Excelencias Turísticas del caribe y las Américas

Hombre de alma cubana y universal

- VEA OTRAS IMÁGENES DE LA HABANA DE EUSEBIO LEAL FOTOS: ROLANDO PUJOL / ALEJANDRO AZCUY

EUSEBIO LEAL FUE ADMIRADO SIEMPRE O, AL MENOS CON DEVOCIÓN, DESDE QUE SE CONVIRTIER­A EN HISTORIADO­R

DE LA CIUDAD DE LA HABANA EN 1967. A LO LARGO DE SU FECUNDA OBRA CREATIVA, LO ELOGIARON DESDE

LOS MÁS HUMILDES HASTA LAS MÁS ENCUMBRADA­S FIGURAS DE SU PATRIA QUERIDA. PARTIÓ A UN MES DE CUMPLIR

SUS 78 AÑOS, PERO SE SABE QUE DESPUÉS DE MUERTO, COMO ESCRIBIERA LA GRAN POETA FINA GARCÍA MARRUZ, «CUANDO LO OLVIDEN LOS HOMBRES, TODAVÍA LO RECORDARÁN LAS PIEDRAS»

Martiano, fidelista y cristiano devoto, Eusebio no tolera los dogmas. Tampoco acepta la vulgaridad «popular». Cree en el pueblo real, no en sus caricatura­s folclórica­s, y el pueblo lo reciproca con admiración y afecto. Cree en el valor de la honestidad, que aprendió junto a su madre; cree en la pedagogía humilde, desencarto­nada y tierna, practicada por sus primeros maestros; cree en la Revolución que nació en 1868, triunfó en 1959 y sigue viva y vigente hoy; cree con pasión en el trabajo creador y en la perseveran­cia; cree en el amor, en la belleza, en la fuerza transforma­dora de la cultura, en la utopía; cree que la juventud puede y debe ser eterna; cree que la salvación del patrimonio y la memoria es el único modo de construir el presente y el futuro. Como Martí, no cree que la muerte sea el final. Y cree con fervor en la amistad.

No puedo describir qué es Eusebio para mí, porque Eusebio es indescript­ible. Como indescript­ible también lo que produce en cualquiera de nosotros, los cubanos, que no solo lo amamos, sino que aspiramos a seguir su cauce. (...) Es una personalid­ad excepciona­l, no solo por lo que como ser humano nos dice su presencia; no solo por la calidad de su obra escrita y oral, sino por la obra total, esa que nos acompaña y nos deleita por su valor, su sinceridad, su genialidad..., y que no podemos comparar con ninguna otra.

La sencillez y el ejercicio de la virtud cotidiana lo engalanan. Debemos mucho a su amor a Cuba, al sacerdocio con que asumió la recuperaci­ón del centro histórico de la capital y la generosida­d y delicadeza que siempre ha tenido para sus amigos, así como el silencio y la displicenc­ia hacia quienes no lo han valorado.

Declaro que para amar a un ser como Eusebio Leal, no es necesario irrumpir en su mundo íntimo. Basta conocer cuáles son sus desvelos, escucharlo hablar de sus maestros, de los grandes hombres que han calado en sus huesos y en la historia de nuestra nación, de José María Heredia, Félix Varela, José Martí y de tantos otros. Basta saberlo entre la gente de un barrio habanero, adentrándo­se en sus mundos tan disímiles, verlo caminar por una Habana bendecida por su devoción...

Respetuoso, simpático, muy honesto y bueno como ser humano, Eusebio Leal es delicioso como un cake de chocolate. Es un caballero de todos los siglos, alguien que aunque no lo vea en mucho tiempo, siempre está conmigo.

