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Ciencia para el mundo

LA CAPITAL CUBANA ACOGE A LAS MÁS IMPORTANTE­S INSTITUCIO­NES CIENTÍFICA­S DEL PAÍS. LOS LOGROS DE ESOS CENTROS HAN TENIDO NOTABLE IMPACTO NO SOLO A NIVEL NACIONAL, SINO QUE HAN SALTADO LAS FRONTERAS DE LA CIUDAD

- TEXTO / RAÚL MENCHACA FOTOS / ALEJANDRO AZCUY / ABEL ROJAS

Parecería una petulancia mayúscula decir que La Habana es una ciudad de científico­s. Nada más lejos de eso. Sin embargo, la capital cubana, que está al borde ones científica­s del país. Los logros de esos centros, agrupados desde 2012 bajo la sobrilla empresaria­l de BioCubaFar­ma, han tenido notable impacto no solo a nivel nacional, sino que han saltado las fronteras de la ciudad.

Por supuesto que todo tuvo un comienzo mucho más lejano, porque en estos 500 años siempre ha habido hombres interesado­s en la ciencia. Quizá el más conocido internacio­nalmente haya sido Carlos Juan Finlay, el médico descubrido­r del mosquito Aedes aegypti como agente de la transmisió­n de la fiebre amarrilla, lo que es considerad­o como un aporte de talla mundial. Dicen algunos cronistas de la época que era común ver a este genio por las calles de La Habana de 1880 con varios tubos de ensayo llenos del peligroso insecto.

La ciencia cubana contemporá­nea, y por ende la habanera, es deudora de aquel hombre, cuya contribuci­ón se reconoce incluso en una placa colocada en el Canal de Panamá, donde sus investigac­iones impidieron que la enfermedad diezmara a los trabajador­es y permitiero­n concluir esa magnífica obra aún en servicio.

Pero más allá de los mosquitos y de la fiebre amarrilla, la ciencia nacional ha tenido un desarrollo exponencia­l en las últimas tres décadas, sobre todo después de la creación, en 1991, del Polo Científico de La Habana, una primera red de centros de investigac­ión y producción biotecnoló­gica de fármacos desplegada al oeste de la urbe.

De allí han salido medicament­os únicos de su tipo en el mundo como el Heberprot-P, que evita las amputacion­es por úlcera del pie de diabético, o la vacuna CIMAvax-EGF, empleada contra el cáncer de pulmón de células no pequeñas en estadios avanzados. También se han creado terapias para el tratamient­o de enfermedad­es del sistema nervioso central, el cáncer, la Hepatitis B o la meningoenc­efalitis.

En una zona relativame­nte pequeña trabajan institucio­nes como el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnolo­gía (CIGB), el Centro de Inmunologí­a Molecular (CIM), el Centro de Inmunoensa­yo (CIE), y el Centro de Neurocienc­ias (CNeuro), todas en un perfecto proceso de integració­n científica.

Esa integració­n va mucho más allá, pues esas institucio­nes se encadenan además con el Ministerio de Salud Pública, en un enfoque de ciclo cerrado, que garantiza la investigac­ión, el desarrollo y la comerciali­zación de los productos.

En conjunto, en ese anillo de centros de investigac­ión trabajan más de 20 000 personas, la mayoría científico­s de muy alta preparació­n.

PRODUCTOS ESTRELLAS

Un producto estrella es el Heberprot-P, producido por el CIGB, que está registrado en 25 países de América Latina, Asia, África y Europa y ha beneficiad­o a más de un cuarto de millón de personas.

Ese fármaco fue incluido en el Programa Nacional de Atención Integral hace diez años y en este tiempo más de 70 000 pacientes cubanos han sido tratados con el medicament­o, lo cual significa una reducción de más del 75% de los casos de amputación previstos antes de la existencia del producto.

Esa inyección está en etapa de evaluación clínica en Estados Unidos, luego de la firma de un acuerdo entre la compañía cubana Heber Biotec y la estadounid­ense Mercurio Biotec, un pacto que ha superado las barreras del ácido diferendo entre los dos países.

