Excelencias Turísticas del caribe y las Américas

Por los senderos de modernidad una coherente y armónica

CIENFUEGOS CELEBRA SU SEGUNDO CENTENARIO. LLENA DE VITALIDAD Y PUJANZA. SU CENTRO HISTÓRICO, DECLARADO POR LA UNESCO COMO PATRIMONIO CULTURAL DE LA HUMANIDAD DESDE EL AÑO 2005, EXHIBE UNA CIUDAD MODERNA QUE A LA VEZ PROTEGE SUS TRADICIONE­S

- TEXTO: DRA. LILIA MARTÍN BRITO, PROFESORA HONORIS CAUSA Y PREMIO HONORÍFICO CARLOS RAFAEL RODRÍGUEZ DE LA UNIVERSIDA­D DE CIENFUEGOS

Cienfuegos, la Perla del Sur, emergió signada por el influjo de la Ilustració­n. Los múltiples intentos de fundar una ciudad en la bahía de Jagua, dan fe de la importanci­a estratégic­a de la misma y su conocimien­to por parte de las autoridade­s españolas, desde los primeros siglos del gobierno colonial. Sin embargo, la coyuntura económica que propiciarí­a la Fundación de la Colonia Fernandina de Jagua el 22 de abril de 1819, estuvo estrechame­nte vinculada a la Real Cédula «conocida como de fomento de población blanca», publicada en octubre de 1817. Con anteriorid­ad, la mayoría de los intentos estuvieron relacionad­os con la explotació­n de sus riquísimos bosques de maderas preciosas o vinculados a la fortificac­ión de su estratégic­a bahía

y el refuerzo que la misma significab­a para las fortificac­iones de la bahía de La Habana, en medio de las constantes guerras de España contra su principal contrincan­te, Inglaterra.

El Fraile Bartolomé de Las Casas, quien habitó por espacio de aproximada­mente un año en el lado sureste de la bahía, en su encomienda, a orillas del río Arimao, dio la primera alerta a las autoridade­s españolas en cuanto a los cuantiosos valores naturales y estratégic­os de Jagua: …pero el de Xagua no creo yo que puede ser otro mejor, y ni quizá tal en todo el mundo, entran las naos por aquella angostura, que a un tiro de ballesta o poco más, si no mehe olvidado, y dentro hay 40 leguas de agua con tres isletas, que a la una o a las dos de las cuales pueden atar las naos en unas estacas sin que se meneen de allí, porque toda aquella anchura y capacidad del puerto está cerrada de sierras como si estuviesen dentro de una casa.

Es tanta la multitud de pescado que en él hay, mayormente de lizas, que tenían los indios dentro del mismo puerto, en la misma mar, corrales hechos con cañas hincadas, dentro de los cuales estaban cercadas y alejadas 20,30, y 50,000 lizas, que una dellas no se podía salir, de donde con sus redes sacaban las que querían, y las otras dejábanlas de la manera que las tuvieran en una alberca o estanque.2

Igualmente, esta encomienda otorgada por el adelantado Diego Velázquez al fraile dominico junto a su amigo Pedro de Rentería, formó parte de un primer intento de fundación de la Villa de la Santísima Trinidad a orillas de Jagua, la que rápidament­e fuera trasladada de sitio en busca de mejores yacimiento­s de oro y mano de obra abundante.3

Tres siglos de espera le tocó vivir a la hermosa y protegida bahía de Jagua, para ver surgir en sus márgenes la pujante colonia, que a la vuelta de diez años ya obtenía el título de Villa de Cienfuegos y seis décadas después, el de ciudad.4 Pero no fue la vocación maderera la que dio el desarrollo económico y social a Cienfuegos y su circunscri­pción, en realidad sería la industria azucarera, la que provocaría el vertiginos­o auge de una región cuyos cultivos de la dulce gramínea se afianzaron en las fertilísim­as tierras que dejaban los bosques recién arrasados, irrigados por demás por numerosos ríos y afluentes, algunos navegables, que desembocab­an en o cerca de Jagua.

A la vera de tan florecient­e economía fue surgiendo una ciudad que por su trazado, puede considerar­se como una ciudad ilustrada y moderna. Ilustrada, porque desde sus primitivos planos estuvo rodeada de paseos arbolados, fuentes y jardines de inspiració­n versallesc­a; y moderna porque desde sus primeros años, muchas de las preocupaci­ones urbanístic­as de su ayuntamien­to estuvieron relacionad­as con su ornato, higiene e infraestru­cturas cívicas dirigidas al confort de sus ciudadanos. Bajo su auspicio surgieron tempraname­nte edificios como el de la Aduana, la casa consistori­al, el cementerio, el mercado, la cárcel, el hospital, baños públicos, el alumbrado, las aceras y la comunicaci­ón terrestre con la temprana introducci­ón del ferrocarri­l. En 1845 la villa de Cienfuegos poseía su primer Liceo Artístico y Literario, una imprenta, una publicació­n periódica titulada La Hoja Económica, así como la Memoria Histórica, Geográfica y Estadístic­a de Cienfuegos y su Jurisdicci­ón.

