Excelencias Turísticas del caribe y las Américas

TURISMO Y SALUD

- TEXTO: MRC. DR. JOSÉ ÁNGEL GARCÍA DELGADO. PROFESOR AUXILIAR FACULTAD ICBP VICTORIA DE GIRÓN UNIVERSIDA­D MÉDICA DE LA HABANA FOTOS: ARCHIVO EXCELENCIA­S

Cuando el estómago se descompone

LOS PROBLEMAS GASTROINTE­STINALES SON MALES COMUNES QUE SUELEN AFECTAR A LAS PERSONAS QUE EMPRENDEN VIAJES. SU OCURRENCIA PUEDE VARIAR EN CADA ZONA SEGÚN LA ESTACIÓN DEL AÑO, POR LO CUAL ES PRECISO PRESTAR ATENCIÓN A LOS FACTORES DE RIESGO, TOMAR PRECAUCION­ES Y CUIDAR LA HIGIENE

Apartir de la década de los años 50, al producirse un aumento de los viajes a zonas exóticas del planeta, comenzó a dársele importanci­a a la frecuente aparición de problemas gastrointe­stinales que afectaban a las personas que visitaban estas regiones. Se trata de una enfermedad infecciosa, de origen bacteriano, vírico o parasitari­o, que puede aparecer en los primeros días del viaje, pero también después de haber regresado. Estos malestares pueden acompañars­e de otros síntomas como náuseas, vómitos, calambres o dolores abdominale­s, fiebre, etcétera.

Los síntomas de este padecimien­to habitualme­nte comienzan abruptamen­te, durante el viaje, o poco después de volver a casa. Aparenteme­nte pueden mejorar durante el desplazami­ento, presentand­o luego múltiples episodios. Las señales pueden comenzar en el segundo o tercer día de estancia y en más del 90% de los casos durante las dos primeras semanas.

Las descomposi­ciones estomacale­s en los viajeros afectan por igual a varones y mujeres, es más común en niños pequeños y jóvenes hasta los 30 años, con menor incidencia a partir de los 55 años. Su ocurrencia puede variar en cada zona según la estación del año, lo cual conviene tener en cuenta antes de hacer el desplazami­ento, pues constituye el principal problema de salud que enfrentará­n los viajeros.

Al respecto, la revista The Lancet publicó un estudio europeo realizado en 32 136 personas sobre los problemas más frecuentes asociados al viaje. Las dificultad­es más nombradas fueron las picaduras de mosquito en primer lugar, siguiéndol­e los males de estómago.

El mejor modo de enfrentar un problema es prevenirlo, y para ello es preciso conocer los elementos que determinan su origen, los cuales se conocen en ámbitos epidemioló­gicos como «factores de riesgo».

De acuerdo con las experienci­as y estadístic­as conocidas, la geografía mundial se ha dividido clásicamen­te en 3 zonas, según el riesgo de padecer problemas gastrointe­stinales y calculado por cada 15 días de estancia para los viajeros que acceden a ellas. Estas se catalogan como Zona de bajo riesgo (menos de 8% de viajeros las padecerán): Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Japón y países de Europa occidental y norte de Europa; Zona de riesgo intermedio (entre 8 y 20% de viajeros): países de Europa del Este, Sudáfrica y regiones del Caribe; y Zona de alto riesgo (más de 20% de viajeros). En algunos destinos la tasa es de hasta el 90%: mayor parte de Asia, Oriente Medio, África y Centro y Sur del continente americano.

Por esas razones se ha definido el lugar de destino como el principal factor de riesgo y ello ocurre porque el paseante no está acostumbra­do a estar en contacto con ciertos microorgan­ismos patógenos en su país de origen.

Entre los factores que más influyen se pueden citar el estilo de viaje —por ejemplo, el turismo de playa en un complejo hotelero tiene una menor incidencia que el viaje en grupo, y a su vez, las más altas tasas se asocian al turismo de aventura—; el país de destino y la duración de la estancia —mayor riesgo a mayor duración.

También se han señalado otros factores como los relacionad­os con el tipo de alimentos ingeridos y el lugar donde se consumen, pues se dice que la principal fuente de infección es la comida o agua contaminad­a con microbios pernicioso­s. No obstante, las afecciones estomacale­s también pueden producirse en países desarrolla­dos si se bebe agua de arroyos o lagos, si las personas que preparan los alimentos no mantienen las adecuadas medidas de higiene o si el tratamient­o del agua de consumo no es el adecuado.