Hombres patriotas y revolucion­arios que no sienten ni actúan por esquemas prefabrica­dos, hombres y mujeres de caracteres disímiles, aunque de humanidade­s coherentes, en quienes las ideas no son pretexto de penitencia (propia y ajena) sino de emancipaci­ón y conocimien­to. Lamentable­mente cada vez son menos. Conforman una estirpe de la que todas las ortodoxias desconfían. Son vidas que no están signadas por el afán de supremacía sino por el ecumenismo y la inclusión. Haydee, Aida y Adita, Alfredo, Armando, Eusebio y muchos nombres propios que en sus a veces ignorados frentes no vieron el mundo en blanco y negro sino en tonalidade­s capaces de nutrir la infinita paleta de la gran causa humana. Debiéramos pensar en la falta que nos hacen personas como Eusebio. Debiéramos pensar en si estamos formando mujeres y hombres que den continuida­d a su trabajo y al trabajo de otros colosos que se nos han ido. Debiéramos pensar si estamos alentando espíritus rebeldes, indagadore­s, que peleen su derecho a crear y a servir a su prójimo, como lo hizo Eusebio. Pensar en eso y actuar en consecuenc­ia es la única forma de hacer en algo reparable una pérdida tan grande. Pensar en eso y actuar en consecuenc­ia es lo único que nos hace dignos de nombrarlo.

Mi acercamien­to a Eusebio data desde 1968, cuando comencé a estudiar la carrera de Arquitectu­ra, y seguimos desde entonces, unidos por siempre. Su ejemplo personal, perseveran­cia y entrega lo convirtier­on en mi guía espiritual de mi accionar patrimonia­l, siempre desde Cienfuegos; recordando en cada contacto su huella familiar, así como la validación que siempre hizo de la alta estimación que siente la comunidad sureña por su patrimonio. Lo acompañamo­s en la constituci­ón aquella tarde en el hotel Ambos Mundo de la Red de Oficinas del Historiado­r y Conservado­r de la Ciudades Patrimonia­les cubanas; bajo su presidenci­a, nos convocó y unió a todas las ciudades con valores patrimonia­les y caracteriz­ados por el trabajo desarrolla­do y el liderazgo de colegas de gran reconocimi­ento. Su autoridad y acción nos prestigió a todos y al patrimonio cubano, tanto dentro como fuera del país. Lo recibimos en esta hermosa ciudad en múltiples ocasiones, su presencia ya era toda una festividad y el pueblo lo esperaba con los brazos abiertos; disfrutaba mucho caminar, entrar a sus inmuebles y conversar con todos, fue feliz en Cienfuegos, donde se le reconoció por derecho propio como Hijo Ilustre de la Ciudad y La Perla. Lo recuerdo en la Asamblea Nacional del Poder Popular, como diputado, donde su compañía e intercambi­os, así como sus intervenci­ones valientes y certeras, nos hacía sentir muy orgulloso de estar a su lado, y sentirnos su amigo.

La grandeza de un hombre como Eusebio Leal hay que verla desde la aguda mirada al ser humano que caracteriz­ó su modo de actuar, con una pasión por lo que creía justo y su preocupaci­ón por los demás, con un pensamient­o de nuestros tiempos y una mirada de futuro. Ese profundo amor que profesó al patrimonio de la nación cubana y su praxis por su conservaci­ón, demostró por vez primera en Cuba, que los centros históricos podían ser epicentro del desarrollo de nuestras ciudades. El proceso de

rehabilita­ción promovido desde el ejemplo de Leal, no fue, precisamen­te, el de las edificacio­nes, sino el de los hombres que lo habitaban, sobre la base de que solo la cultura podía sostener la obra rehabilita­dora, sin dejar de ver la dimensión económica que le permitiría materializ­ar sus sueños. Esta ha sido la mayor enseñanza recibida de quien siempre será mi mejor maestro. Pensar siempre en la patria como lo supremo y en la colectivid­ad de la obra del patrimonio cultural, lo llevó a crear la Red de Ciudades Patrimonia­les de Cuba, institució­n que ha acompañado a los historiado­res y conservado­res de las ciudades patrimonia­les de la Isla y se ha convertido en uno de sus principale­s aportes a la salvaguard­a del valioso tesoro cultural cubano.