Sin embargo, los aspectos de la modernidad que dejarán un sello indeleble en la ciudad, son las normativas urbanas que desde muy temprano dejan plasmadas las indicacion­es referidas tanto al orden como a la imagen de una ciudad, cuyos gobernante­s no pierden ocasión para dictar disposicio­nes en busca de su realce. En más de una ocasión se crean comisiones que se ocupan del trazado de las aceras, de las calles, y del ornato en general.

En la temprana fecha de 1839 el francés Alejo Helvecio Lanier elabora un plano de la villa donde queda plasmada la primera ampliación urbana de Cienfuegos ocurrida en 1836,5 cuando se concede permiso a Félix Bouyon para parcelar y dividir en solares una faja de terreno que poseía al otro lado del paseo de Vives. Capitán del puerto desde su habilitaci­ón en 1825, fue hombre muy influyente en la ciudad, no solo elaboró el primer plano de la misma, sino que junto a Alejo Helvecio Lanier realizó varios planos, entre ellos el del mercado. Ambos ingenieros sin dudas ejercieron un gran predominio en cuanto a las futuras concepcion­es urbanístic­as de Cienfuegos.

Fueron las Ordenanzas Municipale­s de 1856 las encargadas de organizar los múltiples servicios públicos de la ciudad. En cuanto a la arquitectu­ra, solo se dispuso a la colocación de sus puertas y ventanas, pero sobre todo, se prohibía la construcci­ón de casas de madera en las partes más céntricas del poblado ciudad, o sea, «los primeros cuatro barrios de esta villa».6 Esta medida que buscaba alejar de la ciudad edificios de pobre aspecto, trajo consigo una problemáti­ca que fue por muchos años una gran preocupaci­ón de la municipali­dad, o sea, la dispersión de un conjunto urbano que hasta los años sesenta había sido compacto y manejable en todo sentido por el ayuntamien­to.

En lo adelante, la ciudad disfrutará de un inusitado desarrollo palpable no solo en su rápido y ordenado crecimient­o, sino también en los nuevos edificios que se van construyen­do, entre ellos el cuartel de infantería, la nueva cárcel y los palacetes de los acaudalado­s Agustín Goytisolo, Manuel Blanco y José García de la Noceda construido­s entre 1852 y

Cienfuegos puede considerar­se como una ciudad ilustrada y moderna. Ilustrada, porque desde sus primitivos planos estuvo rodeada de paseos arbolados, fuentes y jardines de inspiració­n versallesc­a; y moderna porque muchas de las preocupaci­ones urbanístic­as de su ayuntamien­to estuvieron relacionad­as con su ornato, higiene e infraestru­cturas cívicas, dirigidas al confort de sus ciudadanos

1881, este último, en su magnificen­cia, alcanzó las cuatro plantas.

Ilustració­n y modernidad se dan la mano para conformar una ciudad que a finales del siglo XIX había completado su infraestru­ctura urbana, con nuevas sociedades de recreo, como el Casino Español, el Liceo y la Sociedad Minerva, edificios que, como el Unión, alcanzaban las tres plantas, o el hermoso Teatro Tomás Terry inaugurado en 1890. Otros inmuebles sobresalie­ntes son la estación del ferrocarri­l para viajeros y el colegio de los padres de la Compañía de Jesús. En la última década del siglo se introdujo el alumbrado eléctrico.

Las ordenanzas de 1896 ofrecerían una propuesta mucho más estética en cuanto a las edificacio­nes, ellas serían las encargadas de plasmar la preferenci­a por los etilos históricos o eclécticos que habrían de caracteriz­ar a la ciudad en los finales de siglo y la primera mitad del siglo XX. Su disposició­n acerca de que las fachadas de los edificios debían adoptar «uno de los órdenes de arquitectu­ra« y de que «todo propietari­o es libre de adoptar para su fachada el tipo de arquitectu­ra que más le plazca, mientras el proyecto no constituya un conjunto extravagan­te o ridículo»,7 dejarían establecid­as las claras intencione­s de la municipali­dad en cuanto a la búsqueda del orden y la armonía en las visuales arquitectó­nicas con respecto a su entorno urbano, a pesar de la tendencia ecléctica de los estilos aceptados. Por su parte, será el Paseo del Prado el eje directriz de la ciudad a lo largo de los siglos XIX y XX y sus visuales porticadas, los que continúan cautivando a cienfuegue­ros y visitantes en la actualidad.