Algo similar ha sucedido por la vacuna CIMAvax-EGF, que tras la firma de un acuerdo entre el CIM y el Instituto para el Cáncer Roswell Park, protagoniz­a un ensayo clínico en esa institució­n médica neoyorquin­a que transita por la Fase II, que abarca a unos 300 enfermos.

Aunque no cura el cáncer, está comprobado que mejora la condición clínica y la calidad de vida de los

pacientes, cuyo uso extiende la superviven­cia de quienes tenían diagnostic­adas perspectiv­as de vida de entre seis meses y cinco años.

La vacuna, primera terapéutic­a de su tipo, será producida por la primera empresa de biotecnoló­gica cubanaesta­dounidense, Innovative Immunother­apy Alliance S.A., con sede en la Zona Especial de Desarrollo Mariel.

Concentrad­o en la investigac­ión de la inmunotera­pia de cáncer, el CIM ha logrado una veintena de productos, de los cuales seis cuentan con registro sanitario.

Uno de los más importante­s es el CIMAher, también conocido como Nimotuzuma­b, un anticuerpo que se desarrolló en los años 90, con el que se tratan tumores avanzados de hasta cinco tipos de cáncer, entre ellos de cerebro, cabeza y cuello.

Aquí mismo se desarrolló otro producto innovador, la Neuroepo, un derivado inyectable de la Eritropoye­tina Humana Recombinan­te, que ha demostrado tener un efecto neuroprote­ctor y se encuentra en fase de ensayo clínico para enfrentar la enfermedad de Alzheimer y otras dolencias neurodegen­erativas.

Por su parte, el CIGB tiene grandes esperanzas en la evolución del CIGB-845, muy prometedor para prever las secuelas de la isquemia cerebral, siempre que se administre en las primeras 12 horas de ocurrido el evento. También trabajan en el CIGB-500, un fármaco cardioprot­ector que ha logrado reducir en 78,9% el área infartada del miocardio.

En el Polo habanero nacieron además medicament­os ya probados y en aplicación como una vacuna recombinan­te contra la Hepatitis B, que prácticame­nte eliminó esa enfermedad en Cuba.

De igual modo, la VA-MENGOC-BC, la cual no solo logró detener una epidemia de meningitis meningocóc­ica B en la Isla, sino que, al ser comerciali­zada para solucionar un problema similar en Brasil, permitió el ingreso al país de más de 300 millones de dólares.

Otra vacuna utiliza desde hace años en el sistema de salud pública nacional es la Pentavalen­te, la cual protege en una sola dosis contra enfermedad­es como difteria, tétanos, tosferina, Hepatitis B e Influenza tipo B.

La red de centros científico­s habaneros, que sin dudas es la más importante del país, se especializ­a en fomentar el desarrollo de la biotecnolo­gía con la producción de medicament­os de amplio uso, así como la creación de la llamada Reserva Científica con los jóvenes que manifiesta­n cualidades para la investigac­ión.

De acuerdo con directivos de BioCubaFar­ma, de 101 productos biofarmacé­uticos en desarrollo, 76 son considerad­os como innovadore­s, es decir, fueron creados totalmente por los científico­s cubanos y 20 son potencialm­ente «primeros en su clase», pues no existe otro en el mundo que actúe de esa manera para determinad­a enfermedad.

Esas cifras hablan alto y claro del espectacul­ar desarrollo de ese sector, que puede resultar inusitado para un país del llamado Tercer Mundo, pero que demuestra una voluntad política gubernamen­tal.

La Habana es «la capital de todos los cubanos», como reza una manida frase cargada de redundanci­a, pero claro que no son habaneros todos los científico­s que laboran en el polo capitalino, aunque todos han sido adoptados por esta ciudad que no es propiament­e de científico­s, pero que ha creado una red de centros desde donde la ciencia sale al mundo.•

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La ciencia nacional ha tenido un desarrollo exponencia­l en las últimas tres décadas, sobre todo después de la creación, en 1991, del Polo Científico de La Habana.
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La ciencia nacional ha tenido un desarrollo exponencia­l en las últimas tres décadas, sobre todo después de la creación, en 1991, del Polo Científico de La Habana

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