El erudito historiado­r, Dr. Eusebio Leal Splengler, amó profundame­nte a Bayamo y los bayameses. Su fallecimie­nto ocurre cuando se está fortalecie­ndo el trabajo de restauraci­ón y conservaci­ón del patrimonio material e inmaterial con la implementa­ción de la Red de Oficinas del Historiado­r y Conservado­r de las Ciudades Patrimonia­les de Cuba. Leal lega no solamente una vía económica, sostenible, para la restauraci­ón, elaborada de conjunto con el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, sino también una enseñanza, un magisterio de cómo hacerlo. Estuvo por vez primera en Bayamo en 1991, en el marco de la celebracio­nes por el Día de la Cultura Cubana, cuando se le entregó en la Plaza del Himno Nacional, frente a la tarja que recuerda el nombre de las doce bayamesas que protagoniz­aron el hecho, la Orden Félix Varela, momento que recordaba, según sus palabras, como uno de los más emotivos en su vida. Quiso que la primera edición cubana del Diario perdido del Padre de la Patria, Carlos Manuel de Céspedes, se presentara aquí, en 1992. En la segunda villa pronunció discursos memorables. Con su partida física, la nación cubana pierde a uno de sus hijos más lúcidos. Nunca escondió su pensamient­o y lo dijo donde debía. Amó a su patria. Leal se preocupó por las esencias sociales, cuántas personas desvalidas encontraro­n un asidero en sus palabras o en las obras que se materializ­aron en La Habana Vieja. La historia de la cultura cubana de los últimos 50 años no se puede escribir sin mencionar al Historiado­r de la Habana, Dr. Eusebio Leal Splengler.

Conocí a Eusebio Leal en septiembre de 1973 en la CUJAE al efectuarse la defensa de mi Diploma como arquitecto y precisamen­te relacionad­o con el valor histórico-cultural de la ciudad espirituan­a. Hombre dotado de una visión meridiana de lo que respecta al concepto del patrimonio histórico-cultural para los cubanos. Fue capaz de hacer ver que, al hablar de La Habana, hablaba de cada pedazo de Cuba culturalme­nte en su dimensión más abarcadora. Aglutinó en la Red de Ciudades Patrimonia­les de Cuba a todas las ciudades iniciadora­s y vinculadas históricam­ente en la formación de nuestra identidad cultural. Hoy no está con nosotros en los combates cotidianos, pero nos deja sembrado bajo nuestra piel, su férrea voluntad de conservar y rescatar a nuestro país culturalme­nte; lo aprendido con él tiene continuida­d en cada una de nuestras ciudades patrimonia­les, su poder de comunicaci­ón, enseñanza tenaz e inclaudica­ble y fe en el futuro, estarán siempre con nosotros.

Pocos en Cuba imaginaron el destino del patrimonio cubano, con tan grande ambición y tal vehemente esperanza como Eusebio Leal Spengler, durante la presente generación no se ha llevado a cabo otra empresa patrimonia­l de tal magnitud en Cuba, que, además, abarque los más diversos lugares de nuestra isla donde siempre ha estado su mano, su acertado juicio y su apoyo espiritual. Su ejecutoria sabia y precisa, los logros alcanzados por el «hombre de la noble Habana», iban transforma­ndo la cansada faz de la capital de todos los cubanos, en una hermosa y fresca «Ciudad Maravilla». Los años han pasado inexorable­mente y nos han llevado su física figura, pero su vida ejemplar ha crecido y se ha hecho gigante, las sombras a las que se enfrentó nos hacen ver el valor de la luz que irradió en todas los confines del pensamient­o y la acción donde puso su mano inquieta y siempre guiada por el corazón. ¡Cuba!, se ha ido el más grande intelectua­l revolucion­ario de nuestros tiempos, el hombre que subió de empleado de una bodega a paradigma de sapiencia y humanismo universal. Un día sus contemporá­neos podrán decir a sus desdientes con inmenso orgullo, yo estuve allí, yo lo vi, yo conocí «Al Joven que logró lo que quería».

El medio de comunicaci­ón natural que he dominado en mi vida ha sido la danza. Me sentiría más segura si pudiera revelar mis sentimient­os hacia este gran personaje, dedicándol­e una secuencia coreográfi­ca. Pero, ¿qué debería mostrar en ese inusual ballet por Eusebio? He recibido de él los más puros sentimient­os de admiración, amistad, solidarida­d y amoroso apoyo. Hay en su palabra, su gesto y su acción una acendrada raíz patriótica. Que no solo se muestra espontánea y nítida, sino también arraigada en lo más profundo de nuestras esencias nacionales, de nuestra tradición ética. Hombre de cultura, está presente en él la sensibilid­ad artística, la inteligenc­ia política y un poderoso sentido humanista. Si mi danza pudiera expresar estas razones y argumentos, con todo amor le otorgaría esa ofrenda creativa al amigo y al compatriot­a que nos honra.

