Excelencias Turísticas del caribe y las Américas

Lo que llegó para quedarse

CON LA CONQUISTA HISPÁNICA DE CUBA, JUNTO CON LA CRUZ Y LA ESPADA ARRIBARON MUCHAS OTRAS «NOVEDADES» QUE CON EL TIEMPO SE FUERON INCORPORAN­DO AL GUSTO CRIOLLO HASTA FORMAR PARTE DE LA COCINA TRADICIONA­L CUBANA

- TEXTO / TEXT: JORGE MÉNDEZ RODRÍGUEZ-ARENCIBIA, PRESIDENTE EJECUTIVO. CÁTEDRA CUBANA DE GASTRONOMÍ­A Y TURISMO FOTOS / PHOTOS: ARCHIVO EXCELENCIA­S

Apenas iniciada la conquista hispánica de Cuba, en las postrimerí­as del siglo XV, junto con la cruz, la espada y las armas de fuego arribaron muchas otras «novedades». Si bien en sus primeros tiempos de permanenci­a, marinos, soldados y expedicion­arios no tuvieron más opción que recurrir al mismo acervo alimentari­o de los aborígenes, ya a partir del segundo viaje de Cristóbal

Colón al Nuevo Mundo fueron introducid­as nuevas especies animales, tales como cerdos y aves de corral, además de los ganados vacuno, ovino y caprino.

Casi de inmediato, se hicieron sentir los efectos derivados de la búsqueda y el saqueo de riquezas naturales en las recién apropiadas tierras, dando lugar a un incremento progresivo de los procesos migratorio­s desde la península ibérica, con sus consiguien­tes efectos modificado­res de costumbres vitales. Aparece un sinnúmero de productos comestible­s hasta entonces desconocid­os por los primeros pobladores de Las Antillas: cárnicos, leches, quesos, dulces, leguminosa­s, grasas vegetales, frutos originario­s de otras latitudes, gramíneas, arroz y otros cereales. Procedente­s de la cercana vecindad americana, llegaron la papa, el tomate y el chocolate, en tanto que el café, aunque arribó en plena conquista, antes había transitado por un largo recorrido desde África, Europa y Suramérica.

Asimismo, diversos procedimie­ntos de conservaci­ón y elaboració­n de alimentos, entre los

que figuran la salazón y el ahumado de carnes, encurtidos de hortalizas y frutas cocinadas en almíbar, unido a la rápidament­e extendida práctica de freír en grasas. De este modo se fomentaron, consolidar­on y estratific­aron los hábitos alimentari­os resultante­s del lógico encuentro de culturas, tanto para inmigrante­s como para quienes ya correspond­ía llamarles criollos. En suma, que durante los siglos XVI al XIX, la inmigració­n española se dedicó a buscar mejoras económicas y «hacer fortuna» o «hacer la América», y, en consecuenc­ia, su influencia cultural de hecho se impuso.

Con toda intención, las autoridade­s peninsular­es estimularo­n el incremento de hispanos en la Isla, porque además de representa­r más brazos y mayor calificaci­ón en la fuerza de trabajo que se requería, resultaba convenient­e una mayor presencia de blancos que de negros. Fue Cuba una de las primeras colonias en que ocurrió el fenómeno de involuntar­ia migración de africanos, motivado por la temprana extinción de la población indígena a manos de los colonizado­res españoles y la creciente necesidad de explotar las nuevas tierras conquistad­as. En 1517, el rey Carlos I de España firmó el primer permiso para oficializa­r la trata.

Entre finales del siglo XVI y principios del XVII, tuvo lugar la etapa de introducci­ón de esta forma de esclavitud, realizada a través de la Real Compañía de Comercio de las Indias, además de algunas compras efectuadas a comerciant­es negreros ingleses. Pronto estas cantidades resultaron insuficien­tes ante el desarrollo de las plantacion­es de azúcar y café. Se impuso, entonces, la convenienc­ia de preservar la nueva mano de obra, importada a la fuerza.

La alimentaci­ón de las dotaciones esclavas se caracteriz­ó por una fuerte dosificaci­ón de nutrientes energético­s, tales como el tasajo, el bacalao, la harina de maíz y las viandas, principalm­ente yuca, ñame, boniato, malanga y plátano. Las carnes saladas y desecadas, como el tasajo, bien de res o de caballo, y el bacalao, generalmen­te importado, constituye­ron desde un principio alimento preciado para los esclavos, ya que las carnes frescas era privilegio de las clases de mayor rango social. Todo lo cual también se incorporó al gusto criollo y pasó a formar parte de la cocina tradiciona­l cubana. Y ya desde la primera mitad del siglo XIX, las preferenci­as alimentari­as comenzaría­n a manifestar­se como sinonimia de la nacionalid­ad cubana y la manifiesta oposición al régimen colonial: los criollos tomaban el café fuerte y comían arroz con frijoles, mientras que los españoles preferían el chocolate, los garbanzos y la paella.

Pero, curiosamen­te, tiene lugar una mayor aceptación/asimilació­n de lo hispano en los cubanos al comienzo del siglo XX y del

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Cuba is Made of Universe.
Dr. Eusebio Leal Spengler La papa era desconocid­a para los pobladores de Las Antillas. Potatoes were unknown to the West Indies islanders.
Lo cubano es lo universal. Cuba is Made of Universe. Dr. Eusebio Leal Spengler La papa era desconocid­a para los pobladores de Las Antillas. Potatoes were unknown to the West Indies islanders.

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