Un sol para todos los cubanos

Ha llovido mucho desde entonces, recuerdo como si fuese ayer la primera vez que pisé La Habana, cuando apenas tenía 12 años de edad. Fue en el año 1975. Salí de mi Palma Soriano para participar en una competencia y tuve esa sensación de ver por primera vez algo completamente diferente a los otros lugares donde había estado. Quienes no nacimos en La Habana de pequeños siempre soñamos con conocer la capital, y cuando lo hice me impresionaron sus calles, sus edificios… Todo era tan distinto de donde yo venía.

Entonces no imaginé que entablaría una relación muy especial con una ciudad que me abrazó cuando me coroné campeona en los Juegos Panamericanos de 1991, pero que también me acompañó en mi enfrentamiento a la muerte luego de un accidente doméstico, uno de los triunfos más grandes de mi carrera deportiva. Quizá por eso La Habana signifique para mí lo mismo que mi Santiago de Cuba natal, que es lo más grande, un sol para todos los cubanos.

La mayor parte de mi vida, desde el punto de vista personal y deportivo, ha sido construida aquí: es mi lugar, porque también es Cuba. Vivo desde los 14 años en La Habana y me siento como una habanera, disfruto mucho de su hermosa arquitectura, de su gente… me considero parte de esta ciudad.

Durante muchos años he vivido con ilusión las transformaciones que ha experimentado «nuestra Habana» y confieso que me siento impresionada por las reparaciones que han rescatado edificios centenarios. El Capitolio, tan iluminado, ha quedado bello...

El Malecón, referente ineludible para los habaneros, se halla entre mis sitios preferidos. Quien no se ha sentado en su muro a conversar, no sabe lo que es la vida… Es una experiencia única...

Me llena de vida pasear por el Centro Histórico, por el Prado con sus leones, ir a la Plaza de las Palomas, ver el Cristo…, pero nada me satisface más que correr por la Quinta Avenida. No importan los años que han pasado desde mi última medalla, porque allí es donde más cerca me siento de la batalladora incansable que fui y siempre seré; de la persona que no cree en imposibles.