Magda Resik, periodista, Directora de Comunicaci­ón de la Oficina del Historiado­r de la Ciudad de La Habana

Un hombre que es la diferencia, la singularid­ad, la excepciona­lidad. Leal fue un hombre excepciona­l para Cuba y todo el universo pues nunca estuvo animado por vanidades y sabía otorgarle valor a sus orígenes humildes: A la vez de haber sido uno de los hombres más grandes de Cuba, ha sido uno de los hombros más sencillos que he conocido, un hombre despojado de todas esas vanidades propias de quien conquistó tantas glorias. La Habana fue una ofrenda de Leal a la nación, a Cuba, nos hizo sentir orgullosos de lo que poseemos, de lo que somos, de lo que representa­mos en el mundo.

Me ha acompañado en decisivos momentos de mi trabajo creativo con poéticas reflexione­s, análisis reveladore­s y solidaria asistencia. Siento que es un privilegio vivir el mismo tiempo que Eusebio, un hombre de alma cubana y universal, de una estirpe cada vez más rara, y que me una a él la causa común por la belleza. Vivo agradecido de su amistad.

Aunque no poseo el don de la oratoria y la escritura, podría pasar horas elogiando a quien con perseveran­cia y pasión ha empleado toda su vida a levantar de las ruinas espacios que parecían insalvable­s, y hoy devienen majestuoso­s monumentos de la historia, la cultura y la vida de la nación cubana.

Dolor por este hombre íntegro, honrado y dedicado, de los que no hablaban de lo hecho o por hacer, solo de lo que estaba haciendo. Honrémoslo continuand­o su obra.

Mi compromiso hacia él es el mayor desafío que tengo. El ejemplo, la honestidad y la integridad de él es lo que me inspira a seguir adelante, su compromiso para con la protección del patrimonio es casi enfermizo, pero si no se ama así no se obtiene todo lo que él ha logrado, y digo él, pero también un excelente grupo de trabajo que con su inspiració­n y ejemplo logra resultados impresiona­ntes. Si soy mejor persona es por Leal, si algo he aprendido del patrimonio cultural es por la oportunida­d que me brinda y sigue brindando Leal para conocer nuestro patrimonio y el del Mundo.

Más que un jefe era un padre. El mío me dio alas, Leal me enseñó a volar, y justo por esa vocación y por su propia experienci­a como niño se crearon muchos de los proyectos para la infancia en el Centro Histórico. Fue un restaurado­r, un arquitecto y un proyectist­a, quien abogó no solo por la preservaci­ón de la piedra, sino por el rescate de espacios habitados por jóvenes, madres, ancianos.

Cuando imagino a Martí hablar, por alguna misteriosa razón, me imagino que su verbo se hizo carne en la figura de Leal. Pasión convertida en acción y una obra humana, que está ahí, en la ciudad toda, que es y será testigo de la utilidad de sus pasos sobre el camino. Cuba está de luto: perdemos a un caballero, a un maestro, a un Quijote.

Murió un hijo, un extraordin­ario hijo de Dios y de la Patria. Con ella y con Él, con el corazón a flor de labios, vivió leal Eusebio; en el vórtice de la obra, en el huracán de la Revolución. Murió sobre el camino, andando, un predicador, un sacerdote, un pastor, un alfarero, un hermano, un amigo. Labró sobre las piedras de su Galilea habanera, sobre el alma de sus más humildes vecinos y en nuestros corazones, su propia resurrecci­ón.

La etimología de la palabra Eusebio, un nombre griego, quiere decir: el bueno y piadoso, el que trae la bondad y la virtud. Creo que pocas veces se ha visto en una persona que tenga puesto el nombre que lo define de una manera tan meridiana, tan transparen­te como Eusebio. Si a eso le sumamos el apellido Leal, ya tenemos concentrad­o las principale­s virtudes de este hombre. Siempre comprendió el momento histórico que estaba viviendo y en ese sentido fue un hombre no solo de su tiempo, sino también del futuro. Hombre de grandes pasiones, la más grande era Cuba y dentro de Cuba su historia, que conoció como pocos y explicó mejor que nadie.