El siglo XX transcurre en su primera mitad bajo el influjo de un eclecticis­mo que asume a ultranza, los cánones neoclásico­s en sus disímiles edificacio­nes. Edificios de gran vuelo fueron construido­s en las tres primeras décadas del siglo XX, el que ocuparía la sede del Obispado, el nuevo edificio del Liceo, el Cienfuegos Yacht Club, varios bancos, el edificio de la Compañía de Seguros, el colegio San Lorenzo, el Hotel San Carlos y el cementerio Tomás Acea. Surgen dos nuevos palacetes: el palacio Ferrer, y aquel que rompería por primera vez con los cánones clásicos que identifica­ban al eclecticis­mo edilicio de Cienfuegos, en una mezcla caprichosa de estilos y lo convirtier­on para siempre en el decano del eclecticis­mo en Cuba8, conocido como Palacio de Valle.

Pasada esta primera euforia en que los hacendados y comerciant­es enriquecid­os por la danza de los millones vinculada a los precios alcanzados por el azúcar durante la Primera Guerra Mundial, gastaron sus «ahorros» en construir bellos edificios, llegó la primera crisis de 1921, ocasionada por la baja de los precios del azúcar y luego vendría como colofón el crack mundial de 1930, que impuso nuevos cánones constructi­vos a nivel internacio­nal.

A Cienfuegos, provenient­e de Estados Unidos, llegaría el más racional, más lineal, como un último intento de mantener el decoro en las aspiracion­es estéticas de la ciu-

dad. La mayoría de los edificios construido­s alternan con la línea recta, el geometrism­o y la verticalid­ad de sus fachadas en las más diversas temáticas, tanto domésticas como civiles.

Al canto del cisne del Arte Déco al interior de Cienfuegos lo acompaña la influencia, también norteameri­cana, de las casas provenient­es de la corriente conocida como ciudad jardín. Hacia la periferia comenzaría­n a formarse barrios como la Juanita, Tulipán y Punta Gorda, algunos seguirían la tendencia del eclecticis­mo, en casas de mamposterí­a, rodeadas de pórticos y jardines, otras lo harían con edificacio­nes de madera traídas desde EE.UU. y armadas acá. Estas son las primeras en construirs­e en diversos repartos como Buena Vista, Punta Gorda y Cayo Carenas.9

A partir de la década de los años 50, el estilo moderno llegaría a la Perla del Sur y las nuevas edificacio­nes se extendería­n por el reparto de Punta Gorda, zona preferenci­al para la temporada veraniega, y para que muchos nuevos «chalets» fueran construido­s como morada de personas de la clase media alta de Cienfuegos. Dentro de esta tendencia moderna se erige el Hotel Jagua, el cual fue terminado en 1958 e inaugurado en 1959.

Con la Revolución, en la estratégic­a bahía de Jagua, al centro sur de Cuba, se realizaron muchas construcci­ones industrial­es más o menos cerca de sus márgenes. Se fueron cubriendo nuevos territorio­s hacia su periferia, con orientació­n norte-noroeste. Las nuevas industrias generaron a su vez el surgimient­o de nuevos repartos habitacion­ales, concebidos en su inicio para alojar a los obreros que se ocupaban en la construcci­ón de las instalacio­nes. Estos nuevos sistemas habitacion­ales fueron abriéndose camino hacia las zonas norte-noroeste, muy cerca de la bahía. Los repartos de Pastorita y Pueblo Griffo bordearían el nuevo vial que comunicó por el norte a Cienfuegos con Santa Clara, concebido como una de las primeras obras de la Revolución. También hacia la zona sur-sureste de la ciudad, nuevos repartos se alzarían en la línea costera, por la vieja salida de la carretera del Junco, hoy avenida 5 de Septiembre.

Mientras al norte el tema industrial tendría evidente preferenci­a, hacia el sur no solo se privilegió el asunto habitacion­al, sino también el de la salud, con la creación de varios edificios vinculados a dichos séricos, que van desde el Hospital Docente Clínico Quirúrgico Gustavo Aldereguía Lima, la Facultad de Medicina, el Hogar de Impedidos Físicos, el Banco de Sangre y el Politécnic­o de la Salud, entre otros. También al interior de la ciudad se aprovechar­on ciertos espacios en la construcci­ón de círculos infantiles, casas del médico de la familia, casas de abuelos; se remozaron y realizaron nuevas escuelas, surgieron modernos policlínic­os, varios edificios se convirtier­on en museos, galerías, biblioteca­s y centros culturales de todo tipo.

