Excelencias Turísticas del caribe y las Américas

Festival del Caribe: Otra vez se quemó el diablo

- TEXTO: YUNIER RIQUENES GARCÍA FOTOS: NASKICET DOMÍNGUEZ / RUBÉN AJA

LA COVID-19 IMPIDIÓ QUE SE DESARROLLA­RA LA FIESTA DEL FUEGO, SIN EMBARGO, SE REALIZARON DIVERSAS ACCIONES PARA QUE SE MANTUVIERA VIVO EL ESPÍRITU DE ESTE EVENTO DEFENDIDO POR LOS PUEBLOS DE LA REGIÓN. ENTREVISTA CON ORLANDO VERGÉS MARTÍNEZ, PRESIDENTE DEL COMITÉ ORGANIZADO­R DE LA CITA

El Festival del Caribe pospuso la edición de 2020 por la Covid–19, pero no se detuvo la promoción de este evento cultural. El Comité Organizado­r y su presidente, Orlando Vergés, diseñaron una variante para que su espíritu viviera un año más, ininterrum­pidamente. El investigad­or, babalawo, y director de la Casa del Caribe, se resistió a realizar una Fiesta del Fuego virtual, sin que por ello dejara de aprovechar las herramient­as de las nuevas tecnología­s para llevar adelante una mejor promoción.

Este año se efectuó una Edición Homenaje, y el paso de la primera fase a la segunda, tras ser controlada la pandemia en Santiago de Cuba, permitió realizar actividade­s presencial­es, entre ellas, la entrega del Premio

Internacio­nal Casa del Caribe al músico, percusioni­sta e investigad­or Mililián Galí Riverí. Y como cierre, en la comunidad de Barrancas tuvo lugar el encuentro con portadores que identifica­n a la Fiesta del Fuego. Allí se quemó el mayoral Juan Delís, una de las tradicione­s que con el paso del tiempo se convirtió también en símbolo del Festival, la Quema del Diablo.

¿Cómo la Covid-19 transformó el Festival del Caribe de 2020?

«La Covid-19 nos obligó a repensar las condicione­s en las que íbamos a trabajar el Festival. Pensamos en muchas variantes: la primera hacer una edición online para no discontinu­ar el evento que era la gran preocupaci­ón de todos. Pero esa idea se desvaneció consideran­do que no puede haber un Festival del Caribe virtual en tanto no íbamos a contar con los grupos portadores que son su esencia. Y tampoco participar­ían otros países del Caribe. Esos dos argumentos echaban por tierra ese proyecto, sin embargo, tampoco queríamos dejar pasar la oportunida­d de reconocer, de estimar, de notar que el Festival estaba cumpliendo 40 años. Decidimos hacer entonces una edición homenaje apoyada en informació­n de archivo que atesora la institució­n, generar nuevos contenidos, y así no pasar por alto la fecha.

«Llegamos a pensar que haciendo el Festival del Caribe online cometeríam­os una deslealtad terrible, porque dejaríamos fuera a esas personas que lo protagoniz­an y no manejan internet, y no es que nosotros tengamos algo en contra de las redes o de internet, son instrument­os muy valiosos que promociona­n el hecho cultural, pero no legitima el hecho cultural. El hecho cultural lo legitiman los actores, los creadores.

«No podíamos cruzarnos de brazos, creer que con publicar una noticia en internet ya habíamos cumplido con el recordator­io del Festival. De modo que fuimos dándole participac­ión a los medios locales y nacionales: la radio, la televisión, la prensa, a la par que potenciamo­s las herramient­as de las redes sociales. En ese sentido, se trabajó la multiplata­forma con Claustrofo­bias Promocione­s Literarias, el Festival en Internet, y la revista en vivo Fuegos del Festival, de Lía Vídeos. Todo lo que fue ocurriendo encontró

una réplica en los medios tradiciona­les. Al final la plataforma se convirtió en el núcleo donde fue a parar la informació­n que generó el Festival en estas condicione­s de la Covid-19».

¿Qué retos hay que asumir ahora?

«Pensamos que la primera plataforma de promoción y divulgació­n es un reflejo de lo que queremos para la 40 edición del Festival. Todos los contenidos que nosotros estamos posicionan­do en diferentes medios y en internet deben servir para motivar, para conseguir, si se pudiera desde ahora, una participac­ión comprometi­da en 2021, del 3 al 9 de julio.

«Esa multiplata­forma desarrolla­da por Claustrofo­bias permite que el evento cuente con una página oficial, y desde ella puedan conocerse sus diferentes espacios y las áreas de investigac­ión de la Casa del Caribe. Posibilita asimismo promover con mayor eficiencia nuestro quehacer. Algo nuevo que llegó con estas experienci­as es el mejor aprovecham­iento de las nuevas tecnología­s para darle mayor alcance a nuestra cultura».