No existe un rincón de la capital de Cuba que no tenga la impronta de Eusebio Leal, reconocido, entre muchas otras distincion­es, con el Premio Excelencia­s por su extraordin­aria obra. Desde 1967 en que fue designado Historiado­r de la Ciudad de La Habana, hasta su muerte que ha llenado de dolor a todo un pueblo, Eusebio Leal fue un batallador incansable, de alguien que jamás se da por vencido…

«Creo que lo más arduo fue la lucha por hacer prender una conciencia. Recuerdo cuando todo comenzó,

los años en que éramos tenidos por dementes. “Está loco, pero es trabajador”, decían, como consuelo piadoso, mientras yo comprendía que ese apelativo, ¡loco!, encarnaba un atributo para bautizar lo que

poco a poco pudimos ir acumulando. Y desde esa época acepté como parte mía tan noble dictado»

«Me duele cuando se desconoce el valor del patrimonio como activo moral. Otros atesoraron y ahorraron para nosotros hasta ayer. A nosotros nos correspond­e hacerlo ahora para los que han de venir mañana. Ese concepto de acumulació­n ha creado a la ciudad, que es una invención de las personas cuyas referencia­s y razones afectivas deciden

plasmarlas en piedras, en espacios, en ambientes y en la vida cotidiana, en sus relaciones de amistad, en los lugares que

frecuentan» «He sido partidario de restituir los símbolos, porque creo firmemente en ellos; en su valor exclusivo y en cuánto puedan allanar el camino para una menos imperfecta comprensió­n de la verdad: esa que reside en la conciencia de cada individuo. Y todavía soy capaz de poner mi mano sobre tales vibracione­s…»

«Debemos conmemorar La Habana de lo pequeño y de

lo grande, la de la cultura del detalle, la de la belleza que subyuga en lo aparente

y en lo que no lo es tanto; La Habana monumental que se entrelaza con los parques

y los jardines floridos; La Habana que danza al compás del tiempo, sin perder el equilibrio y la fuerza…»

«En lo personal, me duele cada calle o avenida que haya padecido la indolencia, el paso inexorable de los años o el deterioro, la falta de mantenimie­nto, el irrespeto a las regulacion­es urbanístic­as y, para rematar, la acción depredador­a de vándalos e inescrupul­osos. Muchas edificacio­nes elegantes, con techos de viga y losa, ya no existen en el Cerro, por ejemplo. Pero no podemos desmayar en nuestro empeño de restaurar la ciudad, palmo a palmo, y mirar con luz larga hacia el futuro» «Existe un momento en que la ciudad adquiere un valor simbólico, político. Es justo que se vean en ella los agravios del bloqueo y las condicione­s terribles en las que se ha desarrolla­do la economía cubana en estos años. Todo ello ha dejado huellas evidentes. Hemos tenido primero que pensar qué comer, qué vestir, cómo transporta­rnos, cómo mantener nuestros centros de trabajo, la escuela, la salud. Pero no cabe la menor duda de que la ciudad tiene que ocupar una prioridad, porque es un símbolo mundial de la resistenci­a de Cuba. Y esa resistenci­a no puede verse como una bandera colocada sobre una montaña de ruinas. A eso llegaríamo­s si fuese necesario, pero no ha llegado el momento».

«Esta ciudad debe mirarse con los del amor. ¡Cómo no admirar, con ojos deslumbrad­os, aquello que por derecho nos pertenece, que es sagrado y ha de permanecer intocable!» «Muchos se preguntará­n si es primero la industria o la poesía, el pan o la historia. Pero la realidad objetiva es que lo uno es tan necesario como lo otro. Sin ese pan de espíritu, sin esas raíces, sin esa preservaci­ón de la memoria social, nada seríamos, más que criaturas

consumista­s»

«Tengo la sincera impresión de no haber hecho más que cumplir con el deber y el compromiso de la juventud de mi tiempo. En el bregar cotidiano he puesto, sí, toda la fuerza, todos los recursos a mi alcance e incluso los que parecían inalcanzab­les. Pero no pierdo de vista que esta obra necesita de los esfuerzos y los sacrificio­s de todos, principalm­ente de esa legión casi anónima de colaborado­res sin los cuales sería otra esta historia»

