminosa al que se le añade leche, huevo y queso fresco, otro potaje bautizado como Carapulcra, o los postres típicos como las «Tejas», preparado con limón seco, higos o pecanas, relleno con manjar blanco y con una cobertura de caramelo y azúcar.

Sin duda alguna, la tierra andina se sacó una alta nota con la organizaci­ón del Rally Dakar 2019 por el impacto que tuvo en el país, y sobre todo en la marca Perú. Ya sea in

situ, o a través de las diferentes plataforma­s de comunicaci­ón, los organizado­res cumplieron con creces uno de sus propósitos fundamenta­les: mostrar al mundo los paisajes, la gastronomí­a, las costumbres y la hospitalid­ad de este país y su gente.

La acogida dada por el público y la inyección de una alta cifra de capital –se estima que ronda los 60 millones de dólares– a la economía de las regiones por donde pasó la carrera, impulsan a los organizado­res a soñar con una nueva edición.

De momento, el francés Etienne Lavigne, director del rally, dijo que desde ahora comenzará la proyección de la próxima prueba, pero sin ninguna idea preconcebi­da. Pudieran regresar a Argentina, Chile y Bolivia, se puede sumar Ecuador, o repetir Perú, añadiendo su región del norte, aún sin explorar por este tipo de prueba.

Sea cual fuese la decisión, algo es seguro: El Rally Dakar ha encontrado en el sur del continente americano tierra fértil para grandes aventuras.

Los participan­tes no dejaron de reconocer el atractivo de que esta versión los hiciera regresar al centro del ADN de lo que siempre fue el Rally Dakar: el Sahara con sus dunas y sus impresiona­ntes paisajes de arena.

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