Cinco Dias - Cinco Dias - Executive Excellence (ABC)
EL BCE: UNA AUTORIDAD MONETARIA ¿INDEPENDIENTE?
Según estimaciones de la Comisión Europea, la brecha de producción en la Eurozona se ha cerrado bastante durante los últimos años de expansión; apenas equivale al 0,4% del PIB común. El crecimiento del PIB se verá frenado por un modesto potencial (1,25% al año con tendencia a la baja, frente al casi 2% de EE.UU. con tendencia al alza). No estamos ante un escenario keynesiano, pero los responsables de política económica actúan como si lo fuera. Prevalece el convencimiento de que la desaceleración económica se puede frenar con estímulos fiscales a la demanda agregada, más allá de lo que ya generan los ‘estabilizadores automáticos’ incorporados en los Presupuestos
Generales del Estado.
Hay que recordar los problemas en términos de eficacia que acarrea una política fiscal activa de expansión, en especial los que provienen de los ‘time lags’, que producen efectos procíclicos. De igual modo, la evidencia empírica indica que las medidas o llegan tarde o no estimulan la demanda de productos de fabricación nacional. Los multiplicadores fiscales de un incremento del gasto público y de reducciones tributarias son muy bajos en una economía abierta, de lo cual suelen olvidarse quienes proponen esta receta fiscal keynesiana, como Krugman y Lagarde.
Existe también excesiva confianza en que las favorables condiciones monetarias creadas por el BCE contendrán una mayor ralentización del crecimiento; sin tener en cuenta que este es preso de su propia política monetaria acomodaticia. Durante demasiado tiempo, el BCE ha mantenido su estrategia de tipo de interés de referencia cero y de medidas no convencionales mediante la compra masiva de bonos del Tesoro. Ahora le falta margen de acción suficiente para una política contracíclica y pretende retrasar el inicio de una normalización de los tipos de interés hasta finales de 2019. Nadie sabe, tampoco el BCE, si esto deparará resultados positivos.
Otro tanto cabe decir de una eventual reducción del tipo de interés negativo de la facilidad de depósito, con el fin de propiciar a la banca una mejora de rentabilidades en sus operaciones habituales. El nuevo programa sobre sustanciosas inyecciones de liquidez al sistema bancario para fomentar la concesión de préstamos a empresas y hogares puede que no sea más que una simple gota en el océano, pues la oferta de créditos no se traducirá automáticamente en una mayor demanda de financiación que agilice la inversión y el consumo si las perspectivas económicas continuaran deteriorándose.
Los políticos deberían confiar en el mecanismo descentralizado de creación y diseminación del conocimiento
Para recuperar espacios de acción mediante herramientas habituales se vienen discutiendo dos opciones. Una, eliminar por completo el dinero en efectivo, de modo que todos los pagos se harían con tarjetas de crédito o a través de una app
Si el ritmo de actividad en la Eurozona decayera más de lo previsto y la inflación siguiera siendo baja, la política monetaria sólo podría contrarrestar efectos depresivos mediante unos tipos de interés nominales negativos de hasta un -5%, según algunos expertos. En el sistema monetario vigente esto no es posible, porque los depositantes de los bancos retirarían sus ahorros y los almacenarían en dinero en efectivo.
Para recuperar espacios de acción mediante herramientas habituales se vienen discutiendo dos opciones. Una, eliminar por completo el dinero en efectivo, de modo que todos los pagos se harían con tarjetas de crédito o a través de una app. En estas condiciones, la autoridad monetaria sí podría llevar a territorio negativo sus tipos oficiales de interés e incentivar a los depositantes a aumentar el gasto. La otra opción, más compleja, es descomponer la masa monetaria en dos fracciones: dinero electrónico gestionado en los bancos y dinero en efectivo en mano de los individuos. Este último sería devaluado con el porcentaje en el que el BCE quiera situar el tipo de interés negativo. Si, por ejemplo, fuera del -5%: un producto que hoy cuesta 100 euros costaría en un año 105 pagado en efectivo, pero 100 con tarjeta (en los comercios,