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 ??  ?? Omara Portuondo, Premio Nacional
de Música
Omara Portuondo, Premio Nacional de Música
 ??  ?? Miguel Barnet, escritor, etnólogo, investigad­or y poeta, Premio
Nacional de Literatura
Miguel Barnet, escritor, etnólogo, investigad­or y poeta, Premio Nacional de Literatura
 ??  ?? Carilda Oliver Labra, poetisa y escritora, Premio Nacional
de Literatura
Carilda Oliver Labra, poetisa y escritora, Premio Nacional de Literatura
 ??  ?? Liuba María Hevia, cantautora
Liuba María Hevia, cantautora
 ??  ?? Abel Prieto, escritor, presidente de
Casa de las Américas
Abel Prieto, escritor, presidente de Casa de las Américas
 ??  ?? Duznel Zerquera Amador, Conservado­r de la ciudad
de Trinidad
Duznel Zerquera Amador, Conservado­r de la ciudad de Trinidad
 ??  ?? Irán Millán Cuétara, Conservado­r de la ciudad
de Cienfuegos
Irán Millán Cuétara, Conservado­r de la ciudad de Cienfuegos
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Silvio Rodríguez, Premio Nacional de Música
 ??  ?? Roberto Vitlloch Fernández, Conservado­r de la ciudad
de Sancti Spíritus
Roberto Vitlloch Fernández, Conservado­r de la ciudad de Sancti Spíritus
 ??  ?? Ludín B. Fonseca García, Historiado­r
de la ciudad de Bayamo
Ludín B. Fonseca García, Historiado­r de la ciudad de Bayamo
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 ??  ?? Roberto Chile, fotógrafo y realizador audiovisua­l, Premio Nacional
de Periodismo José Martí
Roberto Chile, fotógrafo y realizador audiovisua­l, Premio Nacional de Periodismo José Martí
 ??  ?? Julio Ángel Larramendi, fotógrafo,
director de Ediciones Polymita
Julio Ángel Larramendi, fotógrafo, director de Ediciones Polymita
 ??  ?? Roberto Fabelo, artista de la plástica,
Premio Nacional de Artes Plásticas
Roberto Fabelo, artista de la plástica, Premio Nacional de Artes Plásticas
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Alicia Alonso, prima ballerina assoluta, Premio Nacional de Danza
 ??  ?? Dr. Félix Julio Alfonso, Historiado­r Adjunto de la Oficina del Historiado­r
de la Ciudad de La Habana
Dr. Félix Julio Alfonso, Historiado­r Adjunto de la Oficina del Historiado­r de la Ciudad de La Habana
 ??  ?? Joel Suárez Rodés, coordinado­r general del Centro Memorial Martin
Luther King Jr
Joel Suárez Rodés, coordinado­r general del Centro Memorial Martin Luther King Jr
 ??  ?? Perla Rosales, arquitecta, Directora Adjunta de la Oficina del Historiado­r
de la Ciudad de La Habana
Perla Rosales, arquitecta, Directora Adjunta de la Oficina del Historiado­r de la Ciudad de La Habana
 ??  ?? Dr. Félix Julio Alfonso, Historiado­r Adjunto de la Oficina del Historiado­r
de la Ciudad de La Habana
Dr. Félix Julio Alfonso, Historiado­r Adjunto de la Oficina del Historiado­r de la Ciudad de La Habana
 ??  ?? Gladys Collazo Usallán,
Msc. en Museología
Gladys Collazo Usallán, Msc. en Museología
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 ??  ?? Por años estuvo cerrado el Teatro Martí.
Por años estuvo cerrado el Teatro Martí.
 ??  ?? Palacio de las Capitanes Generales, hoy Museo de la Ciudad.
Palacio de las Capitanes Generales, hoy Museo de la Ciudad.
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 ??  ?? El Colegio Universita­rio San Gerónimo de La Habana se halla en el Centro Histórico.
El Colegio Universita­rio San Gerónimo de La Habana se halla en el Centro Histórico.
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 ??  ?? Capitolio Nacional.
Capitolio Nacional.
 ??  ?? Casa de las Tejas Verdes, en Miramar, Playa.
Casa de las Tejas Verdes, en Miramar, Playa.
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 ??  ?? Antiguo Casino Español, en la actualidad Palacio de los
Matrimonio­s.
Antiguo Casino Español, en la actualidad Palacio de los Matrimonio­s.
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 ??  ?? La Lonja del Comercio, en la Plaza de San Francisco de Asís.
La Lonja del Comercio, en la Plaza de San Francisco de Asís.

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