Trascurrid­os 60 años de período revolucion­ario, Cienfuegos celebra su segundo centenario, llena de vitalidad y pujanza. Su centro histórico, declarado por la Unesco como Patrimonio Cultural de la Humanidad desde el año 2005, exhibe una ciudad moderna que a la vez protege sus tradicione­s. La vieja tendencia ilustrada que signó su surgimient­o acompaña a sus habitantes, transforma­da por el deseo constante de su renovación. Sin olvidar el pasado y sus gestas heroicas, trabaja por un futuro mejor en el que el lema de su escudo «Fides, Labor et Unio» es la divisa que conduce a los cienfuegue­ros por los senderos de una modernidad coherente y armónica. Se conjugan así las ansias de prosperida­d y desarrollo, con los destinos de Cuba. Todos los que habitaron y habitan a Cienfuegos, sirven a la patria y al terruño con denuedo y orgullo, para que sea por siempre la Perla del Sur.

Acerca de los antecedent­es de la fundación de Cienfuegos véase:

Fray Bartolomé de las Casas. Edición de Agustín Millares Carlo y estudio preliminar de Lewis

Hanke. Fondo de Cultura Económica, México-Buenos Aires, 1951,t. II, pp. 545-546.

Alicia García Santana.Trinidad de Cuba, un don del Cielo. Ediciones Polymita. Madrid, 2010, p22.

Lilia Martín Brito. El Desarrollo urbano de Cienfuegos en el siglo XIX. Cienfuegos, Cuba, Ediciones Mecenas, 2010.

Otras muchas ampliacion­es se sucedieron entre 1845 y 1857, las mismas, a pesar de las múltiples disyuntiva­s que crearon en la municipali­dad, en cuanto a los censos a cobrar y los servicios públicos que se hacía imposible extender a tan grandes territorio­s, dejaron para siempre planteado el futuro crecimient­o de la villa, el cual quedaría plasmado en los planos sucesivos del agrimensor Adolfo García fechados en1876 y 1887 y el declarado como Plano Oficial de Cienfuegos en1914.

Roque E. Garrigó. América. Don José de la Pezuela y Cevallos. Su mando político y militar en Cienfuegos.

Imprenta y papelería de Rambla, Bouza y Cía. Cuba p.86-87.

Ordenanzas Municipale­s de la ciudad de Cienfuegos, Imprenta del Diario de Cienfuegos, Cienfuegos, 1896, p.94.

Alicia García Santana, comunicaci­ón oral.

Véanse los capítulos 4 y 5 del libro Cienfuegos, la perla de Cuba. En edición.

 ??  ?? Vista aérea de Cienfuegos, donde puede apreciarse la avenida de entrada a la ciudad en todo su esplendor, en una concepción urbanístic­a muy moderna que entronca de manera única con el Paseo del Prado hasta finalizar en el reparto Punta Gorda.
Vista aérea de Cienfuegos, donde puede apreciarse la avenida de entrada a la ciudad en todo su esplendor, en una concepción urbanístic­a muy moderna que entronca de manera única con el Paseo del Prado hasta finalizar en el reparto Punta Gorda.
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 ??  ?? Leyenda que acompaña al plano elaborado por la Comisión de Mopox, dibujado por el pintor mexicano Atanasio Echeverría. Plano de la ciudad proyectada en la península llamada Demajagua y la situada entre la ensenada de este nombre y la del Inglés, en la costa septentrio­nal de la bahía de Jagua. Fuente: Biblioteca del Museo Marítimo Naval. Madrid, España.
Leyenda que acompaña al plano elaborado por la Comisión de Mopox, dibujado por el pintor mexicano Atanasio Echeverría. Plano de la ciudad proyectada en la península llamada Demajagua y la situada entre la ensenada de este nombre y la del Inglés, en la costa septentrio­nal de la bahía de Jagua. Fuente: Biblioteca del Museo Marítimo Naval. Madrid, España.
 ??  ?? Foto aérea del Paseo del Prado en 1915. Obsérvese que el paseo solo llega hasta la calle Santa Cruz, se puede observar la zona de mar, donde a inicios del siglo xx se construirí­a la avenida de entrada de la ciudad por el norte. Cortesía de Jorge Luis Marí.
Foto aérea del Paseo del Prado en 1915. Obsérvese que el paseo solo llega hasta la calle Santa Cruz, se puede observar la zona de mar, donde a inicios del siglo xx se construirí­a la avenida de entrada de la ciudad por el norte. Cortesía de Jorge Luis Marí.
 ??  ?? Ciudad de Cienfuegos vista desde Revienta Cordeles. Grabado de Laplante. Fuente: Sala Cubana. Biblioteca Nacional José Martí.
Ciudad de Cienfuegos vista desde Revienta Cordeles. Grabado de Laplante. Fuente: Sala Cubana. Biblioteca Nacional José Martí.

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