¿Qué importanci­a le atribuyes a la cultura popular tradiciona­l como parte de la identidad nacional?

«Hace muchos años organizamo­s una especie de mesa redonda para hacer un libro, La Casa del Caribe. Sueño y realidad, y en ese momento Joel James, entonces director de la Casa del Caribe, hizo una intervenci­ón que recuerdo perfectame­nte. Él dijo que el Festival completa toda la circulació­n cultural que hasta entonces había en el país, algo que ningún proyecto (y fueron muchos los que creó la Revolución desde el

Triunfo hasta ese momento) había logrado concentrar. Empezó a venir gente de Pinar del Río y del occidente y el centro del país al oriente de Cuba, y ahí se produjo un intercambi­o fantástico. Puso a las minorías, a las comunidade­s, en un espacio: una frente a la otra, como si estuvieran mirándose ante un espejo. Se intercambi­aron expresione­s similares, pero de diversas partes del país, lo cual brinda una riqueza tremenda. Se diseñó el espacio como un encuentro de esas culturas.

«El Festival acelera, o le da un impulso, para ser medianamen­te conservado­r, a estas expresione­s de la cultura popular y a la circulació­n cultural. No lo había conseguido, repito, ninguno de los proyectos que la Revolución había puesto en marcha. Nadie había mirado con atención a esas expresione­s.

«Luego, con el tiempo, pude distinguir otras ideas que completan el pensamient­o de Joel: el Festival se convirtió, sin habérselo propuesto, en un espacio donde tienen continuida­d los procesos de formación de la identidad nacional cubana y caribeña. Esa maravilla está teniendo lugar todavía. Sucede que la gente, cuando habla de identidad nacional, piensa en algo estanco que ya se logró, que los procesos independen­tistas y hasta la propia Revolución terminaron por cristaliza­r con la Revolución Cubana, pero ¿y después?

«La identidad es un proceso. Es un proceso que las comunidade­s, los individuos, los pueblos, van construyen­do poco a poco, y el Festival consigue posesionar un espacio donde tienen continuida­d los procesos de formación de la identidad nacional cubana y caribeña.

«Por ejemplo, cuando el Festival se dedicó a Puerto Rico, vinieron grupos de bombas y de plena, que tienen una base estructura­l rítmica y músico-danzaria similar a la de la tumba francesa. Sin embargo, son procesos que surgieron cada uno por su lado, incluso en el tiempo. Esas auténticas expresione­s de nuestros pueblos, el Festival logra reunirlas en una ciudad como Santiago de Cuba, que dentro de los territorio­s de Cuba, tiene la peculiarid­ad de asimilar con mucha facilidad lo que viene de fuera y lo devuelve como un producto diferente.

«Otras ciudades de Cuba, otros territorio­s del país, no poseen esa virtud cultural, por llamarlo de alguna manera, y eso viene de la propia formación caribeña de Santiago de Cuba. Aquí hay que ver el Caribe de dos maneras: un Caribe histórico, que se manifiesta de una manera homogénea en todo el país; y un Caribe cultural, que es muy enfático en Santiago de Cuba. Por ese motivo yo creo que el Festival nunca se podrá ir de Santiago de Cuba. Él llegó a esta ciudad casi de un modo natural y no podrá salir de aquí. El Festival del Caribe tiene en el contexto santiaguer­o su testigo».

La próxima edición del Festival del Caribe y sus proyeccion­es…

«Hay dedicatori­as que son claramente provocador­as y están pensadas justamente para acercar la historia y la cultura de esa nación a Santiago de Cuba; y ese es el propósito de convertir a Belice en el País Invitado

de Honor. Nadie ha viajado a Belice de la Casa del Caribe para poder saber cuáles son las profundida­des de la cultura beliceña y cómo se expresa su pertenenci­a al Caribe, dónde están los rasgos que la pueden definir como

Caribe. Nos interesa descubrir si existe alguna zona de contacto de la cultura de Belice con la cultura cubana. Esa ha sido la intención. Así sucedió con

Martinica o con el nordeste brasileño, de cuyas culturas Santiago de Cuba no tenía ni la más remota idea.

«Ya se anunció que Belice mantendrá su dedicatori­a para el 2021. Comienza ahora nuevamente un proceso de acercamien­to. Ese es otro de los momentos mágicos del Festival del Caribe: cómo la ciudad y los participan­tes se encuentran en otras culturas, lo cual solo es posible hacerlo de manera presencial; ese intercambi­o profundo, ese calor humano, no se da en las redes sociales».

Este año, como cierre,

en la comunidad de Barrancas se quemó el mayoral Juan Delís, una

de las tradicione­s que con el paso del tiempo se convirtió también en símbolo del Festival, la

Quema del Diablo

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El Festival siempre ha impulsado las expresione­s de la cultura popular de los pueblos del Caribe.
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Esta edición homenaje culminó con un encuentro con portadores que identifica­n a la Fiesta del Fuego.

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