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El abrazo al Apóstol
A PESAR DE LA PANDEMIA, LOS PEREGRINOS SIGUEN RECORRIENDO LA RUTA DE PEREGRINACIÓN MÁS ANTIGUA Y FAMOSA DEL MUNDO, CONSCIENTES DE QUE ASÍ GARANTIZARÁN UNAS VACACIONES INOLVIDABLES
Las restricciones por la COVID-19 se mantienen, lo cual ha obligado a que la gente haya tenido que reinventar sus vacaciones y planificársela en su propio suelo. Para los peregrinos de alma o para aquellos que se sienten vigorosos y atléticos, la decisión ha sido fácil: el Camino de Santiago. Tampoco les ha costado decidirse a quienes habían dejado pendiente el sueño de vencer la ruta de peregrinación más antigua y famosa no solo del Viejo Continente, sino del planeta.
Por supuesto que los vacacionistas se han visto obligados a adaptarse a las necesidades impuestas por el nuevo coronavirus, y prepararse física y sicológicamente para llegar hasta la Catedral de Santiago con la mascarilla puestas y respetando la distancia de seguridad entre caminantes o quienes hacen el camino montados en bici o a caballo; conscientes, además, de que ya en el destino final tal vez no queden entre las 75 personas para las que está disponible el aforo de la misa del peregrino, ni entre las 200 que podrán visitar la impresionante iglesia gallega.
De cualquier forma, si las circunstancias no los favorecen en ese sentido, les quedará la satisfacción de que siguiendo el Camino de Santiago no solo se vivirá una experiencia singular, sino que además sentirán el privilegio de recibir el homenaje siempre cálido de la ciudad.
Si se trata de un novato el que emprenderá el histórico trayecto, es importante que tenga en cuenta que para una primera vez, ya sea un amante del deporte o un religioso convencido, la ruta más aconsejable es el Camino Francés, que destaca, entre otras razones, por ser la más transitada y, por ende, con mejores condiciones (digamos su buen sistema de señalización) y servicios más completos, al poseer, por ejemplo, un número superior de áreas de descanso y una amplia red de alojamientos, en comparación con otras vías.
Con sus fabulosos y variados paisajes, el Camino Francés sobresale asimismo por su riqueza resultado de que en él confluyó la mayor parte de las vías medievales de peregrinación europeas. Tiene como puntos de partida lo mismo Roncesvalles, en Navarra, España, que Saint Jean Pied de Port, vistosa localidad francesa.
Sobre todo en estos tiempos de pandemia, la masificación resulta el mayor inconveniente de este itinerario que en 2004 recibiera el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia. Sin embargo, por constituir el eje más importante y popular para encontrarse con la tumba del Apóstol Santiago en Compostela, gozó de un desarrollo artístico, social y económico que dejó sus magníficas huellas, altamente valoradas por la UNESCO y por el Consejo de Europa que lo distinguieron como Patrimonio de la Humanidad y como primer Itinerario Cultural Europeo, respectivamente.
Valdrá la pena entonces ser portador de tan añeja práctica y elegir el Camino Francés para así tener la oportunidad de extasiarse con iconos como la estación ferroviaria internacional de Canfranc, que en su época conectó a Francia con España a través de los Pirineos; calles al estilo de Mercaderes o Estafeta, en Pamplona (esta última muy mentada por los Sanfermines); la villa medieval de Puente la Reina con su puente románico del siglo XI; Catedral de Santo Domingo de la Calzada, único templo que alberga animales vivos...
Fue en 1993, Año Jacobeo, cuando se produjo el resurgir de una tradición que igual deja maravillado si el viaje se efectúa entre costa y montañas, como propone el Camino del Norte; o si ofrece la oportunidad de desandar Galicia de sur a norte, partiendo desde Lisboa, como asegura el Portugués, porque lo esencial es que todos, sin excepción, conducen al milagroso Santiago.