Excelencias Turísticas del caribe y las Américas
Entre leyendas y realidad
LA LINDA CIUDAD DEL MAR ES UNA DE LAS MUY CONTADAS LOCALIDADES LATINOAMERICANAS, Y LA EXCEPCIÓN DENTRO DEL CONTEXTO GEOGRÁFICO CARIBEÑO, ERIGIDA POR COLONOS GALOS EN PLENO PERÍODO DE LA DOMINACIÓN ESPAÑOLA, CUYA INFLUENCIA TODAVÍA ES ALTAMENTE APRECIABLE, POR EJEMPLO, EN SU GASTRONOMÍA DISTINTIVA Cuando a Cienfuegos llegué que esa ciudad quise verla ya que la llaman La Perla ahora les diré por qué.(1)
Ciertamente, desde los orígenes fundacionales de la actual ciudad de Cienfuegos, a instancias de don Luis Juan Lorenzo de Clouet, un coronel de alto grado en su filiación masónica nacido en el seno de una familia francesa radicada en Nueva Orleans, resaltan las influencias galas. Es por ello que la Perla del Sur –o también llamada la Linda Ciudad del Mar– es reconocida entre una de las muy contadas localidades latinoamericanas, y la excepción dentro del contexto geográfico caribeño, erigida por colonos franceses y en pleno período de la dominación española. De singular riqueza arquitectónica, premonitoriamente complementada por privilegiados escenarios naturales en respectivas locaciones, no queda atrás en la preservación de sus raíces aborígenes, al
igual que la demostrada entrega secular de sus pobladores a las gestas independentistas del siglo XIX, a las luchas revolucionarias contra los regímenes dictatoriales que marcaron la República Mediatizada y a su inagotable vocación por progresar. Y todo ello, aparejado a una depurada identidad estética, con notoriedad en su paisaje urbano y la apreciada factura de las bellas artes.
Junto a tanta pujanza sociocultural, se asume condición infaltable la tenencia de una gastronomía distintiva, con una «semántica» en conceptos y sabores que representa con fidelidad la naturaleza, gentes y bien lograda patrimonialidad a quienes se dedican este modesto encomio.
SI DE LEYENDAS SE HABLA
En ocasiones es difícil deslindar el valor afectivo de una leyenda y las realidades existenciales que comunican, con su generalmente implícito sentido aleccionador. Y así le ocurre a los cienfuegueros con su tradición oral y particular narrativa. Entre poco menos que una veintena de estas manifestaciones del imaginario popular, destacan a continuación tres de las más difundidas.
MITO QUE ALIVIA
Fue un español apellidado López (o Lope), que en las primeras décadas del siglo XVI irrumpiría en el cacicazgo de Jagua. Consecuencia natural de su unión con una aborigen del lugar, fue procreada una niña que al nacer dieron en llamar Mari Lope. Inquieta y atractiva en su adolescencia, devino doncella muy pretendida, tanto entre los siboneyes como por un empedernido pirata nombrado Juan El Temerario. Tal fue el acoso de este malvado, que cuando intentó poseerla, se levantó entre ambos una barrera de maleza espinosa en el momento en que su perseguidor estuvo a punto a alcanzarla. Entonces disparó su arma contra la inusitada vegetación, salió volando una paloma blanca y un repentino rayo mató y quemó al intruso agresor. Donde quedó sin vida la infeliz indianita, brotaron unas curiosas plantas de flores con intenso color amarillo. Es la Marilope (Turnera ulmifolia, familia Turnera Ceas) una yerba o pequeño arbusto silvestre que crece en toda la Isla, cerca de las costas, en terrenos arenosos y principalmente en las faldas de las colinas y montañas de serpentina. Se emplea como remedio casero para estados gripales. En Cienfuegos se elabora un cocimiento con las hojas y flores contra el insomnio, al igual que para aliviar los trastornos menstruales en las mujeres. También sirve para las descomposiciones de vientre. En el Oriente cubano, se aplica para mitigar las fiebres (2). La distinción Flor de la Marilope se otorga como reconocimiento local que prestigia a los trabajadores de la Salud en esta provincia.
¿ADÁN Y EVA CUBANOS?
De la cosmogonía indocubana procede una autóctona versión sobre el origen de la humanidad. Por magia de Huión, el Sol, surgió Hamao, primer hombre sobre la Tierra. Algo después, compadecida Maroya, la Luna, de la soledad de Hamao creó a Guanaroca, de la que pronto se enamorara Hamao y con quien tuvo su primer hijo, Imao. Tanta fue la devoción de la recién estrenada madre por su pequeña criatura, que descuidó sus deberes conyugales, provocando grandes celos en Hamao, quien recurrió a la cruel acción de arrebatarle a su prole. Huyó al monte, donde el caluroso clima y la carencia de alimentación provocaron la muerte del inocente.
Atemorizado por su criminal proceder, escondió al niño dentro de un gran güiro ahuecado y lo colgó de la rama de un árbol. Al percatarse de tan extraña desaparición, Guanaroca corrió hacia el monte y después de desesperada búsqueda encontró el árbol con el inusitado fruto. Movida por la natural curiosidad e instinto maternal, trepó por el tronco hasta alcanzar donde se ocultaba el cuerpecito sin vida de su querido vástago. El gran dolor que sentía provocó que se le cayera el güiro de sus manos, del cual, al chocar con el suelo, comenzaron a brotar peces, tortugas y un inmenso torrente de agua. Ante los ojos de la sufrida madre, los peces dieron lugar a los ríos que atraviesan el territorio de Jagua; una enorme tortuga se transformó en la península de Majagua y los restantes quelonios se convirtieron en la cayería del lugar. Las incontenibles lágrimas de Guanaroca, formaron la laguna y el laberinto que hasta nuestros días lleva su nombre.
DE FORTALEZAS, AMORES Y AZULES
A mediados del siglo XVIII fue enterrada en la capilla del Castillo de Nuestra Señora de los Ángeles de Jagua, hoy conocido como Castillo de Jagua, doña Leonor de Cárdenas, esposa del primer comandante de dicha fortaleza, don Juan Castillo Cabeza de Vaca. Se cuenta que una noche un extraño pájaro voló en espiral sobre el castillo, a la vez que emitía raros graznidos. Como si respondiera a un llamado, salió a través de las paredes la fantasmagórica imagen de una esbelta mujer, vestida totalmente de azul y cubierta de un translúcido velo de igual color. Esta aparición continuó ocurriendo, hasta que un joven oficial asumió la temeridad de esperar a la misteriosa dama, pero cuando la tuvo frente tembló de miedo. La oralidad popular asevera que el osado centinela amaneció tendido en el suelo, cubierto con un manto azul. Fue recluido en un manicomio porque perdió la razón. Persiste la creencia de que la llamada Dama Azul no ha dejado de hacer sus apariciones y pasearse por la vieja fortaleza.
Marilope (Turnera ulmifolia).