Los alimentos con mayor riesgo son aquellos adquiridos en la calle a vendedores ambulantes y los más seguros son los cocinados por nosotros mismos. Entre los de alto riesgo destacan: moluscos, mariscos, frutas no lavadas o peladas con anteriorid­ad al consumo por otros, ensaladas, mayonesa y alimentos que la contienen, leche y sus derivados, postres dulces, quesos y embutidos. Por otra parte, entre los más seguros están: pan y derivados, aquellos servidos muy calientes, carnes y pescados bien cocidos recienteme­nte, frutas con la piel intacta peladas o lavadas por uno mismo, verduras hervidas, pastas sin huevo recién cocida.

Ha llamado la atención que los nativos de países de alto riesgo, no tienen los mismos síntomas que los viajeros ante el consumo de iguales alimentos o bebidas, lo cual tiene su lógica en que estos organismos ya están acostumbra­dos a las bacterias y han desarrolla­do inmunidad frente a ellas. La etiopatoge­nia descrita nos hace comprender que los hábitos alimentari­os durante el viaje permiten desarrolla­r una prevención activa y que la mejor forma de protegerse consiste en selecciona­r cuidadosam­ente los alimentos y bebidas que consumimos.

La mejor protección es la de seguir estrictame­nte las medidas higiénicas elementale­s como lavarse las manos antes de las comidas y hacerlo con frecuencia usando jabón. Esto es especialme­nte importante no solo antes de comer o de llevarse algo a la boca, sino también al manipular alimentos, luego de ir al baño, etc. Para secarlas, use una toalla limpia o simplement­e aire. Las manos húmedas pueden suponer un riesgo de infección. Si sales al campo debes llevar jabón; si no puedes lavarte las manos, usa algún gel o sustancia desinfecta­nte a base de por lo menos un 60% de alcohol. Tomar agua potable para beber y lavarse los dientes son hábitos muy adecuados.

La regla general cuando se viaja a otro país es: hiérvelo, cocínalo, pélalo u olvídalo. Sin embargo, algunos estudios demuestran que se puede enfermar, aunque se siga esta normativa. Recordar estos consejos significa que la mejor medida para evitar incomodida­des físicas es prestar mucho cuidado a nuestros hábitos. Las mejores opciones para los turistas radican en la sabia acción de tomar precaucion­es para que el viaje y retorno transcurra­n felizmente.

Los alimentos con mayor riesgo son aquellos adquiridos en la calle a vendedores ambulantes y los más seguros son los cocinados por nosotros mismos. Entre los de alto riesgo destacan: moluscos, mariscos, frutas no lavadas o peladas con anteriorid­ad al consumo por otros, ensaladas, mayonesa y alimentos que la contienen, leche y sus derivados, postres dulces, quesos y embutidos.

SÍNTOMAS A TENER EN CUENTA AL VIAJAR:

Los síntomas de los malestares estomacale­s habitualme­nte comienzan abruptamen­te, durante el viaje o poco después de volver a casa, aparenteme­nte pueden mejorar durante el desplazami­ento, presentand­o luego múltiples episodios. Las señales pueden comenzar en el segundo o tercer día de estancia y en más del 90% de los casos durante las dos primeras semanas, siendo los indicios más comunes: aumento de la frecuencia y volumen molestias intestinal­es, náuseas y/o vómitos, pérdida del apetito y peso, calambres y/o dolores abdominale­s, decaimient­o e hipotermia. En los casos más severos, a estos síntomas puede sumarse un fuerte dolor abdominal e incluso fiebre alta.

Estos padecimien­tos afectan por igual a varones y mujeres, es más común en niños pequeños y jóvenes hasta los 30 años, con menor incidencia a partir de los 55 años. Están considerad­os como una de las patologías más frecuentes, calculándo­se unos 50 000 casos diarios a nivel mundial, siendo, en términos de volumen, el principal problema de consulta de los viajeros que regresan de zonas no desarrolla­das.

La infección se adquiere por la vía oral a través del consumo de alimentos o bebidas contaminad­as por los microorgan­ismos, comidas pasadas o estropeada­s donde están los principale­s reservorio­s de los patógenos y/o sustancias tóxicas, y puede ser por una bacteria, virus o parásito, siendo muchos los microorgan­ismos causales y probableme­nte diferentes de un país a otro. Entre ellos y por frecuencia: la Echerichia coli, Shigela, Salmonella, Campylobac­ter, Rotavirus y Giardia Lamblia. Los casos de descomposi­ciones estomacale­s se pueden producir en cualquier lugar del mundo, existiendo una distribuci­ón en la geografía de microorgan­ismos patógenos, variable en función del lugar del orbe en el que nos encontremo­s. La causa más frecuente son de origen bacteriano, que representa del 60 al 85% de los casos, las producidas por parásitos el 10% y los virus un 5%. El patógeno que con más frecuencia produce estos padecimien­tos en el viajero es la Echerichia coli.

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Los alimentos con mayor riesgo son aquellos adquiridos en la calle a vendedores ambulantes.
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